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Emergencias

«En una situación crítica como el atentado todo el mundo sabe qué hacer y donde estar»

Los jefes dej servicio de Joan XXIII la noche del ataque, la directora del hospital de Cambrils y los psicólogos de Cruz Roja, explican cómo fue la atención a los heridos

Imagen de los responsables sanitarios del Juan XXIII la noche de los atentados.

«En una situación crítica como el atentado todo el mundo sabe qué hacer y donde|dónde tiene» que «estar»Gerard Martí

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Cambrils, 18 de agosto, pasan siete minutos de la una de la madrugada. Un agente de Mossos d'Esquadra da el primer aviso del ataque terrorista. Minutos después, el Sistema de Emergencias Médicas (SEM) pone en alerta por radio a los hospitales del territorio: posible atentado, con un número todavía indeterminado de víctimas.

Tanto al Joan XXIII como en el hospital ligero de Cambrils activan el Protocolo de actuación por emergencias con múltiples víctimas. La supervisora general de enfermería de Joan XXIII aquella noche, Marisa Pedrol, ordena abrir la sala de contingencia del servicio de Urgencias y se bajan camas de planta para meter a tantos heridos como sea necesario. El doctor Gonzalo Sirgo, jefe de guardia en el hospital aquel día, baja a la unidad de atención urgente para coordinar el dispositivo. Este médico intensivista de la UCI ya tiene experiencia en la atención médica en ataques terroristas: el 11 de marzo del 2004 trabajaba en el hospital 12 de Octubre de Madrid, uno de los centros que más víctimas recibió. «Me dijo, tranquilidad, irá bien, es imposible que salga mal, todos sabemos lo que tenemos que hacer, lo hacemos diariamente», explica a este diario la médico adjunta de Urgencias, Nuria Alba.

«El problema en aquel momento era saber si había exclusivamente adultos heridos o también niños pequeños, para preparar el área de Pediatría. La otro dificultad era mantenernos ajenos a todo lo que estaba sucediendo fuera. Había que hacer un ejercicio de abstracción», recuerda Sirgo. «La sensación era la misma que viví en los atentados de Madrid: había una concentración de profesionales que no era individual, era colectiva. En aquellos momentos, la comunicación es más fácil, todo el mundo hace las cosas que sabe hacer con un elevado estado de alerta», resume la jefa médica de aquella noche.

«Me gustaría poner el acento en que somos un hospital de referencia, con especialistas de un nivel altísimo y una formación tremenda. Eran patologías que nosotros dominábamos con precisión, por lo cual pierdes el miedo a lo que pueda suceder,» argumenta el intensivista. «La preocupación era más por la magnitud que por la tipología de los casos», puntualiza Pedrol. Y es que, entre el aviso del SEM y la llegada del primero de los tres pacientes graves que finalmente fueron trasladados al hospital tarraconense, pasó cerca de una hora. El SEM realizó la primera atención médica en el mismo paseo marítimo de Cambrils.

«Aquellos minutos que tú no sabes exactamente todo lo que llegará, evidentemente, son angustiantes», apunta la doctora Alba. Al Joan XXIII se trasladó aquella madrugada a la mujer de Zaragoza de 61 años que moriría horas después de ser atropellada por el Audi A3 que conducían los terroristas, su marido, que se pudo recuperar de los graves traumatismos por la embestida del vehículo y el hombre de 54 años que fue apuñalado en la cara con un cuchillo, por el único terrorista que consiguió emprender, brevemente, la huida.

En Cambrils, primeros traslados

En el hospital ligero de Cambrils, situado a un kilómetro exacto de la rotonda del club náutico, su directora, la doctora Lidia Ríos, ordena triplicar al personal sanitario.

En cuestión de minutos, médicos y enfermeras reciben la llamada para acudir. Este centro fue el primero a recibir víctimas: el SEM deriva a la Mosso d'Esquadra (gravemente herida al ser atropellada por el vehículo de los terroristas) que realizaba, junto con su compañero de patrulla, el control policial en la rotonda del paseo Marítimo. Gracias a la presencia de los agentes en este punto, el ataque que podrían haber llegado a perpetrar en primera línea de costa, queda neutralizado en pocos minutos.

