Denuncian un caso de discriminación lingüística en un bar de la ciudad
El dueño justificaba su desconocimiento del catalán en que «estamos en España y se habla español»
Un hombre y una mujer, vecinos de Tarragona, sufrieron, según relatan, un caso de discriminación lingüística y mal trato en un bar del centro de la ciudad. Según explican, el martes a las nueve de la noche fueron «a comer» al BarSuper –ubicado en el número 26 de la calle Reding- antes de ir al cine. El bar estaba lleno y tuvieron que quedarse en la barra. Acto seguido, le dijeron a un camarero, de unos veinte años: «Querría tomar un bocadillo», asegura la afectada I. P. al Diari Més. La reacción de este trabajador, que afirmaba no entenderla, no gustó a la cliente, no por un tema de lengua sino por el trato que le habían ofrecido y el tono en que se habían dirigido.
La situación se enrareció hasta tal punto que esta pareja se sintió incómoda, aunque había cambiado al castellano, a la hora de pedir los bocadillos. Finalmente decidieron marcharse diciendo «adeu», según asegura la afectada de forma «cordial». Fue poco después, a la salida del bar y ya en la calle, que el mismo camarero salió y se dirigió al hombre, en castellano: «Dígale que tiene muy poca vergüenza».
Aquí es donde empezó la discusión, ya que la pareja pidió ver al gerente, que al llegar le lanzó, también en castellano: «Estamos en España y aquí se habla español». Ante eso, solicitaron hacer uso de la hoja de reclamaciones, que se lo negaron «repetidamente» ya que los dueños no los consideraban clientes porque no habían consumido nada. Durante este rato, dentro del bar, y con una mayoría de clientes en contra suya, según la afectada, «que debieron ser habituales» los dueños llamaron a la Guardia Urbana. Según el acta policial, el dueño explica que «es de fuera de Cataluña» y que «no entiende el catalán» y que este habría sido el origen del conflicto y, aparte, aseguraba que «la pareja no quería marcharse del local». Allí mismo, con la policía, la pareja pudo rellenar la hoja de reclamaciones y, después, las dos partes se dirigieron a los Mossos d'Esquadra para tramitar una denuncia por injurias. Y es que, entre las cosas que se llamaron, están las palabras «puta» –hacia la cliente– y «fachilla» –hacia el camarero.
La pareja relata que los insultos empezaron después de que ellos se marcharan del bar y que el primero en comportarse de una manera agresiva fue el camarero cuando salió a la calle. Ya en el interior del bar, una vez volvieron a entrar, hubo «empujones» y «gritos». La respuesta de los Mossos, una vez fueron a presentar la denuncia, fue que «los empujones no se consideran agresión» y que, en todo caso, la denuncia se tendría que presentar por injurias. El día siguiente por la mañana I. P. se dirigió a la Oficina de Garantías Lingüísticas para, a través de Consumo, tramitar una queja por el trato a clientes y por el presunto caso de discriminación lingüística.