La visita guiada al Teatro romano pone al descubierto los pequeños detalles del monumento
La càvea metálica genera comentarios de todo tipo entre quien se adentra en el pasado del recinto
La lluvia que ayer por la mañana cayó en Tarragona puso en peligro la celebración de la visita guiada al Teatro romano, pero, finalmente, un reducido grupo se enfrentó al fenómeno climatológico. Afortunadamente, cinco minutos después de iniciarse la ruta por los elementos arquitectónicos del monumento, la lluvia desapareció y dio paso al sol. Uno de los elementos que más llamaron la atención fue la estructura metálica que recrea la volumetría de la zona de gradas del Teatro. La venezolana Daniela Gómez, quien reside en Barcelona desde hace un año y medio, dijo, al finalizar el recorrido y las explicaciones dadas por Roig, que la visita ha estado «excelente». De las gradas modernas, comentó que «es diferente y muy gráfica». En opinión de Gómez, la càvea metálica «permite visualizar cuál era la volumetría del Teatro».
Por su parte, Paula Mateo, arqueóloga de profesión, afirmó que «la visita ha sido muy didáctica y me ha llamado la atención la conservación del monumento, a pesar de los muchos avatares por los cuales ha pasado y que ha tenido» que «superar». Según su opinión, la estructura de la càvea responde a «una buena idea», pero puso en cuestión «el material utilizado y el acabado». Mateo sugirió aprovechar algunas de las paredes modernas para «hacer un mural donde se represente el Teatro», de similares características en lo que hay en la fachada de un edificio de Bajada Pescateria que recrea la cabecera del Circo.
Restos explicados
La visita organizada por el Museo Nacional Arqueológico de Tarragona (MNAT) permite enterarse de pequeños detalles que pasarían desapercibidos sin las explicaciones de un experto como Josep Francesc Roig. El arqueólogo mostró unos agujeros que coinciden con las escaleras|escalas de la zona de gradas. «Cuando llovía, el agua bajaba y se canalizaba a través de este colector». En la otra banda de la escena se aprecia una canalización más ancha. Las diversas conducciones «coincidían con esta y el agua estaba dirigida hacia el mar, que en tiempo de Tarraco estaba más cerca del Teatro que ahora».
Encarnado explicó que la primera documentación que se tiene del Teatro es de 1884, cuándo Hernández Sanahuja empezó a descubrir los restos. En 1919 el Instituto de Estudios Catalanes, en colaboración con Puig i Cadafalch, hizo una pequeña intervención y se encontró parte de la càvea y de la suma càvea. A inicios del siglo XX, la construcción de dos fábricas, de aceite y vino, supuso la destrucción de buena parte del monumento, y en 1977 se consiguió que no se construyera un bloque de viviendas, gracias a la presión popular que se ejerció en contra del proyecto. Actualmente, se trabaja en la creación de un parto arqueológico que incluirá las estructuras conservadas en el subsuelo de una serie de naves industriales que el Ayuntamiento ya ha expropiado, y que comunicará el Teatro con las Termas de Sant Miquel.
El arqueólogo explicó, también, que en la zona del Teatro hubo construcciones anteriores, vinculadas a la actividad portuaria, como almacenes y tiendas, además de una calle del siglo I aC. La ocupación más antigua está fechado en el siglo II aC y corresponde a un depósito, informó Encarnado en el grupo de visitantes.