A la llegada de la Mosso al servicio de Urgencias, se suma la del hombre de 54 años apuñalado en la cara. Una vez estabilizados, la agente policial es trasladada a Barcelona y el otro herido, que requiere una intervención quirúrgica de urgencia, es derivado al hospital Joan XXIII donde se acabaría recuperando. «En un primer momento vaciamos parcialmente la sala de Urgencias, que como es lógico en pleno agosto, se encontraba llena. Los pacientes siguieron todas las instrucciones», recuerda agradecida la doctora Ríos. «Parece que en un pueblo pequeño como Cambrils no pueda pasar nunca nada así, pero es muy importante estar siempre preparados para afrontar lo peor», remarca la médico, explicando que en el centro hospitalario se realiza, dos veces al año, un simulacro de activación del Protocolo de actuación por emergencias con múltiples víctimas. «Aquel mes de junio lo habíamos realizado. Se repasan todos los puntos del protocolo», puntualiza. «En una situación tan crítica como esta que vivimos, te da mucha seguridad porque todo el mundo sabe qué es lo que tiene que hacer y dónde tiene que estar», indica Ríos.

En los primeros minutos de la tragedia, cuando no existían muchas certezas, la doctora recuerda que en el centro se vivió una situación muy similar a la de Joan XXIII: «Había un poco de angustia, qué está pasando, qué vendrá... Pero era importante mantener todos la tranquilidad», razona. Aparte de los dos heridos graves, en el centro cambrilense se atendieron a una treintena de personas más con ataques de ansiedad o contusiones durante la huida del paseo Marítimo. «Tuvimos que ofrecer mucho apoyo psicológico. Se trataba sobre todo de dar mucha tranquilidad a los pacientes», expone la responsable. Aparte de la primera atención psicológica, el centro realizó, en las semanas posteriores, un seguimiento a seis pacientes que habían sufrido fuertes situaciones de estrés durante el ataque terrorista.

Cruz Roja, la atención psicológica

A la una de la madrugada, a la misma hora que se producía el ataque de Cambrils, varios psicólogos voluntarios de Cruz Roja, de toda la provincia, estaban citados en la sede central de la carretera de Valls para emprender el viaje a Barcelona. A las seis de la madrugada tenían que empezar a recibir y atender a los familiares de las víctimas extranjeras del atentado de las Ramblas que irían llegando al aeropuerto del Prat. Ante el acto terrorista en la Costa Daurada, el ERIE de Cruz Roja (Equipo de Respuesta Inmediata en Emergencias) divide a sus profesionales. Un grupo se desplaza pocos minutos después del suceso, en Cambrils y el otro viaja a Barcelona. «Cuando llegamos al hospital de Cambrils, la policía nos dijo que estaban pendientes por si podía suceder algún otro hecho en la zona de Vilafortuny y Salou, así que nos desplazamos hacia allí por si hacía falta ayuda», recuerda Àngel Tomàs, responsable de Emergencias en la base de Tarragona. Lourdes Carrascón, reconocida psicóloga de Cruz Roja con varias distinciones a lo largo de su carrera, accede a la zona cero del atentado pasadas las tres de la madrugada, cuando Mossos les permite el acceso. «Una vez allí, miramos la prioridad de las personas que necesitan atención psicológica y distribuimos la acción también a la gente que se encontraba alrededor», expone. Su tarea fundamental se producirá, horas después, con la llegada de los familiares de las seis víctimas resultantes del atentado, en los hospitales de Joan XXIII y Santa Tecla, donde permanecerán a su lado dándoles apoyo y tratarán de resolver cualquier gestión, como la estancia.

Atención a familias a pie de avión

En Barcelona, los psicólogos Omar Kassen, Joana Rodríguez y Carme Muñoz, junto con otros profesionales de Cruz Roja de Cataluña, acompañados del responsable provincial de Emergencias, Paco Túnez, empiezan a atender a los familiares que van llegando al aeropuerto. Los recogen a pie de pista y los trasladan a una sala especial habilitada. Es una situación difícil: «La gente llegaba a un país donde se ha producido un atentado contra un miembro de su familia y no sabe nada de esta persona. En función de cada víctima, los Mossos los trasladaban al hospital donde estaban ingresados o al Instituto Anatómico Forense», recuerda Rodríguez. «Es una situación donde no están para escucharte mucho, ellos sólo quieren ir a ver lo que han venido a ver. Es necesario calmarlos, gestionar las emociones y ver si pueden afrontarlo», añade.

En la intervención de estos profesionales presentados, hay que sumar la tarea de tantos otros servidores públicos durante aquellas funestas horas.

Imagen de parte del equipo de Cruz Roja que ofreció atención.

«En una situación crítica como el atentado todo el mundo sabe qué hacer y donde|dónde tiene» que «estar»Gerard Martí

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