Diari Més
Carme Oriol Carazo

Autora del libro '100 llegendes urbanes' (Ed. Cossetània)

«Como las leyendas urbanas van circulando, todos somos un poco coautores»

A ‘100 llegendes urbanes’ Carme Oriol recoge las historias más populares y analiza el cómo y el porqué de su difusión en la sociedad contemporánea

Carme Oriol es catedrática de Filología Catalana en la URV.

«Como las leyendas urbanas van circulando, todos somos un poco coautores»Gerard Martí

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—El amigo de un amigo de un amigo dice que conoce una pareja que, poco antes del 11 de septiembre de 2001, estaban en Nueva York y vieron como un hombre de aspecto árabe le cayó la cartera en el suelo. Se la devolvieron y este, en agradecimiento, les avisó que se marcharan de la ciudad por su propia seguridad. ¿Cómo se genera una leyenda urbana como esta?

—Esta historia refleja muy bien el sentido del libro. Trata un tema actual, los atentados terroristas, y el hecho de que nos sentimos indefensos ante la posibilidad de que nos pueda tocar el recibir. Estos relatos se explican con una función determinada, que es poner sobre la mesa la existencia de cuestiones como estas, y actúan como mecanismo de defensa o supervivencia, porque de alguna manera te dicen que te puedes escapar.

—¿Qué características comunes tienen las leyendas urbanas?

—Siempre son historias sorprendentes, con algún elemento extraordinario. El final a veces es en clave de humor y a veces es de intriga o suspense, incluso de miedo. Pero siempre tienen en común que hablan de temas de nuestros días, que tenemos alrededor y que nos afectan de una manera u otra. Y como son temas que nos preocupan, hablamos y, por eso, estas historias van circulando. Además, van cambiando a medida que se explican y, por lo tanto, están vivas, las vamos adaptando. Son como un repertorio de recursos que ponemos en funcionamiento en el momento que nos hacen falta. A veces, en función de las edades de la vida, del lugar donde trabajamos o del circuito donde nos movemos. Recuerdo que, cuando tenía los hijos pequeños, me habían explicado historias relacionadas con raptos de niños o canguros que no eran de mucha confianza, historias que alertan sobre estos peligros y actúan de manera preventiva. Siempre es mejor una buena historia que una recomendación hecha a título informativo, porque la literatura tiene un impacto que puedes recordar cuando tengas que tomar una decisión.

—¿Las leyendas urbanas tienen una base real?

—Como estas historias se explican con este tono de verosimilitud, con elementos que les dan veracidad, quizás las leemos y pensamos que son reales. Pero las leyendas urbanas no son una crónica periodística de unos hechos reales y documentados, sino ficción. Ahora, la ficción tampoco nace de la nada, los autores que hacen literatura de creación también se basan en hechos reales, sensaciones, experiencias y cosas que les han explicado. Después, ellos lo reelaboran. Con eso pasa un poco lo mismo, puede haber una base real: se raptan criaturas, por ejemplo, pero la historia concreta, explicada de aquella manera, es ficción. Después, las leyendas urbanas las encontramos explicadas con variantes. No sabemos de dónde han salido, quién fue el primero de explicarlas, pero como tienen éxito y van circulando, todos somos un poco coautores, porque las vamos reelaborando.

—¿Qué elementos hacen que una leyenda urbana tenga éxito?

—Por una parte, la temática. Tiene que tratar sobre cuestiones presentes en este momento en la sociedad. Algunas temáticas son de más larga duración que otras, como la muerte o las enfermedades. Después, la manera como está creada la historia. Es decir, los recursos que la hacen atractiva, como el suspense, o algún elemento ingenioso que nos cause sorpresa. También hay otros mecanismos, como por ejemplo la amplificación, que hace que exageremos las cosas y hacemos una hipérbole. Por ejemplo, la leyenda de la actriz a quien le explotan las prótesis de silicona en un avión. Eso, de entrada, es científicamente cuestionable. Pero lo que también interesa de esta historia es que, hoy día, qué está tan de moda la cirugía estética, nos pone en alerta sobre el hecho que meternos un implante en el cuerpo quiere decir tener un objeto extraño que nos puede causar problemas. Otro mecanismo que funciona muy bien es el desplazamiento, trasladar el hecho a otro contexto y circunstancias. Y, finalmente, también es clave una cierta justicia poética. La encontramos por ejemplo en la historia del ladrón que estira el bolso a una señora mayor y, cuando lo abre, se encuentra un gato muerto, porque la mujer iba a tirarlo a la basura.

—¿Cómo ha sido el trabajo de recogida y análisis de las leyendas que integran el libro?

—Me he basado mucho en la documentación que tenemos en el Archivo de Folclore del departamento de Filología Catalana, donde van a parar los resultados de la búsqueda del departamento, así como de los trabajos de investigación de nuestros estudiantes. Todo eso me ha servido como base. A partir de la consulta del material recogido entre el 2002 y el 2015, he hecho uno redactado de cada leyenda que integra todos los elementos de la historia, sin ser una versión en concreto. Después hago un análisis y un estudio comparativo e interpretativo. Finalmente, incluyo un apartado de documentación con el número que la leyenda tiene asignado en el Archivo de Folclore y referencias a libros especializados que contienen versiones recogidas en otros contextos y países.

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