Laboral
Los vigilantes de seguridad de Renfe en Tarragona reclaman un plus salarial de peligrosidad
Según el colectivo, siete efectivos han tenido que coger esta semana la baja
Los vigilantes de seguridad que trabajan por Renfe en la demarcación de Tarragona han exigido este jueves un plus salarial de peligrosidad de 400 euros y más medidas de protección -como chalecos antibalas y armas- ante las agresiones que, dicen, sufren «a diario». Según el colectivo, en la última semana han tenido que coger la baja 7 de los 32 efectivos de la zona de Tarragona. Convocados por el Sindicat de Treballadors (STR), cerca de una treintena de personas se han manifestado en las puertas de la estación del ferrocarril de Tarragona con silbatos y pancartas. El colectivo quiere repetir las acciones de protesta cada viernes, de forma indefinida, hasta que no se atiendan sus reivindicaciones.
Los vigilantes de seguridad de Renfe hace tiempo que piden un plus salarial de 400 euros en concepto de peligrosidad, como reciben los que trabajan del Metro de Barcelona. Ahora, dicen, apenas reciben un complemento de menos de 20 euros al mes, dentro de una nómina que no llega a los mil euros. «Renfe dice que no tenemos peligrosidad, pero tenemos que luchar a diario con todo tipo de gente y sufrimos agresiones cada dos por tres por 944 euros», ha lamentado uno de los vigilantes, Miguel Caballero.
Los vigilantes piden que se creen más puestos de trabajo porque, con los que hay ahora -cerca de una septuagésima de efectivos en la demarcación de Tarragona-, tienen que alargar las jornadas para cubrir todas las horas de servicio. También quieren que se los proporcione material adecuado por parte de las empresas, como por ejemplo chalecos antibala y armas, y no renuncian a cambiar «el obsoleto» convenio colectivo con el propósito de mejorar las condiciones.
El presidente del comité de empresa de Trablisa, Claudio Rebull, ha defendido que sus demandas están justificadas. En la última semana ha habido varios casos de agresiones a la demarcación que han comportado una ruptura de muñeca, un dedo roto y una luxación de hombro, entre otros. También hay vigilantes de baja por depresión y ansiedad, hartos de los conflictos con usuarios –sobre todo por no pagar el billete. «La gente no nos tiene respeto ni nos reconoce como autoridad. No quieren identificarse, se ponen violentos y acaban agrediéndonos», ha denunciado.