Educación
Estudiantes de ingeniería de la URV crean sus propios teleféricos
El XV concurso de Vehículos Autopropulsados puso a prueba a 65 alumnos que se jugaban el 70% de la nota final de la asignatura
Más de una sesentena de alumnos de Ingeniería de la Universidad Rovira i Virgili presentaron ayer sus propios teleféricos. Lo hicieron en el marco del XV concurso de Vehículos Autopropulsados, un certamen que pertenece a la asignatura troncal Proyecto Integrador I y que busca la «gestión y desarrollo de un producto», en este caso, de un teleférico, según expresaba el profesor de la materia, David Espasa. El objetivo era que el teleférico recorriera|recurriera una raíz de un metro y medio de longitud en horizontal con 20 centímetros de desnivel y haciendo uso, exclusivamente, de la energía potencial gravitatoria otorgada por una masa adherida a la propia cabina. El resultado era crucial: los alumnos se jugaban el 70% de la nota final de la asignatura.
Piezas de Lego, maderas, placas de aluminio y acero inoxidable, hilos de pescar, gomas elásticas... Estos fueron los materiales que los diferentes equipos utilizaron para superar la prueba con éxito. El objetivo, aparte de conseguir que la cabina del teleférico completara el recorrido, era que lo hiciera con la menor demasiado posible. Por eso, antes de hacer la prueba, los profesores medían la distancia que haría la carga para impulsar la cabina y la pesaban. Después, se multiplicaba la masa por la altura y la fuerza gravitacional.
Askatasuna fue el equipo que menos masa necesitó para que la cabina hiciera el recorrido entero y, por lo tanto, los ganadores. Con una estructura de madera «muy ligera y simple», según expresaba Espasa, los estudiantes consiguieron que la cabina se moviera sólo con 2 Joules. En este caso, los estudiantes prefirieron priorizar el mecanismo antes que la estética.
El equipo Prometro, en cambio, sí que dio importancia al diseño. Uno de los miembros del equipo, Adrià, explicaba al público asistente que «tuvimos que empezar el proyecto de cero cuando ya lo teníamos todo hecho». Con una estructura de madera pintada, los estudiantes sujetaron la cabina del teleférico, que transportaba huevos de codorniz. Con el fin de conseguir que hiciera el recorrido entero, Adrià y el resto de compañeros escogieron un hilo de pescar enrollado. Este, iba ligado a una botella de agua pequeña, que era la encargada de hacer de contrapeso para impulsar el vehículo. El resultado fue satisfactorio, pero no pudieron hacerse con el título de ganadores porque utilizaron 3,6 Joules.
De los 13 equipos que se presentaban, sólo uno no pudo hacer la prueba por «problemas con el mecanismo», decía Espasa. Desgraciadamente, estos estudiantes «tendrán problemas para superar la asignatura». «Eso demuestra que este concurso no es ninguna broma, que es muy complicado y que vale un 70% de la nota final», aseguraba al profesor de la materia.
El XV concurso de Vehículos Autopropulsados está organizado por la Escuela técnica Superior de Ingeniería Química y el Departamento de Ingeniería Mecánica, con el patrocinio del Colegio de Ingenieros Técnicos Industriales de Tarragona.