Mayelen Fouler, escritora
«La idea de escribir sobre los indianos surgió de una cena al Parque Samà»
La escritora tarraconense ha publicado ‘Los trenes del azúcar’, su segunda novela romántica, ambientada a la Cuba colonial
—ha ambientado la novela en la Cuba colonial de finales del siglo XIX. ¿Por qué?
—Porque es una época en la que me habría gustado vivir. Y cuando escribo, me traslado al lugar y momento de la historia, sobre todo durante la fase de documentación, a la cual dedico cuatro o cinco meses. La idea de escribir sobre los indianos surgió en una cena en el Parque Samà. Paseando por la noche por aquellos jardines tan evocadores lo vi claro. También me interesaba tratar la actividad comercial que hubo entre Barcelona y Cuba.
—Los protagonistas son dos, pero también hay muchos secundarios. Es una historia mucho más coral que su anterior novela, En tierra de fuego.
—Sí, en esta ocasión quería ir un paso más allá, que la historia no se basara sólo en la pareja principal, sino que estuvieran rodeados de muchos secundarios. Además, como la historia está ambientada en Londres, Barcelona y Cuba, quería recrear mucho la sociedad de la época, y sobre todo la de Cuba. Allí estaban los indianos, que no sólo eran catalanes, también había muchos ingleses y alemanes. Después había los esclavos, que coexistían con los negros libres y los negros de sociedad, estos últimos eran personas ricas. Por eso necesitaba a muchos personajes que se pudieran identificar con cada uno de los estamentos.
—Los dos protagonistas, de entrada, parecen polos opuestos.
—Los contrastes me gustan mucho, y los dos personajes principales representan la Vieja Europa y el Nuevo mundo. Lisel ha sido educada en la Inglaterra victoriana, y es una persona de carácter frío que contrasta mucho con el protagonista masculino, Willhelm, que es una persona trabajadora que lleva una plantación de azúcar con 2.500 esclavos. A lo largo de la novela se ve la evolución que hace los dos hasta que al final se encuentran (o no, hay que leer el libro).
—Con esta segunda novela, ha acabado de definir su estilo literario?
—Yo creo que ya estaba bastante definido en la primera. Tronco una gran amante del cine, y del primero ya me dijeron que era un libro muy cinematográfico. Las escenas, más que pensarlas y describirlas, las veo, y después las plasmo. Después, en las descripciones, me gusta ser precisa, pero sin redundar mucho, dar cuatro pinceladas, porque de esta manera el lector se hace más suya la historia, más que leerla, la vive.
—Cuáles cree que son los elementos clave de la novela romántica?
—Primero, dos personajes principales que tengan carácter y personalidad, independientemente que sean buenas o malas personas. Hay quien dice que Lisel tiene mucho carácter, o que es muy frío, pero es que las personas somos así, y no para ser protagonistas tienen que ser perfectos. Para mí, es más importante que sean creíbles. Después, todos tienen que tener el suyo presente, que es el que conoce el lector, y también un pasado que explique por qué son como son. De hecho, en esta historia el pasado es muy importante. También tiene que haber una buena trama, con pinceladas de intriga desde el principio hasta el final. Y para acabar, es importante la parte histórica, me gusta que se pueda aprender alguna cosa.
—Esta es la segunda novela que publica con Harper Collins Ibérica, un reputado sello de literatura romántica. ¿Cómo llegó?
—Cuando acabé la primera pensé en dirigirme a una editorial, pero me ofrecían tiradas cortas y presentaciones de proximidad. Entonces vi que en Harper Collins Ibérica hacían un concurso, y me presenté. De 406 novelas escogieron la mía, y la publicaron en papel y digital. Me dijeron que si seguía escribiendo, les gustaría que siguiera con ellos.