«Santa Tecla no sería lo que es si no fuera por las horas que invierte la gente»

—¿Cómo surge la idea de recoger en un libro estas historias ‘tecleres’?

—El año 2015 empecé a hacer fotos de Santa Tecla por encargo del Ayuntamiento. Yo no soy fotógrafa, aunque la fotografía siempre me ha gustado, he ido aprendiendo con algún curso y con el sistema ‘prueba-error’. Eso me dio la oportunidad de entrar en el Seguici de una manera diferente. El año pasado, antes de que empezaran las fiestas, estuve cavilando sobre cómo podía dar salida a todo este material. Primero pensé en hacer una exposición, pero no encontraba un hilo argumental. Después, durante las fiestas, y hablando con la gente que me iba encontrando y que me explicaban historias y anécdotas, pensé que sería interesante recogerlo todo en un libro. Lo planteé a la editorial, les gustó y me pidieron sesenta entrevistas.

—Es un número importante, pero que se queda pequeño si pensamos en toda la gente en que participa en la fiesta. ¿Cómo hizo la selección?

—Fue una elección muy difícil. El otro día me encontré por la calle a unas personas que me dijeron que estaban muy enfadadas porque en el libro no salía fulanito. En realidad podría salir todo el mundo, pero había que poner un límite. Hubo testimonios que los escogí porque tengo una relación personal y les quería hacer un homenaje. También me echaron una mano desde Fiestas y Cultura, y en otros casos contacté directamente con las entidades y les pregunté quién podría formar parte del libro. Y no todo el mundo que sale está desde hace muchos años, también he hablado con niños pequeños o personas que hace poco que están porque buscaba perfiles e historias diferentes.

—¿Qué les preguntaba, a los entrevistados?

—Les pedía su biografía ‘teclera’, su vinculación con la entidad a la que pertenecen, cómo se introducen... Y sobre todo quería que me explicaran cómo viven la fiesta desde que suena la tronada hasta que se acaba, aquellos diez días de vorágine teclera.

—Más allá de las historias personales, ¿qué rasgos comunes ha encontrado, en todos los protagonistas?

—Hay uno que lo tiene todo el mundo, y es el amor y la pasión que sienten por Santa Tecla. Gente que coge las vacaciones justo aquellos días para poder estar, gente que ya sabe que mientras dure la fiesta dormirá poco porque la entidad necesita que esté... En definitiva, aquel sacrificio que hace la gente de manera altruista, porque le gusta y quiere dedicar muchas horas a hacer grande la Fiesta. Santa Tecla no sería lo que es si no fuera por todas las horas que invierte la gente.

—Curiosamente, no todas las entrevistas muestran el rostro del protagonista.

—Cierto, a pesar de que en algunas fotos la persona sí que esta, aunque no la vemos. Por ejemplo Sergi Baches, que está llevando a la Víbria. O Alba García de la Mulassa, que iba dentro con su padre, y quien se ve en la imagen es su hermano Magí. En este libro tampoco he buscado mostrar retratos, sino aprovechar todo el material de la Festa Major y mostrar también la secuencia ritual.

—Si formara parte del libro, ¿cuál sería el titular que definiría su relación personal con Santa Tecla?

—Yo no he estado nunca en ninguna entidad, pero siempre he vivido la fiesta, primero como público y después por el trabajo. El primer recuerdo que tengo de Santa Tecla es estar sentada en las escaleras de la Catedral con los padres y gritar ‘Que venen els diables!’. También estar esperando con mi padre después de la entrada del Braç a que bajaran las bestias por las escaleras. Siempre he sido mucho de cultura popular. Tuve la época de salir de noche, pero por Santa Tecla, a las 9 de la mañana, estaba viendo al Seguici. No entiendo a la gente que se va de vacaciones cuando llegan estas fechas.