Noemí Aranda Pérez: Estudiante de formación dual del Vendrell en Kongress Hotel Potsdam
«En Alemania se valora bastante más lo que deseas estudiar»
Noemí Aranda tiene 24 años y hace dos años y medio que está en Potsdam (Alemania) para estudiar y trabajar al mismo tiempo en un país extranjero
—¿Cómo ha sido su trayectoria profesional hasta ahora?
—Supongo que con 23 años en España no tienes gran trayectoria profesional, pero sí que estudié bachillerato e hice selectividad. Quería estudiar de educadora social, pero por motivos personales no fue el momento. Y decidí trabajar e independizarme antes de irme a Alemania.
—¿Qué motivos la llevaron a marcharse de casa para ir a vivir en el extranjero?
—Pasaba por un momento complicado y me ofrecieron apuntarme a un proyecto para jóvenes que iban a hacer una formación dual en Alemania. Necesitaba tanto marcharme y poder respirar aire nuevo que no lo pensé y dije que sí.
—¿Cuál fue su primera impresión del país al llegar?
—Llegué llorando, tenía mucho miedo, no tenía ni idea del idioma. Estaba sola, los jóvenes que vivían conmigo todavía no los conocía. Y mi pareja llegaba unos días más tarde. Íbamos de camino a nuestra nueva casa y yo sólo podía mirar por la ventana del tren, cada vez me gustaba más lo que veía. Mucho color verde, edificios super antiguos, como si fueran de película, la gente hablando un idioma tan complicado. Es un proceso complicado pero tienes que ir muy positivo para no querer marcharte la semana siguiente.
—¿Fue muy sorprendente el cambio o fue, más o menos, tal como se lo había imaginado?
—Fue sorprendente porque te imaginas todo color de rosa, todo fácil, pero no lo es. Llegas a un país que no se parece nada al tuyo, con un idioma que ni las vocales suenan igual a las tuyas y lo único que tienes de este nuevo idioma són cuatro meses. Suficiente para decir tu nombre, de donde vienes y poco más. Y es difícil la adaptación.
—¿Cuáles son las principales diferencias entre Potsdam y su casa?
—Vengo de un pueblo en el que todo el mundo se conoce, mi madre tiene una tienda, eso quiere decir que caminas por la calle y todo el mundo te saluda. Pero ahora que estoy en Potsdam veo tantas cosas que nos hacen falta en Cataluña. Potsdam es un pequeña ciudad. Pero su transporte público es perfecto, los horarios se respetan, funcionan casi las 24 horas del día. Los niños pequeños van solos a la escuela, cogen su transporte y llevan colgando una tarjeta de identificación, pero no tienen miedo de salir a la calle solos. Aquí todo el mundo va en bici cada día, a trabajar, a comprar, cuando quedas con los amigos en verano para ir al lago vamos en bici. Aquí nadie coge nada de nadie, puedes dejar tu bici fuera, en la calle, todos los días que estará entera. Es todo más sano quizás, más rural. Sí que es una ciudad y no todo el mundo te conoce. Y tampoco tiene playa que es lo que más echo de menos. Y me encantaría tener los horarios de los bares de allí, aquí en Potsdam, con las tapas. Me encantaría coger lo que más me gusta de aquí y lo que echo más de menos de allí y hacer una nueva ciudad.
—¿Qué destacaría de la manera de trabajar del país?
—El Estado español quizás tendría que estudiar la formación y la formas de hacer que tienen aquí. Tienen otra mentalidad a la hora de los estudios y formaciones. Te preparan desde los dieciséis años para empezar a estudiar lo que realmente te gusta. Y llegues a los dieciocho con ideas claras y no perdidos como llegamos muchos de nosotros. Aquí las formaciones (Grado Medio o Superior) son remuneradas. Eso quiere decir que durante tres años estudias dos días a la semana en la escuela y trabajas tres días con un contrato y una nómina mensual. ¿Acabas la formación? Perfecto para el mundo laboral. ¿Decides ir a la universidad? No tienes que sufrir, aquí no se paga la universidad y tienes la posibilidad de hacerla intensiva que son dos años o la de cuatro para poder trabajar. Aquí los que hacen la carrera de magisterio no tienen que hacer oposiciones. Acaban y tienen trabajo. Aquí se valora bastante más lo que deseas estudiar y todos los estudios están igual de valorados.
—¿Desde que llegó, ha vivido o le ha pasado algo curioso de que no se hubiera imaginado nunca?
— Caminar por el agua. En enero y en febrero los lagos se congelan, para que la gente pueda salir con amigos o con familia a patinar, a tirar de un trineo.
—¿Qué costumbre del país actual se llevaría a Cataluña?
—Me llevaría poder ir en bici a todas partes, aprovechar el estar por la calle hasta el último momento y la Navidad tal como se vive aquí.
—¿Tiene intención de volver pronto?
—Me quedan siete meses para volver a casa. Tengo muy claro que en agosto volveré. Aunque no tengo claro si será definitivo o quizás buscaré otro país.