«Las ilusiones no tienen defectos y el corazón y el cuerpo no van siempre por el mismo camino»

—La novela nos explica un año en la vida de tres parejas y de qué manera tejen su relación. ¿Por qué le ha interesado, esta cuestión?

—Quizás porque hace prácticamente 20 años que estoy con la misma pareja, porque he pasado los 50 años, y porque estoy en un momento vital en qué los compañeros, amigos y conocidos están en esta misma situación. Me ha apetecido explorar el mundo de la pareja en estas circunstancias, hacer una mirada afiladura y un poco irónica sobre la convivencia, y pasármelo bien volviendo a poner el foco adentro de las personas, como en mis últimas dos novelas, Alguien como tú, y como nosotros dos.

—La trama tiene como trasfondo la infidelidad, pero en realidad es un homenaje a la pareja de larga duración.

—Puede ser un homenaje a los amores largos, que encuentro que son revolucionarios, porque cada vez hay menos. Cada vez nos cuesta más hacer durar el amor, transformar la rutina cuando el deseo inicial se va diluyendo. Encuentro que está bien provocar en el lector y preguntarle por qué no luchamos por eso, si luchamos por otras cosas.

—La conclusión que sacamos leyendo el libro es que el amor duradero es imperfecto. ¿Las grietas del día a día son inevitables?

—Las grietas están, pero la convivencia comporta grietas. No pretendo dar lecciones ni hacer moral, no soporto los libros con moralina. Que cada uno haga lo que quiera, yo aquí explico una historia de seis personajes y de sus relaciones de pareja. Hay tres tipos: una más abierta, una más estándar y una que está en el umbral del acantilado, que es el que forman los protagonistas. ¿Cómo lo gestiona cada uno? Como puede. Por lo tanto, no pretendo dar lecciones ni soluciones, pero sí plantear preguntas. ¿Hacia dónde estamos yendo? Qué estamos haciendo, hoy que es tan fácil conocer gente nueva a través de las redes sociales, hoy que es tan difícil mantener un secreto porque las nuevas tecnologías dejan rastro de todo...

—El protagonista, Xavi Vera, es arquitecto y durante toda la historia se establecen paralelismos entre la arquitectura y las relaciones de pareja. ¿Qué conexiones encuentra?

—Igual que en una casa se empieza por un primer esbozo y después se hacen los fundamentos, en una relación de pareja también hay que poner unos pilares sólidos para después construir la relación. Hay un momento que, como comentabas, quizás hay una primera grieta, y lo que tienes que mirar es que no se haga mayor, que aquellos dos centímetros no sean tres o cuatro, solidificarlo. O no. La gracia del siglo XXI, de ahora y aquí en Cataluña, es que tenemos libertad para hacer lo que queramos e ir con quien queramos, y nadie nos juzga. Todo ha pasado a ser más divertido que cuando nos impusieron la monogamia de por vida, cuando tenías que jurar unas fidelidades que son muy difíciles de cumplir, porque las tentaciones están, porque las ilusiones no tienen defectos, y porque quizás el corazón|coro y el cuerpo no van siempre por el mismo camino.

—En la historia hay varias afirmaciones sobre la infidelidad. Por ejemplo: Lo que engancha es el secreto.

—Sí. Una infidelidad es una receta mágica de tres ingredientes: el secreto, la novedad y el morbo. Y al fin y al cabo, junto con el alto poder erótico que tienen las cosas prohibidas, genera en el momento inicial una alquimia sexual, que seguramente con tu pareja, cuando empezaste, también estaba, pero se ha ido diluyendo. El deseo es fuerte pero efímero, y eso lo sabemos después de vivir unos años: esta novela no lo habría escrito a los 25 años, pero sí ahora que tengo 52.

—¿Los secretos son parte imprescindible de las relaciones?

—A mí me da la impresión que los secretos son importantes siempre, que hay cosas de tu vida que no las tiene que saber tu pareja. Dos medias naranjas no hacen una, para mí son dos naranjas, cada una con sus gajos, piel y corteza, y las dos tienen que salir adelante individualmente. Que están bien juntas en casa, en la cama|lecho, que se admiran personal o profesionalmente, cojonudo, pero nadie tiene que perder su forma completa.

—Alguien como tú nos habla del amor, del deseo, de la fidelidad. ¿Quería escribir una historia que nos hiciera pensar sobre cosas que entran dentro de nuestra área más íntima?

—Sí, quería volver a hacer una mirada adentro de las personas, a hablar de sentimientos, que es una cosa que nos cuesta mucho hacer. Y con unos personajes a la búsqueda constante de la belleza, ya esté en la arquitectura, el paisajismo, la fotografía o la caligrafía. También, como en mis dos anteriores novelas, hay una mirada sobre el paso del tiempo, que es un tema que me obsesiona, quizás porque la madre murió muy joven. Después de escribir estas tres novelas, he concluido que la vida va de dos cosas: de alargarla tanto como podamos, y de ser tan felices como sea posible. Y aquí entran los amores, el dinero, los trabajos, los goles de Messi... Todo forma parte de la persona y de su búsqueda de la felicidad.