Localizan restos de un edificio de época romana con estructuras de captación de agua fuera de las murallas de Tarragona
Una vez acabada la intervención arqueológica, en el solar del antiguo cuartel de la Guardia Civil, se empezará la construcción de viviendas
La segunda fase de la intervención arqueológica en el solar del antiguo cuartel de la Guardia Civil de Tarragona ha permitido documentar la existencia de un extenso edificio de época romana situada fuera de murallas, en el suburbio nordoccidental de Tarraco. El edificio fecha de una cronología inicial del siglo II dC, de época flavia, aunque también hay evidencias de actividad anterior. La actividad constructiva y funeraria, con hasta cuatro entierros detectados, se reprende a partir de época bajo imperial, entre los siglos IV y VI. Una de los hallazgos destacados es la documentación de una estructura bajo imperial destinada a la captación de aguas subterráneas. La directora de la excavación, Judith Siurana, ha explicado que «los indicios llevan a pensar que no es un espacio residencial, sino un espacio productivo y de almacenaje muy bien ubicado, cerca de una de las puertas de la muralla de la ciudad». Pasado el verano se empezará la construcción de un edificio con 30 viviendas a precio social ya vendidas, 27 aparcamientos, 31 trasteros y dos locales comerciales en la planta baja. La construcción no afectará a los restos arqueológicos.
Los trabajos en el antiguo cuartel de la Guardia Civil, situado en el número 1 de la calle López Peláez, se han desarrollado en dos fases. La primera, iniciada a mediados del 2016, permitió localizar un gran edificio rectangular levantado en época flavia, del siglo I al siglo II. La segunda fase, arrancada a finales del 2017 y que se dio por finalizada hace dos semanas, ha permitido definir toda la zona perimetral y acabar con la exhumación de otros restos. Así, se ha acabado documentando que este es un asentamiento importante extramuros.
La segunda fase ha sido la que ha conseguido localizar una serie de estructuras asociadas a la captación de vetas acuíferas en la zona, fechadas del siglo IV o V. Concretamente, según ha explicado la arqueóloga municipal Pilar Bravo, se ha encontrado una galería excavada en la roca, con peldaños y cubierta de vuelta de cañón. En su tramo final se encuentra recortando el nivel natural de márgenes, de manera que queda acondicionado el espacio con acceso a la veta acuífera natural.
Por otra parte, se ha documentado otra cavidad subterránea, del siglo II, con acceso mediante un arco de media punta abierto al muro que delimita el gran edificio del siglo II por su límite oeste. En el fondo de esta cavidad se ha encontrado otra surgencia de aguas naturales, aunque su funcionalidad no parece asociada al aprovechamiento de aguas sino más bien al control de las humedades que provoca la veta acuífera.
La directora de la excavación ha explicado que el espacio queda ordenado con una serie de habitáculos, con zonas orientadas al noroeste, sureste, en qué destacan «dos grandes naves dedicadas al almacenaje de productos y una serie de pequeñas cámaras perimetrales» pavimentadas con 'opus caementicium', el cemento romano, utilizado en cisternas, almacenaje de líquidos o espacios de trabajo. Por todo ello, se apunta al hecho de que el edificio podría corresponder a un espacio productivo o de almacenaje, junto a una de las puertas de la muralla.
«Adelantarlo es atrevido, pero parece una construcción si no de carácter público de un promotor con mucho poder económico», ha explicado Siurana, que ha justificado su opinión señalando que la edificación parece que tenía más de una planta de altura, además de estar construida con 'opus caementicium' y reforzada con grandes sillares de piedra. «Hace pensar en construcciones que encontramos dentro de las murallas, como el foro provincial», ha detallado.
Por otra parte, se aventura que a mediados del siglo III, el edificio empieza a ser abandonado y acaba degradándose y se reciclan elementos, como los sillares, que son extraídos. Este siglo registra una importante crisis: «hay invasiones bárbaros e incendios, situaciones muy convulsas,» explica el arqueólogo municipal, Joan Menchón.
A partir del siglo IV, el edificio se vuelve a recuperar y se reanuda la actividad, con muros que definen nuevas cámaras. Está en este contexto en que se produce «otra manera de pensar», según Menchón: «la convivencia entre los espacios de los muertos y de los vivos». «En la época tardorromana encuentras viviendas junto con entierros», a diferencia de lo que se hacía hace unos años y que también se hace ahora. En el solar del antiguo cuartel se registran cuatro entierros.
A partir del siglo V y VI, ya no disponen de los acueductos en condiciones óptimas: «esta estructura habla de que los recursos hídricos son difíciles de encontrar y se construye este elemento», con al menos una cavidad, «para aprovechar el agua de esta zona», ha explicado Siurana.
La concejala de Patrimonio de Tarragona, Begoña Floria, ha celebrado como se han llevado a término los trabajos en este espacio en el marco de los conjuntos arqueológicos de Tarragona como Patrimonio Mundial por la Unesco: «el hallazgo que tenemos es el exponente de integración del urbanismo contemporáneo, del siglo XXI, con edificios con 2.000 años de historia».
De hecho, se garantiza que las obras de construcción de una treintena de viviendas, de entre 65 y 105 metros cuadrados, no tendrán ningún efecto en los restos. Así, se pondrá una losa de cimentación que quedará sustentada con pilotajes que sortearán los restos, de manera que prácticamente «todo quedará cubierto», según Bravo. El espacio será accesible, pero sólo para los investigadores.
En este espacio, hace dos años se recuperaron también dos piezas escultóricas de cabezas de équido, consideradas de alto valor, en bronce de época romana. También hace dos años se encontró la tumba con el esqueleto de un chico joven.