El catedrático Ruiz de Arbulo 'descubre' los enigmas del puerto romano

Joaquín Ruiz de Arbulo, catedrático de Arqueología Clásica de la URV, guió ayer la ruta Descubriendo el puerto romano, paseo arqueológico, organizada por el Museo del Puerto. El objetivo era descubrir la influencia que la actividad portuaria tuvo a la ciudad de Tarraco, cuáles fueron los espacios más destacados y otros aspectos relacionados con la vida que había en torno a este espacio urbano que actualmente se corresponde con la Parte Baja, aixó como profundizar en los enigmas que plantea el puerto que había hace veinte siglos.

La ruta empezó en el vial Xavier Dupré, en el antiguo Camino de la Fonteta, un yacimiento ubicado entre Vidal i Barraquer y Francesc Bastos. Los ciudadanos de Tarraco adinerados se hacían construir estatuas y mausoleos para ser recordados después de muertos, que se localizaban en caminos en la salida de la ciudad. En este espacio hay una buena representación. «Hay alguna cosa en nosotros que es como si fuéramos romanos, porque forma parte de una herencia que perdura», dijo Ruiz de Arbulo.

El grupo que participó en la ruta pudo localizar una nave portuaria que hay cerca de Jaime I y la Fuente de los Leones, o conocer como ha evolucionado la Parte Baja de Tarragona a lo largo de los siglos. En época romana, «la fachada portuaria era muy diferente del actual y el Tulcis –el Francolí– era clave en la actividad relacionada en el mar, y es por este motivo que en su entorno se han encontrado elementos votivos, como pequeñas caras de madera que se localizaron en la zona de Vidal y Barraquer», explicó. En el transcurso de la ruta, Ruiz de Arbulo remarcó que la línea de mar en tiempo de Tarraco estaba situada más adentro y llegaba hasta donde, actualmente, está la calle Smith, pero también comentó que muchos edificios del entorno de Pere Martell destinan la primera planta a parking porque, en su momento, se prohibió hacerlo por debajo del nivel de acera por|para la presencia de restos romanos.