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Urbanismo

El cambio de las cañerías en Cala Romana se convierte en «un caos»

Las obras se tenían que hacer en cuatro fases, pero ayer todas las calles, menos uno, se encontraban en obras

Estado en que se encuentra una de las calles donde actúan las máquinas que llevan a cabo la sustitución de las cañerías de fibrocemento.

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Las tareas de sustitución de las cañerías de fibrocemento por unas nuevas han convertido las calles de la urbanización en «un caos». Así se expresaba ayer Pau Brull, vocal de la Asociación de Vecinos de Cala Romana, quien apuntó que los residentes «están fastidiados» y son «muy críticos» con el desarrollo de las obras. El Ayuntamiento informó el pasado septiembre de que las obras se harían en cuatro fases, con el objetivo de estorbar el mínimo posible el día a día de los vecinos de la urbanización.

La realidad no responde al compromiso adquirido por el Ayuntamiento y no se está cumpliendo la programación de las obras. En este contexto, Brull dijo que «todas las calles, menos uno, están levantados» como resultado de las obras. «Entendemos que la apertura de calles para poner las nuevas cañerías siempre genera molestias, pero también estamos convencidos de que las cosas se pueden hacer mejor», dijo. «El normal sería que las obras se hicieran por fases, como se dijo en todo momento y nos mostraron en una altiplanicie, y no abrir una calle hasta no tener arreglado la otra, porque está todo levantado,» remarcó.

Uno de los factores resultadas de las obras que afectan las calles de Cala Romana es la dificultad que tienen los vecinos para aparcar los vehículos en su casa. «Han puesto tierra de manera provisional, pero la lluvia de los últimos días se la llevó a muchos lugares», indicó el vocal de la asociación, quién añadió que «no sabemos donde dejar el coche, ya que el único sitio sería el que se conoce como aparcamiento del Tenis, pero allí no hay cámaras de vigilancia, está lejos de las casas y es posible que al día siguiente no lo encuentres, más si lo que has dejado es una moto», dijo Brull.

Este hecho se añade a la angustia de muchos vecinos de Cala Romana a causa de los frecuentes robos que se producen en el interior de viviendas de la urbanización.

Actuación de la grúa

La problemática para dejar los vehículos en las calles de la urbanización donde trabajan las máquinas se ha traducido, incluso, en la aparición de la grúa municipal. Hace unos días «le pasó a un vecino que, además de pagar la multa y el servicio, le dijeron, de malas maneras, que podía aparcar el coche en Tarragona, es decir, a seis kilómetros de su casa», explicó Brull.

El representante de la asociación indicó que «podían haber tomado nota de la matrícula y llamarle para que retirara el vehículo». Brull especificó que «había una señal que indicaba que no se podía aparcar, pero lo peor fueron las formas, los comentarios que le hicieron.» Teniendo en cuenta la situación en que están las calles de la urbanización a consecuencia de la sustitución de las cañerías, «se podría ser más sensible», comentó.

Brull lamentó el hecho de que «hay coches que no pueden salir si se trabaja en la calle» y también se refirió al inconveniente «de no poder acceder a tu garaje, en caso de que sea posible, porque los trabajos se hacen hasta las 6 de la tarde». El vocal de la asociación considera que «se podría adelantar el plazo una hora, ya que cuando terminan está oscuro y, además, las calles hacen subida y eso es un problema si vas cargado y has tenido que dejar el coche donde has podido».

Cortes de luz

La actuación urbanística ha ofrecido otras sorpresas a los vecinos de Cala Romana. «Las máquinas que trabajan han reventado el alumbrado público» hasta el punto de estar «tres días con calles a oscuras», indicó al vocal de la organización vecinal. En alguna ocasión, el incidente ha afectado al suministro a particulares.

Brull insistió en decir que «no tenemos donde aparcar el coche, las obras no se hacen por fases como se había prometido y hay cortes de luz: nunca he visto una obra tan mal hecha». Mientras tanto, el cableado eléctrico sigue siendo aéreo, «cuando se habría podido aprovechar las obras para soterrarlo».

El vocal de la asociación confía en el hecho de que las obras finalicen en el plazo previsto. La detrás de las cuatro fases que se programaron tendría que empezar el próximo mes de enero, aunque se ha producido un ligero retraso. El motivo fue la petición de los vecinos para que las aceras «fueran remontables, un poco inclinadas, cosa que se consiguió, ya que hay que son estrechas y tienen palos del alumbrado en medio y, de esta manera, se facilita la circulación de personas», comentó Brull.

Una de las calles con los dos laterales afectados por las obras.

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