Sociedad
Más de 40 familias, con las tumbas «abandonadas» en el cementerio de Tarragona
La cifra, que se publica anualmente, se mantiene, y en uno de los casos aparece el nicho del doctor Rafael Battestini Galup
El cementerio de Tarragona hizo pública el pasado 21 de junio la lista de sepulturas que desde la Fundació Hospital de Sant Pau i Santa Tecla consideran «abandonadas», en caso de que en el plazo de treinta días no se abone la tasa de los derechos de conservación. En la última relación aparecen 42 nombres, tanto del titular de la sepultura como del último difunto inhumado. Uno de ellos es el del doctor Rafael Battestini Galup, que precisamente fue director del Hospital de Sant Pau i Santa Tecla.
Según detalla la misma Fundació, «cada año se publican edictos con una cincuentena de sepulturas, de las cuales una decena de familias se ponen al día y siguen manteniendo su titularidad». La tasa que tienen que pagar en estos casos es de 200 euros en el caso de los nichos y de 350 euros por un sarcófago. Y es que el cementerio dispone de 19.500 sepulturas, entre ellas 17.500 nichos, 800 columbarios y un millar de sarcófagos. Aparte, cuentan con otras modalidades como mausoleos, hipogeos, capillas o panteones.
Con el fin de declarar «abandonada» una sepultura en el cementerio de Tarragona, según el reglamento, tienen que pasar diez años desde el último pago de los derechos de conservación. Cuando este plazo ya ha transcurrido, se publica un edicto público con la relación de sepulturas «desatendidas». Si nadie responde por aquella sepultura, los restos «se trasladan al osario general» y la sepultura «revierte al cementerio». Como cada año hay una cincuentena de nichos en esta situación, esta es una manera que tiene la Fundació para ir captando nuevos usuarios, en un cementerio que cubre las necesidades de toda la ciudad de Tarragona. Ahora mismo, el cementerio es titular «de todas las sepulturas que no tienen ningún derecho funerario», es decir, en la actualidad, aproximadamente unas 700.
El cementerio de Tarragona fecha de 1809, cuando a raíz de la Guerra del Francés hubo una multitud de muertos combate. Eso, y el hecho de que hasta entonces se enterrara en donde ahora está la calle de las Coques –al lado de la Catedral–, así como la prohibición durante el siglo anterior de enterrar a los difuntos en el interior de las iglesias por motivos de higiene, provocó la decisión de construir un nuevo cementerio, suficientemente alejado del núcleo de una ciudad con tamaños considerablemente inferiores al actual. Aunque ahora mismo está gestionado por la Fundació Hospital de Sant Pau i Santa Tecla, durante cerca de una década fue municipal, entre los años 1825 y 1839. Aparte de contar con un uso social como el de velar a los difuntos, también está catalogado como Bien Cultural de Interés Local. A causa de su historia, el recinto ha sido testigo de varios hechos bélicos, entre ellos la Guerra Civil española. En este contexto histórico se fusilaron varias personas y, posteriormente, se las enterró en fosas comunes dentro mismo de los terrenos del cementerio.
Doctor Battestini
Al final del listado de este año, la Fundació incluye a Rafael Battestini Galup, quien fue fusilado por el ejército fascista poco después de entrar triunfalmente en la ciudad, el año 1939. Battestini, nacido en Barcelona en 1886, era un médico que ejerció como director del Hospital Sant Pau i Santa Tecla, desde 1924 y hasta que la Generalitat lo destituyó en 1939. Su tumba, titularidad de su mujer, Dolors Tutusaus y Ventosa –ya traspasada–, está «desatendida» a causa de la falta de familiares que se puedan hacer cargo. A causa de este hecho, la Fundació y el Col·legi Oficial de Metges de Tarragona (COMT) se pusieron a trabajar en la recuperación y el homenaje de su figura. La Fundació estaba obligada a emitir este edicto por su reglamento interno y, de momento, no tienen previsto financiar el nicho, con el fin de no hacer excepciones, pero sí que tenían que publicar el edicto para cambiar la titularidad de la sepultura. Aunque todavía se tienen que fijar los puntos del acuerdo, puede ser que sea el COMT quien acabe asumiendo el coste. En este caso, el doctor Jaume Benages, de la Acadèmia de Ciències Mèdiques de Tarragona, comenta «no tenemos problema en pagarlo nosotros», mientras que desde la Fundació apuestan porque la tarea de reparación de la memoria de su exdirector vaya a cargo de la sociedad civil. Aparte de pagar la tumba, también tienen previsto bajarla –ahora se encuentra en un cuarto piso, difícil de ver a simple vista– y adecentarla, así como ubicar una placa de dedicatoria.
Precisamente desde la Acadèmia se creó el Premio Battestini, que se celebra el 1 de octubre próximo, y que sirve para reconocer «las unidades asistenciales que han innovado más», tanto las hospitalarias como las de atención primaria. El premio, dotado con unos 3.000 euros, cuenta con una estatuilla hecha por el joyero tarraconense Joan Serramià y que reproduce la figura del doctor Battestini.
Según varias investigaciones históricas, Battestini era militante de Acció Catalana y por este motivo desde el nuevo régimen fascista se decidió fusilarlo. Durante la Guerra Civil, sin embargo, protegió personas conocidas en la ciudad por su militancia de derechas de los anarquistas. Cuando fue capturado, pidió el indulto al Cardenal Isidre Gomà, que dio apoyo al golpe fascista, pero este no hizo nada por él a pesar de haber sido su médico particular.