Periodista y escritora
Educación
«Vivimos una época en que la sociedad nos empuja a ejercer la hiperpaternidad»
Eva Millet impartirá este miércoles en Tarragona la charla ‘Tot sobre la hiperpaternitat. Educar amb confiança, no sobreprotecció’
Eva Millet es autora de los libros Hiperpaternidad. Del modelo mueble al modelo altar (2006); Hiperniños ¿Hijos perfectos o hipohijos? (2018); y la novelaLa última sirena (2018), además del blog www.educa2.info. Este miércoles, 20 de marzo, a las 18 h., ofrecerá una charla sobre el fenómeno de la hiperpaternidad en el Col·legi Oficial de Farmacèutics de Tarragonapor iniciativa de la Fundación Pere Tarrés. El acto es abierto a todos los públicos.
—¿Cómo y cuándo detecta en nuestra casa el fenómeno de la hiperpaternidad?
—Cuándo tuve mis dos hijos. Tengo un niño de diecisiete años y una niña de trece. Me di cuenta de que la manera como se crían los niños no tenía nada que ver con la forma cómo me educaron a mí, por mi entorno. Empecé a escribir sobre esta cuestión en el Magazine de La Vanguardia, donde colaboro, y vi que la hiperpaternidad, en el sentido inclusivo del término, referido tanto a padres como madres, es un fenómeno del primer mundo, de las clases medias y altas, que surge como una respuesta a unos fenómenos que son tanto demográficos, porque tenemos menos hijos, como también económicos y sociológicos.
—¿Cómo son los hiperpadres?
—Son padres y madres que han tenido los niños más tarde, y que han tenido mucho tiempo para planear cómo será este niño. Lo ven como un ser excepcional. Los niños de hoy también se han convertido en un signo de status, lo que haga el hijo es un reflejo de lo que tú eres. Por otra parte, los hiperpadres también practican una crianza obsesiva. No estoy diciendo que los hijos se tengan que desatender, pero ellos prestan una atención excesiva, entrando en la hiperprotección. Los hiperpadres a menudo son también los guardaespaldas de los hijos. También practican la justificación a ultranza, el niño nunca se equivoca, si hay un error, siempre es por factores externos. Todo, sin olvidar la hiperactividad y la precocidad, hoy los niños y niñas tienen una agenda sin tiempo para jugar, la infancia es una especie de campo de entrenamiento donde los hijos se tienen que formar cuánto antes mejor para ser super niños.
—¿Y cómo son los hijos criados por estos hiperpadres?
—Una primera consecuencia de la hiperpaternidad es el estrés, que afecta seriamente al bienestar familiar. Las vidas de los niños y de los padres, especialmente de las madres, son frenéticas, están todo el día arriba y abajo. Eso también es un reflejo de nuestra época, en qué no tener tiempo es signo de status. Por otra parte, también son niños con una opinión muy elevada de ellos mismos, porque siempre se les ha dicho que son muy especiales, que están destinados a hacer grandes cosas. Sin embargo, muchas veces estos hijos sienten una gran contradicción, porque no pueden hacer nada si el padre o la madre no los ayudan. Esta contradicción crea niños frágiles e inseguros, lo que se ha denominado la «generación blandita» o, en el mundo anglosajón, la «generación copo de nieve», niños con una bajísima tolerancia a la frustración.
—Usted alerta de que esta hiperpaternidad se ejerce más allá de la infancia, llegando incluso a la universidad.
—Sí. Los hiperpadres han llegado a las aulas universitarias. Vemos padres y madres acompañando a los hijos a la Selectividad, llevándoles bocadillos, bolígrafos o zumos de fruta. Y también hay padres que van a los despachos de los profesores universitarios. Lo que hace este estilo de crianza, con la mejor de las intenciones, es impedir la adquisición de autonomía de los hijos. Y da tanto miedo que el hijo se equivoque o haga alguna cosa mal, que no los dejemos caer. Pero la vida es «prueba-error».
—¿De qué manera cree que se puede revertir la hiperpaternidad?
—Se puede hacer, pero cuesta, porque estamos en un momento en que la sociedad nos empuja a ejercerla. Si tú no vas con tu hijo al examen de Selectividad, no serás tan buena como la madre que sí que va. Hay mucha competencia entre padres y una oferta muy grande por hacer de tu hijo todo lo que tú quieras, el mercado de la hiperpaternidad es hipercapitalista. Pero eso se puede revertir con cosas tan básicas como relajarnos, pensar que la educación no es una carrera de obstáculos, sino un proceso a largo plazo, y que quizás moriremos antes de ver los frutos de nuestra tarea como padres o madres. Lo que tenemos que hacer es ayudar a nuestros hijos a tener autonomía, soltando poco a poco, dándoles responsabilidades y confiando en ellos. También tenemos que confiar en nosotros como progenitores. Ahora está la idea de que el hijo es el centro de la familia, quien decide y a quien le tenemos que preguntar todo. Pero en las familias hay una jerarquía, y somos los padres los que tenemos que poner los límites en la vida familiar y la educación. Con límites y afecto aseguramos un buen futuro para nuestros hijos.