«Fue una decisión difícil aplazar los Juegos, pero el tiempo nos ha dado la razón»
El concejal del Ayuntamiento de Tarragona remarca las inversiones que se han realizado, los puestos de trabajo que se han creado y el legado que dejará el acontecimiento
—En qué momento se enganchó Javier Villamayor a los Juegos Mediterráneos?
—Fue el año 2013, aproximadamente un año después de la designación de Tarragona como organizadora de los Juegos Mediterráneos.
—Cómo ha estado todo este tiempo?
—Ha resultado un camino largo y difícil, por tres cuestiones. Primero, porque desde la fase de candidatura hasta la celebración de los Juegos ha habido una gran inestabilidad política. Hemos vivido unas constantes lecciones tanto en el Parlamento catalán como en las Corts Generales, incluyendo dos periodos absolutamente excepcionales. El primero, el gobierno en funciones de Mariano Rajoy, que duró menos de un año, sin la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, y la aplicación de las medidas del artículo 155 como resultado del proceso soberanista. El segundo elemento ha sido la coyuntura económica, muy afectada por la peor crisis que hemos sufrido en 70 años. Eso motiva reordenar económicamente el coste de los Juegos, para que sean más asumibles para el momento actual. Y, la tercera, que ha sido una buena noticia, es que la ciudad, a nivel de voluntarios y de escuelas, subvenciones o patrocinadores, se ha volcado completamente con los Juegos. Para poner un ejemplo, la última subvención europea que hemos recibido es una gran noticia, así como el hecho de haber llegado a los 8.000 voluntarios. Un camino largo, lleno de obstáculos, pero hemos conseguido llegar a la meta, aunque hayamos tenido que superar muchas adversidades.
—Qué le quedará en la ciudad después del trabajo de todos estos años?
—Unas infraestructuras deportivas espectaculares. No tan sólo la Anilla Mediterránea, donde está la nueva piscina de 50 metros, el estadio de atletismo, el Palau d'Esports, el parque o el lago, entre otros, sino el conjunto de las sedes. Las diputaciones de Tarragona y de Barcelona han ayudado para que queden unas instalaciones envidiables. Además, ciudad tendrá un escaparate formidable. Una ciudad que hace unos años no apostaba abiertamente por el turismo cambiará por completo, ya que la gran cobertura por parte de los medios de comunicación, tanto nacional como internacional, hace que se hable de Tarragona en muchísimos ámbitos. Además, también quedará una buena dosis de confianza colectiva. Una ciudad relativamente pequeña que es capaz de organizar un acontecimiento deportivo tan complejo y con un nivel de organización de esta magnitud es para estar orgullosa.
—Hábleme de la vertiente deportiva de los Juegos.
—Hay un elemento que es el de deshacer los mitos que esta ciudad va construyendo. Uno de estos mitos es que el nivel de los deportistas que llegarían a los Juegos Mediterráneos sería bajo. Otro, que no estaríamos a la altura en infraestructuras, que las sedes no estarían preparadas... En definitiva, que no valía la pena apostar por este acontecimiento. Se han invertido entre 66 y 70 millones en las sedes, se han generado 1.000 puestos de trabajo y estos son datos objetivos. A nivel deportivo, resulta que viene Mireia Belmonte, campeona olímpica, los hispanos y las guerreras de balonmano, la absoluta de waterpolo, Lydia Valentín, Marcus Cooper... La columna vertebral de la delegación española que fue a Río de Janeiro viene a Tarragona y, eso, significa que habrá un gran nivel deportivo.
—Qué le pasa por la cabeza cuando le designan la concejalía de Juegos Mediterráneos?
—Es una gran responsabilidad. No se me olvida de que somos una ciudad pequeña o media con respecto a población y que es una gran oportunidad para que Tarragona dé el salto que ha dado en promoción nacional e internacional. Pocas personas con mucho sacrificio nos han podido llevar hasta aquí.
