Profesora de Derecho Constitucional en la URV
Sociedad
«Si el feminismo deja de luchar, volvemos otra vez atrás»
Neus Oliveras es una de las oradoras de la edición de este año del TEDxTarragona, donde ofrecerá una charla sobre feminismo
—El concepto de feminismo ha ido cambiando a lo largo de la historia. ¿Cómo lo tenemos que entender, hoy en día?
—Hoy el feminismo se entiende como la lucha de las mujeres por la igualdad. Lo que quiere el feminismo es que el hombre y la mujer tengan las mismas oportunidades, hecho que no pasa en una sociedad patriarcal, que discrimina a las mujeres. El feminismo busca superar esta situación para igualar las oportunidades, sin pretender que las mujeres estén por encima de los hombres.
—¿Aunque el feminismo se ha visibilizado mucho en los últimos años, es todavía un concepto malentendido?
—Sí. Cuando alguien dice «Yo soy feminista, pero...», parece que sea una cosa negativa. Además, es evidente que hay una lucha contra este movimiento por quien tiene el poder y una situación de privilegio y no quiere renunciar. Pero al fin y al cabo, feminismo es pensar que tu hija tiene que tener las mismas oportunidades que tu hijo. No hay más.
—¿Los hombres todavía no se sienten lo bastante interpelados?
—Exacto, y tenemos que incorporarlos. Pero no para que se pongan al frente. Este también es un problema, el papel que tradicionalmente han tenido los hombres de marcar las líneas a seguir y no dejarnos espacio. Lo que tienen que hacer es retirarse un poco y dejar que las mujeres cojamos nuestro papel en la sociedad. Ahora eso ya está más consolidado, pero también es cierto que, a la que dejamos de luchar, volvemos otra vez atrás. No podemos decir que ya lo hemos conseguido y quedarnos tranquilas. A la que paramos, volvemos atrás.
—¿El feminismo actual es un movimiento esencialmente joven?
—Por suerte, hay de todo. A menudo se habla de las olas del feminismo. La primera fue por el derecho a voto y la segunda queda ejemplarizada por Betty Friedan y La mística de la feminidad. Cuando tuvimos el derecho a voto, hubo una retirada de mujeres hacia casa, porque parece que cuando se ha conseguido alguna cosa el machismo deja de ser flagrante. Pero sigue siendo, sutil. Y de este machismo sutil cuesta darse cuenta de ello. A menudo las chicas jóvenes piensan que ya hemos conseguido la igualdad porque las leyes la reconocen, pero una cosa son las leyes y otra la sociedad. Queda mucho trabajo por hacer, y está muy bien que las chicas jóvenes se hayan incorporado a este movimiento.
—La educación juega un papel clave para conseguir la igualdad de géneros. ¿Cuál es su visión sobre este papel?
—Más que de educación, habría que hablar de coeducación. Históricamente, a las mujeres no se las educaba porque no hacía falta, si se tenían que quedar en casa a cuidar a las criaturas. Después fueron accediendo a la educación, pero no en una situación de igualdad, porque se incorporaron a un espacio donde los conocimientos eran masculinos, y pensados para los hombres. Si preguntas a alguien a cuántas mujeres investigadoras conoce, seguramente te dirá Marie Curie y poca cosa más, pero hombres conocerá bastantes más. También hay que cambiar las estructuras: los patios no tienen que ser una gran pista central de fútbol, para que las niñas digan que lo importante es el fútbol, aquello que importa a los hombres. Hay que cambiar los libros de texto y el lenguaje, incorporando a las mujeres. El otro día mi hija estaba haciendo deberes y trabajaba los pronombres con la frase «Las niñas saltan a la comba». ¿Y los niños, no saltan a la comba? Por otra parte, cuando decimos que tenemos que cambiar la educación, esta idea no es para que la realicen los otros, pensando que eso ya lo arreglará la gente joven, como si nosotros hubiéramos renunciado a hacer alguna cosa. Nos tenemos que poner todos. Y, después, hay que tener claro que la educación es una parte, pero no lo es todo. Hoy día la gente joven recibe muchos input, están sometidos a un bombardeo constante de estereotipos en las redes sociales, la publicidad, etc. que muestran imágenes absolutamente irreales de las mujeres. Tienen un acceso muy fácil a la pornografía desde muy jóvenes y, al final, si no tienen una estructura de personalidad muy sólida, acaban creyendo que las cosas son así.
—Las redes sociales y los contenidos digitales son un enemigo colosal en la lucha contra los estereotipos.
—Que sea difícil combatirlos no quiere decir que tengamos que renunciar. La respuesta es educación, educación y educación. Y no sólo de las escuelas, también de los padres y madres. Hay que hacer un control de las redes. También veo programas de televisión que son repugnantes. Y hay que explicar a los menores que lo que ven en las revistas donde las mujeres están muy delgadas no es cierto. Diría que la tercera ola de feminismo será la que combata la cosificación de las mujeres. Se nos dice que tenemos que estar delgadas, jóvenes y guapas, que este es nuestro valor en la sociedad, y que es igual si somos inteligentes o no. Las revistas femeninas tratan de cosmética, de cómo adelgazar y de cómo complacer a los hombres. Y todo eso no sólo marca a las mujeres, también a los hombres. Para acabar con el machismo tenemos que ser conscientes. Pero también es muy cansado, porque el bombardeo es constante.