Enric Bertran Garcia de Olalla: De Tarragona a Heidelberg
«No me esperaba añorar tanto el mar, cuando vengo de visita, tengo que ir a 'tocar ferro'»
Este tarraconense de 23 años está estudiando un master en Biología Molecular en la Universidad de Heidelberg
— ¿Qué motivos lo llevaron a marcharse de casa para ir a vivir al extranjero?
— Cuando estaba a punto de acabar los estudios, noté que tenía ganas de seguir estudiando. En tercero de Genética, decidí rechazar la opción de hacer un Erasmus durante el último curso porque había diseñado el final de mi grado de una forma muy concreta y, por qué no decirlo, relajada, para compensar unos años más bien intensos, y fue un año semisabático. Por este motivo, me habían quedado las ganas de pasar una época de mi vida en el extranjero, y tenía la impresión que, teniendo la oportunidad, había que aprovecharla. Me decanté por Alemania, ya que siempre me había llamado la atención.
— ¿Cuáles son las principales diferencias entre Alemania y su casa?
— Aquí el día empieza más pronto que en casa, con respecto a los horarios, y también de forma literal. Eso se nota mucho en verano, ya que llega un punto en que el amanecer es alrededor de las cinco y media de la madrugada. Con estos horarios, todo se adelanta y, personalmente, lo he notado mucho con las comidas. Una cosa que me ha sorprendido es la cantidad de mercadillos que se celebran por aquí, empezando por las redes sociales, donde fácilmente se puede conseguir cualquier cosa de segunda mano a buen precio o incluso gratuitamente, hasta mercados de las pulgas, organizados por diferentes entidades o por particulares, y sin olvidarse de los famosos mercados de Navidad, donde siempre es agradable tomarse una taza de vino caliente.
—¿Desde que llegó ha vivido alguna situación que no se hubiera imaginado nunca?
—A pesar de ser una ciudad universitaria, las opciones para vivir en Heidelberg son muy limitadas. Me fue difícil encontrar un lugar de residencia y eso, me hizo acumular muchos nervios, que se sumaban a los que tenía por el hecho de marcharme a vivir en el extranjero y por el hecho de empezar esta aventura el día 1 de octubre de 2017, que ya de por si fue intenso. No sé si fue la causa directa, pero dos días antes de marcharme, se me inflamó la parte interior de la nariz y se me hinchó toda la cara, hasta el punto que el médico me recomendó retrasar la fecha para marcharme. Pero no lo hice, y finalmente, aquel día, después de votar, me marché a Alemania, a un albergue, sin casa fija y con la cara hinchada.
—¿Qué es lo que más echa de menos de casa?
—La primero que me viene en la cabeza es mi gente. También, el buen tiempo. En Tarragona hace unos cuantos años que no hace frío de verdad durante el invierno. De hecho, necesité comprarme una chaqueta también de verdad para sobrevivir en invierno. Lo que sí que no me esperaba echar tanto de menos es mirar el mar. Admito que cuando vengo de visita a Tarragona, de las primeras cosas que hago es ir a 'tocar ferro'.
—¿Qué costumbre del país actual se llevaría hacia Cataluña?
—Destacaría la capacidad de reinventar diferentes espacios de la ciudad y, en especial, los que han tenido un pasado de carácter militar. Un ejemplo es una de las cantinas de la universidad situada en la parte antigua, que se encuentra en un antiguo edificio con usos de defensa, y también la parte sur de la ciudad, donde se localizan las que habían sido cuarteles militares. De hecho, yo estoy viviendo en una de ellas. Pienso en eso y, desgraciadamente, me vienen a la mente ejemplos de casa como el de la Tabacalera o el Banc de España...
— ¿Tiene intención de volver pronto o de momento no?
—¿De visita, seguro! Mi estancia en Alemania, sin embargo, se alargará como mínimo hasta el verano del próximo año, ya que el master que estoy cursando dura dos años. Todavía estoy pensando que haré después.