Presidente de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas (ANENVAC)
Salud
«No vacunar a los hijos lo considero una forma de maltrato infantil»
Los días 17 y 18 de mayo Tarragona ha acogido el II Congreso Nacional de Enfermería y Vacunas, con profesionales de la enfermería de toda España
—¿Qué cuestiones principales se debaten, en el congreso?
—Una de las cosas que queremos mejorar es la actitud y percepción que tienen las enfermeras en la cuestión que cualquier persona es susceptible de recibir una ayuda con forma de vacuna. En pediatría eso ya está muy claro, pero con las personas mayores se piensa en otras cosas a la hora de valorar la salud de la persona, como si fuman, tienen diabetes, hipertensión o problemas de soledad. No se valora si hay una falta de productos de vacunas que podrían ayudarla. Uno de nuestros principales objetivos es trabajar con las enfermeras que tratan a los adultos para que tengan estos conocimientos.
—¿Hay una relajación a la hora de vacunar, por la sensación de que hay enfermedades controladas?
—Los cambios epidemiológicos son continuos. Cuando estamos vacunando contra un microorganismo quizás bajamos su incidencia, pero entonces llegan compañeros suyos que ocuparán aquel nicho ecológico. Cuando la gente interpreta que una enfermedad ya no existe porque lo hemos reducido con las vacunas, hay una relajación. Pero la enfermedad no existe precisamente porque estamos vacunando. Cuando hay muchas personas vacunadas, la circulación del microorganismo se dificulta, porque no encuentra personas a las cuales infectar. Si no se vacuna, encuentra más facilidad para saltar de una persona a otra. Eso está pasando, y uno de los casos más espectaculares es el del sarampión, que ha subido a Europa y sobre todo en los Estados Unidos, donde en más de la relajación, hay un movimiento antivacunas muy importante. En España este movimiento no es demasiado significativo. Somos probablemente uno de los mejores países del mundo en tasas de cobertura vacunal: en el primer año de vida estamos vacunando al 97% de los niños. En el segundo baja un poco, hacia el 95%, pero son buenas tasas.
—¿La vigilancia epidemiológica es fundamental en la prevención de enfermedades?
—Uno de los problemas que tenemos en este momento es la meningitis. Hemos controlado la meningitis C, y también hemos controlado mucho la del grupo B. Pero hay otros, como la W y Y, que estaban en otras partes del mundo y están ocupando nichos ecológicos. Empezamos a ver un aumento de la incidencia de estos grupos, y con una letalidad alta. Se ha implementado la vacuna específica a los doce años, pero a la vez hay que estar vigilando, porque quizás llegará un momento que no sólo estarán afectados adultos y adolescentes, sino también los niños, y quizás habrá que poner la vacuna a los doce meses. Lo que decidan las autoridades sanitarias en base a los estudios epidemiológicos. Se está vigilando y tomando las medidas desde el punto de vista de la salud pública, pero eso no quiere decir que no se puedan tomar medidas desde punto de vista individual. Hace falta que la población tenga estos conocimientos. Si a un padre no se le dice que existe una vacuna y el niño coge una infección, podrá reclamar por qué no se lo informó, aunque se lo tuviera que pagar él. Lo mejor es que la gente tenga la información y, después, cada uno decida.
—¿Qué piensa de prácticas como la de exponer a los hijos a enfermedades como la varicela, para que la pasen y se inmunicen?
—Si tú te aplicas una vacuna, el riesgo de reacción es ínfimo. Si sufres la enfermedad, el riesgo de complicaciones, o incluso de muerte, se multiplica. Puedes decidir exponer a tu hijo a una varicela o a un sarampión. Probablemente pasará una enfermedad ligera, autolimitada, y ya está. Pero el año pasado murieron en el mundo 80.000 niños a causa del sarampión. Mayoritariamente en países pobres con un sistema sanitario deficiente, pero el sarampión mata. En Europa ha habido niños que han muerto en el brote que hay de sarampión. ¿Si hubieran sido vacunados, cuántos habrían tenido una reacción grave que los habría matado? Probablemente, cabe. Exponer a los niños a tener una enfermedad, fachada en una vacuna, es una irresponsabilidad. Lo que diré es grave, pero no ofrecer a un niño una vacuna que puede prevenir problemas graves, para mí, es una manera de maltrato infantil. Los padres tienen la obligación ética y legal de proteger a sus hijos. Si no vacunas al niño le estás negando unas posibilidades de prevención, y si pasa algo, la responsabilidad es tuya.
—¿El movimiento antivacunas es propio de sociedades evolucionadas?
—Han existido siempre. Cuando Edward Jenner descubrió la primera vacuna, ya hubo reacciones contrarias. Pero es cierto que eso pasa sobre todo en los países desarrollados, donde tenemos muchas posibilidades de vacunar y recursos para luchar contra las enfermedades. Por otra parte, los problemas de los antivacunas es que se basan en argumentos que no son reales. Se aprovechan de estudios científicos reales, sumándolos de manera parcial, para construir su propio estudio. Por suerte, en España no son nada potentes. Durante muchos años la política fue no hacerles caso, alegando que contestarlos era darlos más argumentos para que ellos hicieran crecer la pelota. Yo pienso que es un error. Hace falta contestar y rebatirlos con argumentos científicos.