Diari Més

Joan Calvet Casajuana: De Tarragona a Bruselas

«Hay que perderse por las tabernas, el patrimonio moderno de Bruselas»

Joan Calvet decidió, hace cinco años, hacer un cambio en su vida e ir a Bruselas, donde ha aprovechado para estudiar Fotografia

El tarraconense Joan Calvet, de 33 años, durante su estancia en Bruselas.

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Después de estudiar Turismo y Comunicación, estar un año en el paro mientras hacía cursos de fotografía y encontrarse un poco perdido, Joan Calvet (actualmente de 33 años) decidió hacer un cambio de rumbo a su vida e ir a vivir a Bruselas, ciudad donde vivía su pareja en ese momento. De eso ya hace 5 años y, durante este tiempo, el tarraconense ha aprovechado para estudiar Fotografia a la Escuela Agnès Varda.

–¿Fue muy sorprendente el cambio?

–En Bruselas había estado un par o tres de veces antes de venir a vivir. Siempre me había parecido un país diferentes. No es ni como Cataluña, ni como España ni ningún país del sur. Al principio, me pareció una ciudad y una cultura muy lejana. Y es que es una cultura completamente diferente, con ritmos muy diferentes a los mediterráneos. Después, sin embargo, cuando empecé los estudios y a trabajado en un bar, rápidamente empecé a encontrar un sitio y, al final, como europeos, no diferimos tanto.

–¿Qué es lo más famoso de la ciudad?

–A primer vistazo (o al menos lo que me causó a mí) no es una ciudad que te haga soñar ni enamorarte. Sin embargo, aun así, hay sitios emblemáticos, como la Grand-Place, el símbolo de Bruselas, que es el Manneken Pis –una pequeña escultura de un niño que mea–, o Atomium, un edificio en forma de átomo y que se puede ver desde casi toda la ciudad. Son espacios muy separados y que quedan como anecdóticos dentro de toda la ciudad. En realidad, lo que más me gusta es poder encontrar los sitios donde se respira un poco de vida, porque es una ciudad muy despierta hasta muy tarde. Hace falta perderse por las tabernas, que son el patrimonio moderno de la ciudad, y tomar alguna cerveza, que hay una infinidad.

–¿Es un sitio fácil donde un joven puede encontrar trabajo?

–Es un buen sitio para pasar un momento de la juventud. Además, a nivel cultural son muy abiertos de mente e invitan a poder probar. Laboralmente, hay mucho trabajo, aunque, en ocasiones, muy poco cualificado, pero es una ciudad grande y es capital de Europa. Por lo tanto, hay muchas empresas con mucha oferta y demanda

–¿Qué echas de menos de Cataluña?

–El hecho de no tener un referente de agua. Ni mar ni río. Es una falta muy grande. Parece que te falte un poco de aire para respirar. Evidentemente, echo de menos a la familia y los amigos. A veces, me siento solo y perdido y necesito aquel referente, aunque aquí tengo un entorno muy grande de amigos. También añoro el poder sentarse en un banco de la Rambla o en una terraza del casco antiguo de Tarragona, bajar en dos minutos a la playa, comida de buena calidad...

¿Volverá a Cataluña?

–Es el proyecto de cada año, pero siempre pienso: «El año que viene lo hago». Quizás Tarragona no será la parada final, pero me quiero acercar al Mediterráneo porque echo de menos este espíritu y esta brisa del mar.

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