Eloïsa Valero: Coordinadora, junto con Thais Salvat, del proyecto 'L'artista va a l'escola'
«Creemos que el arte tiene que servir para que los alumnos aprendan a reflexionar»
La exposición del proyecto ‘L’artista va a l’escola’ se puede visitar hasta el 28 de febrero en el Espai Jove Kesse de Tarragona
'L’artista va a l’escola’ nació en Tarragona en el 2014 para acercar a las aulas los lenguajes artísticos contemporáneos de la mano de los mismos artistas, que trabajan con docentes y alumnado de educación primaria, secundaria y bachillerato.
—¿De qué manera se gestó, este proyecto?
—Thais Salvat y yo somos profesores de plástica en los institutos Martí Franquès y Torreforta. Habíamos invitado artistas, y nos habíamos dado cuenta de que, cuando interviene un artista, la dinámica de clase cambia, es más atrevida, porque él se atreve a hacer cosas que nosotros no haríamos. Además, son profesionales de su trabajo, así que nos ofrecen una información de primera mano, y nos muestran su manera de hacer. Por otra parte las dos coincidimos en que el pensamiento creativo se puede aplicar en cualquier faceta de la vida, no sólo en la artística. Y nos hemos dado cuenta de que las nuevas generaciones son perezosas para pensar y ser creativas, quizás porque tienen referentes en cualquier sitio, sólo con que abran el móvil ya tienen mil ejemplos de lo que sea, son más copistas que generadores de ideas.
—¿De qué manera se hace posible la confluencia entre el lenguaje del artista y el de los estudiantes?
—En este sentido hemos tenido algunos momentos fáciles y algunos más difíciles. Algunos artistas que han participado son profesores de la Escuela d'Art de la Diputació, y esta vertiente pedagógica quizás la tenían más presente, pero también hemos tenido otros a quienes no les ha resultado tan fácil. Recuerdo el caso de Maite Serna, que ha hecho de artista y restauradora, pero no ha sido nunca profesora. En uno de los testimonios a los cuales se puede leer en nuestro blog, explicaba que, cuando acabó la primera sesión, lloró mucho, porque los alumnos no lo habían entendido. Pero poco a poco fue integrando el lenguaje de los estudiantes. También hizo una cosa que considero clave, que es estar muy atenta, escuchar mucho lo que dicen. Así fue cambiando de estrategia y, al final de las sesiones, como explica también al blog, volvió a llorar, pero en este caso de alegría. Tampoco pasa nada porque haya un desfase, porque en las sesiones hay un docente que hace de intermediario, se forma como un triángulo de actuación entre el docente, el artista y los niños.
—El objetivo del proyecto no es sólo la creación artística, sino también generar un espacio de reflexión.
—Sí, creo que el arte puede servir para aprender a pensar. Y aquí también somos perezosos, los alumnos encuentran más fácil obedecer las órdenes del maestro. Aprender a pensar o cuestionar no es tarea fácil, y nosotros lo sabemos porque llevamos muchos años en la enseñanza. Creo que el arte, tanto por la metodología como por su función final, justamente ahora, en la contemporaneidad, sirve para cuestionar. Pero es difícil cuestionarse una cosa sobre la cual no has profundizado o reflexionado.
—¿De qué manera se han trabajado estas cuestiones en la edición de este año?
—En el caso de Rufino Mesa, por ejemplo, se ha trabajado sobre la identidad, haciendo que el alumno de trece o catorce años se pregunte ‘quien soy’ y dé una respuesta artística a esta reflexión, con una fotografía y un texto con forma de haiku. Con Sílvia Iturria se hizo una reflexión sobre la familia, no sólo la del presente, sino también la del pasado, trabajando los vínculos familiares a través de las diferentes generaciones, hecho que es una manera también de trabajar la propia identidad. Con Miguel Villalba trabajaron la caricatura, y eso es importante porque, por ejemplo, yo puedo ver mi nariz larga como un defecto o como algo que me define y puedo estar orgullosa. Con Ram Giner y Laura Rodríguez se trabajó el patrimonio, que a veces parece que está un poco alejado de las nuevas generaciones, pero el patrimonio nos habla del nuestro presente, de nuestro pasado y también del respeto a la cultura. Y con Maria Roig los estudiantes entrevistaron los abuelos y abuelas como fuentes orales de la historia. Así pues, no se trata sólo de aprender a dibujar o hacer un encuadre fotográfico, las enseñanzas artísticas se pueden aplicar en la educación en valores y la educación integral de la persona. Eso se puede contemplar en esta exposición y también a través de nuestro blog, que pretende ser un ejemplo de prácticas a seguir, intentando que sean las más diversas posible a fin de que permitan hacer una búsqueda sobre uno mismo, el entorno y la historia.
—Los cursos para docentes también forman parte del proyecto.
—Sí, ya llevamos tres ediciones de los cursos para docentes de educación primaria y secundaria, pensados para que conozcan como utilizar la educación artística con voluntad interdisciplinaria y transversal. Es importante que el colectivo de artistas se dé a conocer a los maestros y profesores, porque de esta manera quizás llegará el día que no necesitarán que les hagamos de intermediarios, podrán contactar directamente para llevar a cabo sus proyectos educativos.