Universidad
La URV hace una cata de historia vinícola
Un equipo de la universidad hace vino siguiendo el procedimiento de elaboración y conservación de los íberos
327 kilos de uva de la variedad tempranillo, varias jarras o alicates y una docena de ánforas. Eso es todo lo que utilizarán el equipo de investigadores de la URV que este miércoles han empezado a elaborar vino siguiendo el procedimiento de la época ibérica, ahora hace 2.500 años. La iniciativa parte del grupo de investigación GRESEPIA, del Departament de Historia e Historia del Arte de la URV, y cuenta con la colaboración de la Facultad de Enología de la universidad, que ha puesto los medios y los conocimientos técnicos.
Todo arrancó –explica Fernando Zamora, director de la bodega experimental Mas dels Frares- cuando Jordi Diloli, director del grupo de investigación GRESEPIA, les llamó y les propuso hacer «una gamberrada muy interesante»: reconstruir el proceso de producción y, sobre todo, conservación del vino, en las mismas condiciones que se encontraban los íberos. Los investigadores de Rovira i Virgili ya hicieron una primera prueba aquel año 2018 en la bodega experimental Mas dels Frares, y este año han querido continuar la investigación.
Así, este miércoles se ha procedido al prensado de la uva, que se hizo con los pies, tal como lo hacían nuestros antepasados íberos. El mosto obtenido se dejará fermentar a temperatura constante durante aproximadamente una semana. Pasado este tiempo, se trasvasará en doce ánforas para conservarlo durante todo un año. «Lo que haremos es ver cómo evoluciona este vino hasta la próxima cosecha», explica Jordi Diloli. El director del GRESEPIA ha adelantado que los investigadores abrirán tres ánforas cada tres meses, con el fin de analizar el estado del vino, y hacer un análisis microbiológico, químico, físico y sensorial. Para hacer todas estas mediciones utilizarán la tecnología actual, y se servirán de los especialistas del Mas dels Frares. «Sabemos que en el pasado la elaboración era complicada, pero la conservación lo era todavía más», detalla Zamora. El motivo es que al vino sólo se añadían aditivos para mejorar el sabor, y ya cuando la conservación estaba en etapas muy adelantadas. «A diferencia de la cerveza, que puedes guardar el cereal y elaborar cuando quieres, vino sólo se puede hacer una vez al año, y por eso, si no puedes conservarlo, tienes un problema», añade Diloli.
De aquí que el interés principal de este experimento arqueológico sea valorar la evolución de este vino, hacer un seguimiento con la tecnología actual y finalmente publicar los resultados de la experimentación.
En cuanto al vino resultante de este proceso, el responsable del GRESEPIA aventura que será similar «al que se podía encontrar en la mayoría de masías catalanas o en las cooperativas de la Terra Alta hace cuarenta años, un vino áspero, fuerte. No es un vino malo, pero no se parece a los vinos a los que estamos acostumbrados hoy día».
La primera apertura de ánforas se hará en el mes de diciembre, y a partir de este momento, se harán tres más hasta llegar a la próxima cosecha, que se volverá a hacer en septiembre del año que viene.