Adrià Soler: De Tarragona a Berlín
«Envidio la concienciación de los alemanes con el medio ambiente y el reciclaje»
Adrià Soler, recepcionista de un hotel en Berlín, destaca la «puntualidad y organización» de los alemanes y su capacidad para vivir sin «estrés»
—¿Qué hace en Berlín?
—Trabajo como recepcionista en un hotel. Llegué a la ciudad en el 2016. Antes, había pasado tres veranos en la ciudad.
—¿Qué motivos lo llevaron a marcharse de casa para ir a vivir en el extranjero?
—Me gusta mucho explorar nuevas culturas. El alemán es un idioma muy importante para trabajar en el sector del turismo y la experiencia profesional fuera de casa también era un aliciente.
—¿Cómo ha sido su trayectoria profesional hasta ahora?
—Hice un ciclo de formación profesional en hostelería y turismo. Después, estudié el Grado Universitario de Turismo en Barcelona y vine aquí en Alemania.
—¿Cuál fue su primera impresión del país al llegar?
—Está lleno de historia. Hace 30 años cayó el muro de Berlín, el impacto que tuvo la II Guerra Mundial, etc. Me gusta la tolerancia y el respeto entre la gente que vive aquí. No están estresados. La gente es muy tranquila y educada. Me sorprendió la cantidad de arte que hay por las calles, así como los espectáculos de danza y de música.
—¿Cuáles son las principales diferencias entre Berlín y Tarragona?
—El tiempo, la comida, la forma de ser. Son personas más tranquilas y más frías. Una vez que aprendes el idioma, sin embargo, te das cuenta de que tampoco son tan fríos. También depende mucho de la persona. Dicen que Berlín sale de los parámetros de lo que es el resto del país.
—¿Cuáles son los lugares más característicos de su nueva ciudad de acogida?
—El parque Mauerpark, donde puedes encontrar antigüedades, ropa de segunda mano en muy buen estado, vinilos de los años 60 y 70, joyas, etc. Muchos artistas hacen música en vivo y utilizan el parque para darse a conocer. Es un buen plan para pasar todo el domingo. Otro lugar que recomendaría es Holzmarkt, un casal cultural que organiza acontecimientos sociales y de ocio. El parque Templeholf me da la sensación de horizonte. Es un antiguo aeropuerto de la época soviética. Cuando estoy allí, es como si estuviera en la playa Llarga de Tarragona.
—¿Qué destacaría de la manera de trabajar del país?
—La puntualidad y la organización. Cuando he trabajado me he dado cuenta de que el servicio es más más fluido. El tópico de Alemania, según el cual todo está mejor organizado es cierto, pero tampoco hay mucha diferencia con la experiencia que tengo trabajando en España. Sí que nos ven como un país donde echamos más la siesta, que quizás somos más vagos, pero tampoco hay mucha diferencia. El sistema del transporte lo tienen muy bien organizado. Para coger la baja no hay ningún problema. El sistema sanitario también funciona bastante bien.
—¿En la hostelería se pagan todas las horas extra?
—He trabajado con contrato a jornada completa 40 horas semanales en la recepción y no he hecho ninguna hora extra. En la cocina sí que alguna vez he hecho, pero las pagan todas siempre.
—¿Cuánto cobra un camarero en Alemania?
—El salario mínimo es de 9 euros la hora, unos 1.800 brutos, que es lo que cobro yo, aproximadamente. Se pagan muchos impuestos. Estoy compartiendo piso en el centro con dos personas más. Pago un alquiler de 350 euros con gastos incluidos y se puede vivir bien.
—¿Qué costumbre del país actual se llevaría hacia Cataluña?
—El nivel de concienciación que tiene la gente con el medio ambiente y el sistema de reciclaje. Si llevas las botellas al supermercado, te devuelven dinero. Creo que es una manera equilibrada de tener las calles limpias e invitar a la gente que reciclar.
—¿Tiene intención de volver pronto?
—Casualmente vuelvo la semana que viene a Tarragona y me marcharé a Francia a trabajar diez días como recepcionista en unos apartamentos de una estación de esquí. Después de pasar la Navidad en familia, en enero me marcharé a Suiza a trabajar en una cafetería y un restaurante a pie de pistas.