De Tarragona a Singapur
«La voluntad de destacar y avanzar han hecho que Singapur sea un país muy rico»
Arnau Güell volverá a casa cuando acabe el programa de intercambio
—¿Cómo ha sido su trayectoria profesional hasta ahora?
—Como estudiante que soy todavía, no he entrado al mundo laboral aunque pude hacer una pequeña cata el verano pasado cuando hice unas prácticas al Instituto Català d'Investigació Química (ICIQ) en un grupo de investigación. Ahora estoy esperando la resolución para hacer un master en Barcelona.
—¿Qué motivos le llevaron a marcharse de casa para ir a vivir al extranjero?
—La razón principal fue por el reconocimiento internacional de la universidad de destino. La NTU es considerada la mejor universidad del mundo en el ámbito de la nanociencia y nanotecnología, la tercera en el ámbito de la ciencia de materiales y la sexta en ingeniería y tecnología según el Global Ranking of Academic Subjects (GRASO) y el World University Rankings (WUR). La otra razón fue la oportunidad de ver mundo de una forma más personal, aislada de gente conocida y de unos cuantos meses de duración. Quería saber de otras culturas y tradiciones, viajar es muy fácil por los países del sureste asiático, ideales para ir con una mochila.
—¿Cuál fue su primera impresión del país al llegar?
—Es la tercera vez que estoy en Asia pero en ninguna de las veces anteriores tuve la ocasión de visitar Singapur. La primera impresión del país fue el shock del calor, la comida y la gente. El primer cambio brutal fue el calor tropical al salir del aeropuerto. La humedad es muy alta, y la temperatura que no baja de los 30º durante el día (con sensación de 35º) te aplasta, y más viniendo del invierno septentrional. Y llueve casi cada día aunque estemos en la estación seca. Otro cambio es la comida, basada en el arroz, los fideos, el pollo y verduras exóticas. Tienen una gran variedad de comidas a causa de la globalización y del encaje de las culturas principalmente china, malaya e india (74%, 13% y 9% de la población respectivamente). Por otra parte, los singapureños son muy abiertos y amables, siempre y cuando rompas primero la barrera que separa su mundo del exterior.
—¿Fue muy sorprendente el cambio o fue, más o menos, tal como se lo había imaginado?
—Al ser la tercera vez que estoy en Asia ya sabía dónde iba y estaba preparado. Pero no es hasta cuando viajas por los países del sureste asiático que lo rodean que no te das cuenta de que Singapur es verdaderamente un oasis en medio del caos. El orden y la limpieza son sacados distintivos del joven país (independencia en 1965), y especialmente las leyes y la voluntad de destacar y avanzar como sociedad (y a veces renunciando a derechos individuales que en Cataluña entendemos como fundamentales) son realmente lo que ha hecho que Singapur sea un país muy rico económicamente.
—¿Cuáles son las principales diferencias entre Singapur y su casa?
—Hay mil y una diferencias, son culturas completamente diferentes, pero las que destacaría son las horas de trabajo (se levantan antes), las viviendas: la mayoría de 15 plantas en arriba y con muchas zonas comunes (son muy típicos los tipos condominium) y la diferencia en las horas de las comidas (comen a las 12h y cenan a las 18h-19h). Además, la confluencia de las diferentes religiones hacen que la cultura de este país sea rica.
—¿Cuáles son los lugares más característicos de su nueva ciudad de acogida?
—La niña de los ojos de Singapur es el hotel/casino Marina Bay Sands, una atracción turística enorme que consta de tres torres unidas por una estructura que recuerda un barco a la parte superior. También es espectacular la skyline (panorama urbano) del centro económico. En general, destacaría toda la zona del llamado|nombrado downtown, incluyendo el Merlion, los Gardens by the Bay, Little India i Chinatown, donde|dónde hay un restaurante con una estrella Michelin donde se puede comer por|para cuatro euros. Personalmente sin embargo, quiero hacer énfasis en los espacios y parques naturales que hay: reductos que quedan de lo que debió ser antes de la independencia y de su correspondiente desarrollo.
—¿Desde que llegó ha vivido o le ha pasado algo curioso de que no se hubiera imaginado nunca?
—Hay unas cuantas anécdotas y hechos chocantes. La primera cosa es que no se puede beber ni comer en lugares públicos como el metro, ni llevar durians (una fruta tropical que tiene un olor muy fuerte). Por otra parte, me chocó mucho el hecho de ver a muchas personas mayores trabajando, ya sea sirviendo en restaurantes o especialmente limpiando espacios públicos, ya que no tienen pensiones como las que entendemos en Cataluña. Por último, destacar la enorme cantidad de plástico de un solo uso que utilizan, un hecho muy y muy triste pero que están intentando solucionar.
—¿Qué es lo que más echa de menos de casa?
—La comida y la compañía de la familia y de los amigos son factores muy importantes, pero tampoco está mal un tiempo fuera de casa. ¡El otro elemento es la climatología, echo de menos no estar sudando día sí día también!
—¿Qué costumbre del país actual se llevaría hacia Cataluña?
—La efectividad y la capacidad de trabajar en grupo, las horas de las comidas, el orden y la limpieza (especialmente por Tarragona) y algunas de sus leyes, también ya que el país funciona.
—¿Tiene intención de volver pronto?
— Son 5 los meses que estoy haciendo el programa de intercambio. De momento volveré a Cataluña, a ver las oportunidades de trabajo que encuentro. Si no, siempre se puede volver a Singapur, es un país con muchas facilidades para trabajar y ganarse la vida.