Cultura
Miquel Ballester: «Si fuera de Reus, los reusenses de hoy me conocerían»
Se cumplen 526 años de la salida del viaje del «comerciante, navegante y aventurero» con el reputado Cristòfol Colom
Miquel Ballester, el «amigo tarraconense de Cristòfol Colom», revivió por unos instantes el pasado viernes en la penúltima visita teatralizada de Les Nits del Museu del Port. «Si fuera de Reus, los reusenses de ahora me conocerían, pero tronco de Tarragona», se lamentaba Ballester después de preguntar a los asistentes –una veintena, entre ellos algunas familias– si habían oído hablar de él. Este «comerciante, navegante y aventurero» nació en la Parte Alta de Tarragona y posteriormente fue a vivir en Mallorca. Allí conoció al navegante más reputado del mundo, Colón, de quien no quiso detallar la procedencia –un tema que últimamente está más en discusión. De Ballester hay documentación gracias a Fra Bartolomé de las Casas y, posteriormente, a Ernest Vallhonrat, quien recogió los escritos de unos hechos fechados de 1493. Fue el 25 de agosto de aquel año cuando Colón salía de Mallorca en dirección a Cádiz, posteriormente en las islas Canarias y finalmente a las Américas, a la vez que descubrían una nueva ruta «más rápida y eficaz» para llegar por el Atlántico. Él y Ballestero aterrizaron en el continente desconocido 21 días después en la isla posteriormente bautizada como La Deseada –en las Antillas- y más tarde en La Hispaniola, en la actual República Dominicana. El 6 de enero, según Ballester, «fundan la primera ciudad del nuevo mundo, La Isabela,» pero se acaban marchando del lugar por una epidemia.
No hay documentación sobre la relación de este tarraconense con el comercio de esclavos, pero en cambio sí que hay sobre el de la caña de azúcar y uno de sus derivados una vez fermentado: el ron. Años más tarde, ya contaba con dos plantaciones, una en San Cristóbal y la otra a Concepción de la Vega. En todo este tiempo, Tarragona permanece como a puerto «en una situación desastrosa» y que no se empieza a recuperar hasta muchos años más tarde. Ballester, pues, no vio reflotar su ciudad. En aquella época, eran Reus y el puerto de Salou los activos más importantes del Camp de Tarragona. Los excedentes agrarios eran enviados a Cádiz para comerciar con otros lugares tanto de Europa como también en América, ya que no fue hasta 1756 que la Corona autorizó el puerto de Barcelona de enviar barcos al nuevo continente. Reus exportaba aguardiente, vino y frutos secos y eso generó que se sacara adelante la primera carretera del territorio, hacia Salou. Incluso, a causa de este movimiento, Reus planificó la construcción de un canal. Según Ballester, este habría sido «el fin definitivo del Puerto de Tarragona». Las obras no se desarrollaron. Con los años, el puerto tarraconense fue ganando terreno, también físicamente. El personaje ficticio dio un repaso de todas las épocas históricas de esta infraestructura, ahora una de las más importantes del Estado. La construcción de nuevos diques y de lazaretos en el Serrallo-espacios dedicados para la cuarentena de personas y productos que llegaban– durante el siglo XIX generó una nueva actividad que todavía se incrementó más con el crecimiento del barrio de la Marina. Ballestero, pues, ponía voz en una Tarragona poco conocida, la que va mar adentro. Les Nits del Museu del Port cierran, el próximo 30 de agosto, las visitas teatralizadas protagonizadas por el actor Josep Maria Pinyol. El viernes se celebró la penúltima edición de un acto que se inició el 26 de julio y que dispone incluso de lista de espera para quien quiera asistir. Aun así, la historia se puede conocer con una visita al Museo.