Solidaridad
«Esta experiencia me está sirviendo para entender muchas cosas»
Un total de 24 jóvenes voluntarios ayudan a arreglar bloques de pisos muy degradados de Campclar y al mismo tiempo aprenden a romper con falsos estereotipos
A los que critican la juventud «de hoy día», la tarea que 24 adolescentes, venidos de toda Cataluña, están realizando de forma voluntaria en el barrio de Campclar, probablemente les romperá los esquemas. Fèlix, Chayma o Andrea, de entre 15 y 16 años, están en Tarragona para echar una mano –literal– a una comunidad de vecinos con unas zonas comunes totalmente destrozadas.
A los residentes de este bloque de la calle Riu Brugent les robaron la puerta del edificio para revenderla como chatarra, hace años que no tienen cristales en las ventanas de las escaleras , las barandillas se han convertido en una especie de alambrada punzante y las paredes, hasta ahora, iban cayendo a trozos. Gracias al proyecto Camps de Trebal impulsado por la Dirección de Juventud de la Generalitat y a la iniciativa Recoopera Ponent, que materializa la Fundación Casal l’Amic –muy arraigada en Campclar-, Julio, José y el resto de vecinos, verán dignificada su escalera, pero con un cierto malestar para que tengan que ser unos jóvenes solidarios, y no la administración catalana, quien lo acabe arreglando. «ADIGSA –la empresa que gestiona las viviendas sociales de la Generalitat– nos tiene abandonados, para cobrar el alquiler sí, pero nunca nos hace caso con nuestros problemas. Queremos que nos traten como personas, no podemos tener el edificio en estas condiciones», observa Julio Ramírez, presidente de la comunidad. «Ha llegado a un punto que, cuando un médico tiene que venir a hacer una visita, en un domicilio, dice que no quiere entrar», comenta enfadado.
Más allá de los problemas con la administración pública que puedan tener los vecinos y volviendo a los jóvenes protagonistas, estos, están descubriendo realidades que no acostumbran a vivir. «Muchos, venían con miedo y con perjuicios, especialmente por la etnia gitana, pero estos días están desmontando muchos tópicos. Se han hecho amigos de ellos. Vienen los gitanos a ponerles altavoces para que tengan música mientras pintan, les llevan agua...», explica Sara Antler, educadora social de la Fundación Casal l’Amic.
Conocer a chicos de los CRAE
Los jóvenes conviven entre ellos –estarán juntos hasta el 14 de julio– en la escuela de Riu Clar, donde también están aprendiendo a rechazar los estereotipos que pesan sobre los chicos y chicas que residen en Centros Residenciales de Acción Educativa (CRAE). Algunos de los integrantes de esta altiplanicie de incansables trabajadores, provienen de estos espacios que acogen a jóvenes con familias desestructuradas. «Esta experiencia me está sirviendo para entender muchas cosas, a mí y a todos. Cuando dijeron que vendrían con nosotros chicos de estos centros, algunos pensaron que robarían cosas y cuando los conoces te das cuenta de que no es así, de ninguna manera», argumenta Andrea, quien ha hecho mucha amistad con la Chayma, una joven de 15 años que reside en un CRAE barcelonés.
Ella pide expresamente aparecer en este artículo, quiere que quede claro que muchos de los jóvenes que viven bajo tutela de la Generalitat, también tienen aspiraciones de futuro. En su caso, sueña al convertirse, algún día, en Educadora Social. «Me gusta mucho ayudar a la gente. Haré la Formación Profesional y después iré a la Universidad», dice convencida. Su monitora Sara, la mira con mucho orgullo.