Catástrofes naturales
Las riadas históricas en Tarragona, en otoño
El desbordamiento del río en octubre de 1930 provocó seis muertos y grandes destrozos
Las grandes inundaciones provocadas por el desbordamiento del río Francolí, acompañadas de fuertes temporales, han afectado a la parte baja de la ciudad de Tarragona desde tiempos inmemoriales. En los últimos años, las crecidas menudean, pero ha sido en los últimos noventa cuando se han producido las más alarmantes y destructivas. En muchas crecidas del Francolí hay un calendario coincidente: se han producido en octubre o los días antes de entrar a este mes y los primeros de noviembre. Sólo entre los años 1595 y 1930 se contabilizaron 4 riadas descritas como extraordinarias y 14 catastróficas, según recoge el informe Evolució de les inundacions a Catalunya als últims cinc-cents anys, elaborado por Maria Carmen Llassat, Mariano Barrientos, Roberto Rodríguez y Javier Martín-Vide.
En el apartado destinado a grandes catástrofes corresponde el desbordamiento del Francolí la noche del 18 al 19 de octubre de 1930 –el próximo año hará 90 años. El resultado fue de seis víctimas mortales y dos personas desaparecidas, además de importantes daños materiales a consecuencia de la destrucción de una vivienda del Serrallo y la desaparición de la antigua sede del Club Nàutic, localizada justo delante del puente de la Petxina, donde también había el chiringuito Buenos Aires, que también sufrió la fuerza del agua, además de generar efectos muy negativos en naves industriales y campos del Horta Gran.
La tragedia de 1930 provocó una enorme conmoción en una ciudad de poco más de 30.000 habitantes. Las crónicas de la época hablan de los gritos de las personas que, atemorizadas por la inundación de calles, pedían auxilio desde balcones de viviendas de Pere Martell, Real, Smith o Castellarnau y, de manera muy especial, del Serrallo. Un medio de comunicación local relató que «los vecinos de la calle Smith y otros adyacentes sacaban la cabeza con linternas en los balcones al escuchar el rumor de los transeúntes, concidiendo entre ellos la alarma al enterarse de que las aguas del Francolí llegaban al Real Cinema». En otro apartado, se informaba de que una persona «que ejerce autoridad en cierta institución armada de gloriosa estirpe catalana» advirtió personalmente al alcalde de la ciudad de la proximidad de una riada, y se lamentaba de que la máxima autoridad política de Tarragona no tomó ninguna medida para «evitar o minorar la catástrofe».
Las crecidas del Francolí y las tormentas de lluvia que han ocasionado inundaciones han sido frecuentes en los últimos años, como las del 13 de septiembre del 2006 y del 3 de noviembre del 2015, o el episodio más reciente, ocurrido el 10 de octubre del año pasado, cuando el agua inundó comercios y parkings localizados en calles de la Part Baixa. En los últimos tiempos, sin embargo, ningún desbordamiento como el ocurrido la noche del 9 al 10 de octubre de 1994, del cual ayer se cumplieron veinticinco años. Una consecuencia fue la construcción de un muro de contención en el margen izquierdo del río, para evitar nuevos desbordamientos en el tramo final del Francolí, donde históricamente se han producido más episodios catastróficos.
Con motivo de las inundaciones de 1930, la prensa de Tarragona hizo mención de lo que se conoció como el aguacero de Santa Tecla, ocurrido 56 años antes y cuando la ciudad todavía no se había recuperado del todo de la destrucción que sufrió a causa de la Guerra del Francés. Tuvo lugar el 23 de septiembre de 1874. La tormenta ocasionó la desaparición de un antiguo puente de madera y uno de hierro del ferrocarril, la caída de gran cantidad de árboles y el desbordamiento del Francolí, que inundó los campos de cultivo próximos y provocó la muerte de animales. Las crónicas recordamos que el barrio del Serrallo fue, una vez más, uno de los más afectados, y como pescadores subieron a las barcas para rescatar y salvar la vida de personas que se encontraban en sus casas. «A última hora se habían encontrado tres cadáveres –arrastrados por el río–, además de una pierna de persona, no siendo nadie de esta ciudad. Las lanchas de sanidad continuaron a la expectativa por si la corriente bajaba otros cadáveres. Pues el temporal se extendió a muchos pueblos situados en los márgenes del Francolí». Con estas palabras recogía el suceso un medio de comunicación de la época.