«Soy como soy gracias a la Alverna»

Este sábado el Agrupamiento Escucha y Guia Alverna ha hecho uno de los principales actos de celebración del 50º aniversario. En una acción cargada de simbolismo, los actuales miembros y toda la familia alverniana se encontraron en la plaza de Sant Fructuós de Tarragona, donde tienen la sede, para plantar una encina acompañada de una placa que rezaba «50 años arraigados en la ciudad». De esta manera ponen en marcha un año de celebraciones que, tal como detallaba Júlia Abelló, una de las jefas del AEiG, gira alrededor de tres grandes ejes: el mismo agrupamiento, la ciudad que les ha visto nacer y hacerse grandes, y todas las personas que, en estas cinco décadas, han estado vinculados de una manera u otra. «Hemos puesto en marcha el proyecto de los Mil alvernians, para tratar de saber con exactitud cuánta gente ha formado parte y conseguir el contacto», añadía Abelló. La voluntad es que todas estas personas puedan asistir a la cena de aniversario que se celebrará el próximo 15 de junio. Otras acciones programadas son la Fiesta Mayor de la Alverna, que tendrá lugar los días 11 y 12 de mayo, y que pretende ser una celebración con la ciudad, y el viaje hasta la montaña italiana que da nombre al cau, que se hará con todos los miembros del agrupamiento a finales del mes de agosto. Además, se está preparando una exposición de los 50 años de historia de la entidad, que abrirá puertas el próximo mes de marzo.

El origen del Alverna se remonta al año 1969, cuando tres miembros del Agrupamiento Robert de Aguiló visitaron al padre Maties, entonces guardián del Convento de los Capuchinos, con la intención de formar un nuevo agrupamiento escucha. Escogieron los colores del fular pensante en el lila, que representa el Campo de Tarragona, y el verde, el color de la esperanza, y se llamaron Alverna por la montaña de la región de la Toscana donde se dice que Francesc de Asís acostumbraba a hacer largas estancias.

Un latido constante

A día de hoy la Alverna late con más de un centenar de miembros, entre niños y jefes, además de los Antiguos y Amigos. La razón de ser del cau la explica Júlia Abelló: «Nuestra intención es educar a los niños en el ocio, pero trabajando los valores universales, a fin de que lleguen a ser personas críticas en un futuro. La frase que lo define es Hacemos escultismo para poder cambiar el mundo, y es lo que buscamos, dar a los niños este contrapunto o complemento a aquello que aprenden en la escuela».

La misma Júlia ha sido vinculada al AEiG desde que tenía nueve años, y ahora que tiene 25, y hace las funciones de cabeza, asegura que todo este trabajo acaba dando sus frutos: «Yo soy como soy gracias a la Alverna, porque en el cau se viven toda una serie de cosas, de manera presencial, que no dejan indiferente. He tenido la suerte de que mis amigos también son de la Alverna, y he vivido con ellos unas experiencias y hemos creado unos vínculos que son los que realmente han acabado perdurando», dice.