La Acadèmia de Ciències Mèdiques de Tarragona rinde homenaje al doctor Mallafré

La Acadèmia de Ciències Mèdiques de Tarragona y la Xarxa Sanitària i Social de Santa Tecla harán entrega de la segunda edición de los Premis Rafael Battestini, destinados a equipos asistenciales de unidades de atención primaria y de hospitales. Por primera vez, incluyen un premio de honor con el que será distinguida la trayectoria del doctor Santiago Mallafré Gimeno, perteneciente a una reconocida estirpe de profesionales de la medicina de Tarragona. El acto de entrega de los premios se celebrará el 1 de octubre, a las 19 horas, en la Cambra de Comerç. En el transcurso de la gala Oriol Quintana, de la cátedra de ética y pensamiento cristiano del Instituto Químico de Sarrià, ofrecerá la conferencia L'Era de l'Homo Hàmster.

El presidente de la Acadèmia de Ciències Mèdiques de Tarragona, Jaume Benages, comentó a esta redacción que los Premis Rafael Battestini, que se entregan en dos categorías, van dirigidos en «equipos asistenciales que promueven acciones para la mejora sanitaria: uno premia un grupo de atención primaria y el otro una unidad de hospital». El premio está dotado con 3.000 euros, que recaen directamente en las unidades, y una escultura, el busto del doctor Battestini, realizada por el artista Joan Serramià. En la segunda edición han sido presentados los proyectos de nueve unidades asistenciales.

Con respecto al Premio de Honor, el presidente de la academia destacó la trayectoria profesional del doctor Santiago Mallafré, «hijo de Joan Mallafré Guasch, quien da nombre a la avenida donde está el Hospital Joan XXIII». «Su padre era conocido como el médico de los pobres porque dejaba dinero bajo la almohada del enfermo si veía que este no disponía para pagar los medicamentos», dijo. «Sus hijos, los médicos Santiago y Pere –murió el año 2003–, son, como el padre, unos grandes médicos», remarcó Benages.

Santiago Mallafré Gimeno nació el 9 de diciembre de 1939 en Tarragona. Su padre, abuelo y bisabuelo fueron médicos. Después de licenciarse en la Universidad de Barcelona, en 1963 vuelve a Tarragona y trabaja en el servicio nocturno donde atiende familias que malviven en las chabolas que había en el cauce del río Francolí o la Savinosa, como escribe el periodista Ricard Lahoz en una revista que se entregará a las personas que asistan a la entrega de los premios y que también será quien dirigirá el acto. En el artículo, Mallafré relata a Lahoz que «el trabajo de médico te permite ver y entrar en contacto con todas las capas de la sociedad: ricos y pobres, profesionales diversos y niveles de formación, procedencias y orígenes muy plurales». El doctor añade que «por muchas diferencias económicas o sociales que les separe, te das cuenta de que todos los pacientes tienen en común la fragilidad del ser humano». «Todos tenemos enfermedades, todos nos morimos y todos necesitamos ayuda», dice Mallafré.

El doctor Battestini

El doctor Rafael Battestini nació en Barcelona en 1886 y murió en Tarragona en 1939, fusilado en el Puig de les Oliveres después de ser condenado a muerte por un tribunal militar franquista. Antes de morir, dijo en voz alta: «Muero por Dios, por Lola y por Cataluña». El padre de Battestini era de origen corso y nació en Puerto Rico, y la madre era de Calella, con antepasados polacos. Discípulo de August Pi i Sunyer, inició la carrera en la antigua sede del Hospital de Santa Creu. En 1922, a raíz de una epidemia de cólera, fue comisionado al Vendrell. También ejerció de médico en Calafell, l'Espluga de Francolí y el Catllar.

En 1923 ganó por concurso de oposición la plaza de médico del Hospital de Santa Tecla, del cual fue director. Llevó a cabo una gran tarea formativa dirigida a médicos y personal sanitario. Battestini puso en marcha un programa de cirugía gratuita para personas sin recursos económicos, motivo por el que fue rechazado por la junta del, en aquellos momentos, clasista Col·legi de Metges de Tarragona. Battestini militó en el Sindicat de Metges de Catalunya y en Acció Catalana, y fue un católico practicante. Durante la Guerra Civil salvó gente perseguida, hecho que no gustó a la Federació Anarquista Ibèrica, que lo obligó a dimitir como director Santa Tecla.