Barrios
Un grupo de abuelos de Bonavista batallan para que no les retiren tres bancos
El Ayuntamiento ha dado permiso al bar de delante para instalar una terraza y sacarlos y la policía tuvo que mediar el viernes
Un grupo de personas mayores de entre 70 y 85 años de Bonavista le ha declarado la guerra a uno de los bares del barrio, situado en el cruce entre las calles 20 y 11. El motivo: quieren retirar los bancos donde siempre están de palique para poner una terraza. El propietario del establecimiento de restauración solicitó, hace unos meses, instalar una terraza con varias mesas y sillas. Ahora, el Ayuntamiento le ha dado permiso para ocupar 10 metros cuadrados de la pequeña plaza situada en frente. Esta licencia se ha otorgado para un espacio donde hay tres bancos, situados en forma de cuadrado abierto con el fin de propiciar la conversación, pero ni consistorio ni restaurador han reparado en el hecho de que no son unos asientos cualquiera: se han convertido en punto de reunión de numerosos abuelos y abuelas del barrio, a todas horas, mañana, tarde y, según Ana, una de las ocupantes «algunos días hasta las doce y media de la noche».
El viernes por la tarde, la animada charla de los ancianos se vio interrumpida por un hombre, contratado por el dueño del negocio, que empezó a desenroscar dos de los cuatro tornillos que sujetan una de las estructuras. Uno de los abuelos, en silla de ruedas, se enfrentó a él, ordenándole que dejara de desenrollar los apoyos. Tal fue la molestia de los ancianos, que tuvo que acabar interviniendo una patrulla de la Guardia Urbana con el fin de mediar entre las dos partes. El restaurador mostró a los agentes los papeles con el permiso del Ayuntamiento, pero estos lo emplazaron a realizar el desmontaje en otro momento.
Los vecinos acudieron inmediatamente –según explican– a la presidenta de la Asociación de vecinos de Bonavista, Loli Gutiérrez, a fin de que los ayudara a conservar los bancos «en el mismo sitio donde han estado los últimos 20 años», apuntaba ayer uno de los abuelos, José Montero. La líder vecinal solicitó, el mismo viernes, al consistorio tarraconense que paralizara el permiso de terraza en el espacio que ocupan los bancos.
De momento, según explican los inquilinos del equipamiento, el Ayuntamiento se ha comprometido, «por ahora», a mantenerlos. De hecho, este lunes, ante el gran alboroto ocasionado, un técnico de la Brigada Municipal acudió a la placita para volver a sujetar el primer banco que se iba a retirar. «Si sacan los bancos, te aseguro que nos llevaremos las sillas de casa y nos seguiremos sentando en el mismo sitio. No permitire que nos lo saquen», apuntaba tajante Mari Carmen.
Alguien puede pensar que se trata de un capricho o de una extrema obstinación por un equipamiento que se puede encontrar en cualquier otro punto del barrio, pero las personas mayores explican que se trata de algo más. Para ellos es una cuestión de dignidad. «La mayoría llevamos en este barrio más de 40 años. Hemos estado pagando impuestos toda la vida para tener unas calles en condiciones. Estos bancos nos los hemos ganado», apuntaba a Francisco Soler. El resto de los usuarios asentían de forma contundente. «Yo vivo en el edificio de aquí delante desde la época en que esta plaza no estaba más que tierra, no me parece justo que ahora venga un bar y nos coja un sitio dónde llevamos muchos años reuniéndonos», argumentaba Diego Gómez. «Llegué a Bonavista cuando aquí sólo había seis casas en torno a la iglesia. Este barrio lo hemos levantado entre todos. No es normal que ahora nos echen de aquí», añadía Ana.
El propietario del negocio asegura que su intención no era crear tal polémica: «Yo cuando abrí el bar, ahora hace dos años, pedí el permiso para instalar la terraza en la pequeña calle que da al mercadet, pero no me lo aceptaron. Después pedí que me permitieran poner la terraza en una plataforma, a la zona de aparcamiento que hay delante de la plaza, pero por la elevada circulación, me dijeron que no era posible. Finalmente me han dado el permiso en la plaza y tengo otorgado el espacio donde hay los bancos. Mi intención era simplemente moverlos hacia el fondo de la plaza», desgranaba. De momento sin embargo, no será posible, los tres bancos continuarán donde están y Ana, la Mari Carmen, Diego, Francisco, José y muchos otros inquilinos , podrán seguir viendo la vida pasar, desde su rincón predilecto.