Patrimonio
El futuro de la Ciudad Residencial, a la espera de conversaciones entre Ayuntamiento y Generalitat
El espacio, abandonado desde hace años, sufrió un desprendimiento la semana pasada, arreglado ayer a instancias del titular, el Departament de Treball
El Ayuntamiento de Tarragona quiere «desencallar» la situación de uno de los equipamientos vacíos. A pesar de las numerosas ideas que han cernido sobre el nuevo uso en la Ciutat de Repòs i Vacances –también conocida como Ciudad Residencial–, ocho años después de su cierre definitivo la degradación empieza a dar impresión. La semana pasada, tal como pudo comprobar este medio, cayó un trozo del tejado del local de la antigua farmacia. Acto seguido, por orden del Departament de Treball –titular del espacio–, se pusieron unas vallas para prohibir el paso y se aseguraba en un cartel de que había «peligro de hundimiento». Ayer, el Departamento envió finalmente a unos técnicos que arreglaron la zona.
Aunque el espacio no tenga ahora mismo ningún uso, es zona de paso entre la playa Llarga y la avenida Boscos de Tarragona, así como la carretera N-340, donde hay una parada de autobús. Al mismo tiempo, delante del edificio principal, hay una zona con una decena de plazas de aparcamiento disponibles cuando en la playa Llarga no hay sitio.
Conversaciones en septiembre
Fuentes municipales apuntan que de momento no hay novedades con respecto al uso que desde la Generalitat se le quiere dar. Tampoco el gobierno autonómico apunta a ningún «proyecto de futuro», después de que se hayan descartado propuestas como hacer un hotel o dedicarlo a la acogida de refugiados, entre otros. Incluso, ahora hace tres años, la Generalitat llevó el equipamiento y los terrenos de 8,6 hectáreas al salón inmobiliario Barcelona Meeting Point con el fin de alquilarlo por un periodo de entre 20 y 50 años. El objetivo, entonces, era reducir los gastos asociados al mantenimiento y conseguir ingresos. Concretamente, la Ciudad Residencial la querían alquilar por 480.000 euros anuales.
Fuentes municipales apuntan que «la voluntad del equipo de gobierno es encontrar una solución para la Ciudad Residencial. El próximo mes de septiembre, el Ayuntamiento iniciará conversaciones con la Generalitat de Catalunya con el fin de tratar de desencallar la situación».
Un espacio en degradación
Desde hace un año y medio, la Ciudad Residencial ya no acoge el último de los usos que había tenido: una farmacia. Cansados de esperar una respuesta de la Generalitat en la renovación del contrato, los propietarios del negocio decidieron alquilar un local en el otro lado de la carretera a un privado. Todo, después de 25 años en aquel emplazamiento. Su presencia ayudaba en que el espacio no fuera vandalizado. A pesar de que sí que hay vigilancia durante varias horas del día, testigos aseguran haber visto jóvenes que se aventuraban a conocer el interior y que incluso habían provocado algunos desperfectos, como la rotura de cristales. A simple vista, el equipamiento presenta una imagen de degradación desde hace años, concretamente desde que a finales de 2011 se produjo el último de sus usos en el edificio principal. El muro es fácilmente salvable y uno de los tramos está reventado. Mientras que una de las puertas laterales de acceso –para peatones, desde el puente– está cortada por una valla y varios árboles, en la otra, para vehículos, hay unos arbustos que indican que hace tiempo que aquel acceso no se utiliza. El cartel del Departamento de Trabajo de la Generalitat lo dice claro: «Entrada de mercancías, de 8 a 12 h. Pero hace demasiados años que no entra ninguna mercancía, ni siquiera un camión de recogida de residuos que se lleve un contenedor de vidrio a rebosar. La Generalitat se compromete a mantener los espacios verdes del interior, pero es un mantenimiento superficial que dista de la imagen que había enamorado el director de cine Fernando Palacios en 1962 y la suLa gran familia . Paredes abombadas por humedades, persianas rotas y patios dejados, el espacio pierde cada día más encanto.