Leyre Esteve: De La Canonja a Ciudad de México
«El 'Día de Muertos' las almas difuntas vuelven a la tierra para visitar los vivos»
Entre los millones de habitantes de la capital de México hay, desde el 2017, una nueva amante de sus tradiciones llegada desde La Canonja
—¿Qué motivos la llevaron a marcharse de casa para ir a vivir al extranjero?
—El principal motivo fue el trabajo de mi marido. Generalmente cada ciertos años lo cambian de país o de ciudad. Primero fue Lima, en 2014. Después, Ciudad de México, en 2017.
—¿Cuál fue su primera impresión del país al llegar?
—Habíamos estado viviendo anteriormente cuatro años en Lima. El salto de Perú a Ciudad de México fue, a primera vista, muy positivo en comparación con Lima. Ciudad de México podríamos decir que está mucho más europeizado. Se pueden encontrar más fácilmente productos europeos en los supermercados. Por ejemplo, hay marcas de ropa españolas.
—¿Fue sorprendente el cambio o fue, más o menos, tal y como se lo había imaginado?
—Fue más o menos sorprendente, comparado con la vida y las costumbres que teníamos en la anterior ciudad. Si lo comparamos con Tarragona, no tiene nada que ver. Sin embargo, comparado con otras ciudades de Sudamérica pues sí que todas tienen mucho en común.
—¿Cuáles son las principales diferencias entre Ciudad de México y su casa?
—La diferencia mayor es que en La Canonja creo seremos cerca de 6000 habitantes y en Ciudad de México hay unos 21.581.000. ¡Es poca diferencia!
—¿Cuáles son los lugares más característicos de su nueva ciudad de acogida?
—Es muy emblemático Ángel de la Independencia, donde se concentran para celebrar las victorias deportivas, actos reivindicativos.... Muy turística también es la Plaza Garibaldi, donde se pueden ver los típicos mariachis. El Bosque de Chapultepec es un bosque urbano de 678 hectáreas y está dividido en tres secciones. Es ideal para ir en familia, con perros, a hacer deporte incluso solo. Uno de los atractivos que he visitado en varias ocasiones es Xochimilco: más de 177 kilómetros de canales para navegar con las tradicionales coloridas trajineras y, al mismo tiempo, poder disfrutar de unos mariachis, quesadillas, flautas, elote, tacos de canasta, tacos pastor o tamales sin tener que bajar de la embarcación.
—¿Qué destacaría de la manera de trabajar del país? ¿Las conductas son similares o diferentes a las del Estado español?
—Son muy diferentes. Aquí hay trabajo para todo el mundo y sueldos para todo el mundo. Hay mil trabajos que en España no existen, como el chico que te pone la compra en bolsas en el supermercado, el hombre que sólo trabaja pulsando el botón de los ascensores o el que te dice «buenos dias Güerito» en la puerta del restaurante.
—¿Desde que llegó ha vivido o le ha pasado algo curioso que no se hubiera imaginado nunca?
—Lo peor que he sufrido en este país ha sido el terremoto de 7,1 en la escala Richter del 19 de septiembre del año 2017. El terremoto dejó 370 muertos y 7.289 heridos. No tengo palabras para explicarlo. Y el mejor souvenir que me llevo de este país es mi hijo Jan, que es mexicano/catalán.
—¿Qué es lo que más echa de menos de casa?
—Sin ninguna duda echo de menos el Mar Mediterráneo. Y también tener algún familiar o algún amigo cerca.
—¿Qué costumbre del país actual se llevaría a Cataluña?
—Me llevaría la tradición del Día de Muertos. Es muy bonita esta tradición y cómo la viven. En 2008 la Unesco la declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Según marca la tradición, durante la festividad del Día de Muertos las almas difuntas vuelven a la tierra a visitar sus seres queridos y los vivos las honran en altares.
—¿Tiene intención de volver pronto o de momento no?
—Intentaremos que sea lo antes posible.