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«Los vietnamitas son igual de caóticos en el trabajo que en la carretera»

El ebrense Xavier Demattey, de 29 años, se ha adaptado a la rutina de la ciudad de Lo Chi Minh, donde trabaja en un despacho de arquitectos

Xavier Demattey, en una imagen de sus viajes.

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—¿Cómo ha sido su trayectoria profesional hasta ahora?

—Estudié la Licenciatura de Arquitectura en la Universitat Ramon Llull de Barcelona. Las prácticas las realicé en un estudio de la ciudad. Seguidamente, a raíz de hacer un Master de Diseño de Interior en Florencia, me surgió la posibilidad de trabajar en Lisboa. Aquel año conocí gente que había trabajado en el sureste asiático que me recomendó la experiencia. De esta manera acabé en la ciudad de Lo Chi Minh, en Vietnam, donde vivo desde septiembre de 2017.

-—¿Qué motivos lo llevaron a marcharse de casa para ir a vivir al extranjero?

—Básicamente me motivó la intriga de conocer nuevas culturas y maneras de trabajar, ideas, la gente, etc. Si trabajaba en Vietnam, después podría trabajar por todo el sureste asiático. La experiencia y las ventajas de esta de cara a mi carrera y el futuro personal es lo que me convencieron.

—¿Cuál fue su primera impresión del país al llegar?

—El primero que sientes cuando sales del aeropuerto es la bofetada de la humedad del clima tropical característico y el caos del tráfico y las motos que aparecen por todas partes.

—¿Fue muy sorprendente el cambio o fue, más o menos, tal como se lo había imaginado?

—Al principio significó un choque enorme, nunca había estado en el sur-este asiático y sólo había oído hablar. Las primeras semanas fueron una locura: trabajar con vietnamitas, la comida, el transporte, pero me acostumbré bastante rápido, también gracias a los muchos expatriados que se encuentran en la misma situación.

—¿Cuáles son las principales diferencias entre el Vietnam y Catalunya?

—Hay muchas cosas diferentes. No tenemos estaciones, vivimos en un verano indefinido con épocas de más o menos lluvia. Cuando sale el sol, a las seis de la mañana, la gente ya se empieza a mover. Ves las personas mayores haciendo ejercicios, yoga, instalando puestos en la calle, la gente desayuna el famoso pho (sopa de nudels con carne y verduras) y o (baguette de influencia francesa con cerdo y verduras). El horario en el trabajo es muy europeo. Empezamos a las 9 horas y acabamos a las 18 horas. Comemos a las 12 horas, echamos la tradicional cabezada, sea en el mismo escritorio sentado o en sacos de dormir estirados en el suelo. Los vietnamitas adoran el café y hay muchos locales especializados que lo venden. Es la bebida de los encuentros sociales y lo toman entre amigos. Siempre lo hacen, de manera peculiar, con el filtro por goteo directamente encima del vaso.

—¿Qué destacaría de la manera de trabajar del país?

—En general hay una falta de profesionalidad y organización. Son casi igual de caóticos en el trabajo que en la carretera. Sin embargo, cada vez están más preparados y han mejorado de manera increíble con el inglés. De hecho hay mucha demanda de profesores nativos. Un rasgo positivo que destacaría es la manera relajada que tienen al trabajar. No ves estrés y la gente está contenta. En la calle ves pocos vagabundos. Todo el mundo hace algún tipo de trabajo y saben ganarse la vida con muy poco.

—¿Desde que llegó, ha vivido o le ha pasado algo curioso de que no se hubiera imaginado nunca?

—Las inundaciones son toda una aventura, en función de la zona de la ciudad. Es frecuente volver a casa y encontrarte una calle donde el nivel del agua llega hasta las rodillas. La gente que viaja en moto viste con impermeables de cabo a rabo. Un día salimos a la calle con los colchones inflables de la piscina. ¡Fue todo un espectáculo!

—¿Qué costumbre del país actual se llevaría a Cataluña?

—Me gusta la actitud emprendedora y la facilidad de adaptación. Ho Chi Minh es muy dinámica. Abren y cierran negocios continuamente. Los vietnamitas se reciclan constantemente. La mayoría de compañeros del despacho tienen negocio propios. Son bastante flexibles a la hora de crear nuevas empresas.

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