De Tarragona a Lisboa
«Los autónomos en Portugal no pagan tasas, eso ha ayudado a reducir el paro del Estado»
Laia Barceló se marchó a tierras portuguesas porque su marido, el exjugador del Reus Deportiu, Albert Casanovas, fichó por el Benfica
—¿Cómo ha sido su trayectoria personal hasta ahora?
—Estaba trabajando en el 112 de Tarragona cuando tomamos la decisión de marcharnos a Oporto, ya que mi marido, Albert Casanovas, fichó por un equipo portugués. Entonces, pedí una excedencia y vinimos a Portugal, donde nació nuestra primera hija. Al cabo de dos años, volvimos a Reus, donde jugó en el Reus Deportiu. Entonces, recibió la oferta del Benfica Lisboa y, mientras tanto, nació nuestra segunda hija. Una vez en Lisboa, reanudé mis estudios de Derecho.
—Aparte de los motivos deportivos de su marido, ¿qué les hizo acabar de decidirse para marcharse?
—Más allá del motivo profesional de mi marido, que se dedica al hockey patines, el hecho de marcharse lo vemos como una vivencia enriquecedora para nosotros y sobre todo para nuestras hijas. También por la oportunidad de aprender un nuevo idioma y conocer una cultura nueva. Lisboa es una gran ciudad con todo un abanico de experiencias a todos los niveles: cultural, gastronómico, paisajístico, etc.
—¿Cuál fue su primera impresión del país al llegar?
—La de un país con personas muy amables, siempre dispuestas a ayudar, con un talante muy diferente del estereotipo que tenemos del portugués. De cara al público son mucho más simpáticos y educados, parece que estén de mejor humor.
—¿Fue muy sorprendente el cambio o fue, más o menos, tal como se lo había imaginado?
—Ya tenía algunas amigas del mundo del hockey que habían vivido en Lisboa con niños, así que me facilitaron mucho las cosas a nivel de barrio, escuela, médicos, etc. El club también nos ayudó mucho y nos adaptamos enseguida. Tiene un centro espléndido y barrios con mucho encanto, es un 10 como ciudad. Sufríamos más por la hija de 2 años pero nos dio una lección a todos porque en pocas semanas ya hablaba portugués. Somos personas que nos adaptamos sin problemas a todo muy rápidamente y parece que nuestras hijas también.
—¿Cuáles son las principales diferencias entre Lisboa y su casa?
—Aquí van con horario europeo, comen al mediodía y cenan entre las 19 y las 20 horas. Tienen una segunda cena que llaman la ceia, una comida ligera entre la cena e ir a dormir. También tienen como comida nacional la sopa, que comen siempre antes del plato principal, es como una crema de verduras. Tienen también una cultura del shopping muy grande, los centros comerciales son enormes, hay muchísimos, con unos horarios hasta medianoche muchas veces y los domingos está todo abierto.
—¿Cuáles son los lugares más característicos de la ciudad?
—Si vas a Lisboa no te puedes perder la avenida Libertade con sus tiendas de lujo, cenar en una taberna de Fado, en Alfama, o comer una nata en Belem.
—¿Qué destacaría de la manera de trabajar del país?
—Una de las medidas es que los autónomos no pagan, así que el Estado ha podido reducir el paro, salir de la crisis y pagar el rescate. Por el contrario, los trabajadores tienen un sueldo mínimo de 600 euros, inferior al español que es de 900. Otra medida es que en la enseñanza pública los libros son gratis hasta la universidad. El sistema de tributación y fiscal también es diferente y ayuda a no hacer dinero negro.
—¿Le ha pasado algo curioso?
—En Oporto estuve embarazada y resulta que la gente de las colas del supermercado me señalaban otra caja, entonces me di cuenta de que las embarazadas tienen una caja prioritaria. En general, aquí demuestran un respeto mayor hacia las embarazadas, los niños y las personas de la tercera edad
—¿Qué es lo que más echa de menos de casa?
—Como es normal, la familia y los amigos, pero también la tranquilidad y proximidad en que está todo en Tarragona.
—¿Tiene intención de volver pronto o de momento no?
—Todavía no sabemos nuestro futuro, está abierto a nuevas aventuras o volver a casa. Pase lo que pase lo disfrutaremos al máximo.