De Tarragona a Tblisi (Georgia)
«Aquí, la sensación de seguridad es total»
Después de vivir en cuatro países, Marc Sáez, de 32 años, trabaja ahora en la ciudad georgiana de Tbilisi donde enseña castellano y ayuda a organizar viajes
—¿Cómo ha sido su trayectoria profesional hasta ahora?
—Estudié la carrera en Tarragona y me marché a Castellón a hacer un master. Desde entonces, ahora hace ocho años, he trabajado en diferentes ámbitos, desde startups hasta la docencia en Barcelona, Amsterdam, Andorra, Varsovia y, ahora, en Tblisi.
—¿Qué motivos lo llevaron a marcharse de casa para ir a vivir al extranjero?
—Tarragona es una ciudad preciosa y todavía más desde la perspectiva de vivir fuera, pero el mundo es muy grande. La esperanza de conocer el máximo de este mundo me empujó a marcharme. Trabajo hay más o menos en todas partes, así que ¿por qué no buscar en otro lugar? Georgia es un país interesantísimo y también muy bonito donde probar suerte.
—¿Cuál fue su primera impresión del país al llegar?
—Fui el verano pasado de viaje con mi pareja y me sorprendió su autenticidad y la amabilidad de la gente. Ahora que vivo en la capital, la sorpresa se ha convertido en incredulidad. Lo que pensaba que era propio de las zonas rurales también lo es aquí, por ejemplo, la hospitalidad, la sencillez o la facilidad para buscarse la vida.
—¿Fue muy sorprendente el cambio o fue, más o menos, tal como se lo había imaginado?
—No te puedes imaginar lo que es vivir en un país tan diferente ni habiendo viajado. Una cosa tan simple como comprar unas pinzas de la ropa se convierte en toda una odisea. Coger un bus es una aventura, no sabes si acabará pasando y tampoco si te llevará donde quieres. El hecho de vivir en un país parcialmente ocupado por Rusia tampoco ayuda, la amenaza de ocupación como la de 1993 y el 2008 siempre está presente. El intercambio cultural de vivir allí, sin embargo, es impagable.
—¿Cuáles son las principales diferencias entre Tblisi y Tarragona?
— La sociedad se ha ido abriendo poco a poco desde la caída de la URSS y cada vez es menos conservadora pero les queda mucho. Da la impresión de que los edificios se tengan que caer –no les importa demasiado la estética– pero la verdad es que, por dentro, no les falta de nada. La manera que tienen de conducir es de locos. El cambio de alfabeto y de divisa tampoco ayudan. Una cosa positiva es que prácticamente no hay criminalidad, la sensación de seguridad es total.
—Recomiéndeme un par de lugares que los visitantes no se pueden perder.
—Hace falta perderse por los callejones de Tbilisi y, sobre todo, probar el Khachapuri, un plato típico hecho de pan, queso, huevo y mantequilla que está para chuparse los dedos. El atractivo del país, sin embargo, son las montañas del Cáucaso, más salvajes y altas que los Alpes.
—¿Qué destacaría de la manera de trabajar del país?
— A pesar de estar lejos de nuestra casa su personalidad es muy parecida a la mediterránea, tanto por todo aquello positivo como por el lado negativo. Trabajar con ellos no es fácil y el concepto del tiempo es abstracto, cosa que hace que establecer la hora de una reunión o fecha límite sea arriesgado. Con respecto a los sueldos, son una cuarta parte de los de Cataluña, por eso la mayoría de georgianos tienen más de un trabajo.
—Explíqueme una anécdota curiosa.
—Una vez, haciendo autostop por el país nos cogió un coche y, cuando empezó a llover, la pareja nos ofreció quedarnos a dormir en su casa. Nos esperaba una masía típica preciosa y toda la familia nos invitó a todo tipo de comida y bebida hasta que nos quedamos hartos. ¡Incluso nos dejaron dormir en su cama! Había escuchado alguna historia parecida, pero no imaginaba que nos pudiera pasar a nosotros.
—¿Qué costumbre del país actual se llevaría hacia Cataluña?
—La hospitalidad con los desconocidos. Me hace reflexionar sobre cómo nos hemos vuelto en los países de donde venimos. También el hecho de pronunciar un pequeño discurso, en honor a alguien cada vez que se brinda.
—¿Tiene intención de volver pronto?
—Siempre intento volver a casa por Santa Tecla y este año me parece que no será una excepción.