—Cómo lo pasó durante los días en los cuales se decidió aplazar los Juegos del 2017 y los convirtió en los Juegos del 2018?
—Fue un viaje a Oran muy complicado, sobre todo emocionalmente y también desde el punto de vista de la responsabilidad. Veíamos que el panorama político estatal no se estaba aclarando con la rapidez suficiente, que no había un gobierno efectivo y capaz de cumplir con los compromisos presupuestarios anteriores. Teniendo en cuenta todas estas circunstancias, por responsabilidad, decidimos acordar que queríamos llegar hasta el final, pero que la ciudad no podía asumir un riesgo financiero tan elevado. Por lo tanto, decidimos aplazar. Afortunadamente, fuimos capaces de arrancar el compromiso del Gobierno de España de recibir los 15 millones de euros pactados y de mantener los beneficios fiscales para los patrocinadores, que también ha resultado un hecho determinante.
—Lo pasó mal a nivel personal?
—Evidentemente. Fue una decisión muy ingrata y muy difícil, pero con el tiempo se ha visto que ha sido acertada. El Comité Internacional de los Juegos lo entendió perfectamente, sabían que no era culpa nuestra. Fue una decisión realmente difícil, pero el tiempo nos ha acabado dando la razón.
—Es complicado explicarle a la gente cuáles serán los beneficios que dejarán los Juegos?
—No. Las 6.500 personas que han ido pasando por la Anilla Mediterránea, entre clubs deportivos, entidades, asociaciones u otros están viendo que el legado que quedará es evidente tanto en infraestructuras, como en promoción de ciudad.
—Explíqueme qué podremos ver en el Nou Estadi durante la inauguración de los Juegos.
—No puedo hacerlo.
—Por qué?
—Porque es confidencial. Hemos hecho firmar a los realizadores y a los productores un contrato de confidencialidad y no puedo revelarlo. Es un spot, un escaparate que la emitirá la Televisión de Cataluña para todo el mundo. Discursos, recepciones... También hay una parte artística, que permitirá que la gente que no conoce Tarragona pueda saber cuál es la historia que nos une.
—Cuánto durará?
—Dos horas.
—Qué será más espectacular, la inauguración o la clausura?
—Creo que las dos serán espectaculares.
—No cree que le hacía falta alguna reforma más en el Nou Estadi?
—Se tiene que tener en cuenta que es un estadio que se construyó el año 1972 y que las inversiones que se han hecho, tanto con respecto a obras en el campo como en accesibilidad, son las más importantes desde su construcción.
—Un campo nuevo habría estado mucho mejor, no cree?
—Puestos a pedir, claro está.
—Le digo porque es un tema que estuvo sobre la mesa.
—Entonces yo no era concejal. Creo que no es un proyecto prioritario ni necesario porque con esta reforma la zona de Tribuna, los servicios, los accesos y las medidas de seguridad están al orden del día.
—Se construirán los cuatro campos de césped en la Anilla Mediterránea?
—Está prevista una concesión para construir instalaciones deportivas de fútbol, y veremos quién la gana. Hay una buena propuesta del Nàstic para hacer campos de fútbol 11 y de fútbol 7 y trasladar allí todos sus equipos. A mí me parece una muy buena idea.
«No me planteo continuar en el Ayuntamiento más allá del 2019» —Con los Juegos Mediterráneos se acaba la etapa de Javier Villamayor en el Ayuntamiento de Tarragona? —Sí. Si todo acaba bien, se habrá culminado un proyecto que es colectivo y que, personalmente, he tenido la fortuna de contribuir. —Por lo tanto, dejará el Ayuntamiento cuándo acabe la legislatura? —No me veo más allá del 2019. Creo que ocho años en política local son suficientes para trabajar por tu ciudad. No me planteo continuar. Es tiempo de estar con la familia, de educar a mis hijos y de empezar otros proyectos. —Quizás como subdelegado del Gobierno? —La cosa no va por aquí. —Le gustaría? —Seguramente, no lo aceptaría. Voy por otro camino.