Ferias
Balance desigual entre las paradas en la primera Feria del Vino en la plaza Corsini
Los vendedores valoran positivamente el ambiente que se genera, pero al mismo tiempo plantean dudas de cara a la edición del próximo año
La Feria del Vino de la DO Tarragona se ha celebrado este fin de semana en la plaza Corsini. Es la primera vez que se organiza en este emplazamiento de la ciudad, después de que en los últimos años las paradas tomaran la Rambla Nova como su espacio de referencia. El cambio de ubicación convence unos y no en los otros, también por todo lo que eso ha comportado. Josep Manresa, de De Muller, apunta que la valoración, a la espera de hacer las cuentas, «es muy positiva». De cara al año que viene, apunta a «no cambiar de modelo» y pone de ejemplo la feria del vino de Reus, a la plaza Llibertat: «Es un modelo muy acertado». «La Rambla es un pasillo, la gente marcha, aquí se consume, se pierde el cliente potencial pero ganas en consumo», decía en la última jornada de la feria tarraconense.
Quien se mostraba escéptico, también dentro de los paradistas de vinos, era Manuel Suñer, de Celler Suñer. «Está muy bien la ubicación, pero la gente no circula, se queda estancada, en la Rambla iban pasando», decía, aunque reconocía que esta edición había ido «bien».
Dos aspectos que no convencían a Suñer eran el hecho que algunos asistentes se podían estar durando horas en la plaza por el ambiente, pero no consumiendo, y también el hecho de que se ha visto reducida la presencia de turistas extranjeros. En este sentido, Suñer reclamaba mejores indicaciones de cara a próximas ediciones y anuncios para los cruceristas.
Pau Vallès, de Celler Castell d’Or, estaba de acuerdo en la falta de turistas en la feria, pero valoraba positivamente el cambio de localización. «Da más juego», comentaba, a la vez que añadía que este año «está mejor organizado». Entre los temas que más destacaba, el incremento de paradas de comer en la feria.
Más tipo de comida
La proximidad con el Mercat Central ha facilitado que diferentes paradistas se animaran a sumar más diversidad en la oferta de comer de la Feria del Vino. La creación de un ambiente único durante los tres días en una plaza cuadrada ha generado momentos diferentes a los que se vivían en la Rambla, que era la intención también de la organización. La disposición de las paradas , la proximidad de las terrazas y las mesas en el centro de la plaza invitaban al visitante a comer o cenar en la feria o, como mínimo a hacer uno mis y probar diferentes productos a la vez que descubrían las variedades del vino del territorio.
Eso sí, esta novedad ha gustado en unos y no en otros. Àngel y Sergi, de Cal Verdaguer, señalaban que «somos más de alimentación, pero pagamos lo mismo». En este sentido, creían que estaban «mejor en la Rambla» y que sus ingresos se han visto reducidos «a la mitad» por la competencia y por el cambio de ubicación. «Es la Feria del Vino y no la de la tapa», protestaba Àngel. Cal Verdaguer era una de las paradas que ya estaba antes del cambio, pero esta impresión es radicalmente diferente al otro lado, en la de los que este año empiezan a participar del certamen.
Meritxell Pomerol, de Meritxell Carnisseria i Elaborats, opinaba positivamente de la edición de 2019. «Tenemos que ver cómo eso repercutirá en las compras de los próximos días, veremos si la gente lo ha probado y le ha gustado», decía. Su intención es repetir el próximo año.