Investigadores de la URV estudiarán la relación entre algunas enfermedades y la industria química
El accidente en IQOXE precipita una investigación financiada con fondos propios y liderada por el catedrático de toxicología Josep Lluís Domingo
Un equipo de investigadores de la URV estudiará la relación entre algunas enfermedades y la industria química tarraconense. Ya hace más de 30 años que se quiere llevar a cabo, pero nunca ha prosperado por la falta de apoyo de administraciones públicas y privadas. El catedrático de toxicología Josep Lluís Domingo no quiere seguir de brazos cruzados e impulsa esta controvertida investigación con recursos propios, es decir, aprovechando el equipo humano de la universidad. El grave accidente en IQOXE ha sido el detonante para desencallar un proyecto que tiene como objetivo confirmar o desmentir si la química puede perjudicar la salud, como hipótesis de partida, y poner luz sobre esta percepción que cierne sobre la población tarraconense. Se tomarán grandes muestras de población, fruto de acuerdos con centros de atención primaria y hospitales, y se compararán con habitantes de las Terres de l'Ebre.
Josep Lluís Domingo, catedrático de Toxicología y Salut Medioambiental en la Facultad de Medicina de Reus de la URV y director de TecnATox, Centro de Tecnología Ambiental Alimenticia y Toxicológica, se encuentra entre los investigadores más citados del mundo. Cree que el estudio no se alargará y se obtendrán resultados en menos de dos años. Dice que no serán muy concluyentes, pero que el estudio servirá para que las administraciones no giren la cabeza hacia otro lado y afronten una cuestión difícil, para algunos, incluso tabú.
El estudio, todavía en fase inicial, quiere poner en contexto datos médicos ya existentes dentro del sistema sanitario público, y agruparlas por enfermedades y lugares de residencia -manteniendo el anonimato del paciente. De hecho, la investigación no busca trabajar en individuos concretos, sino con grandes muestras de población. Domingo confía en que el Departament de Salut no ponga impedimentos y se pueda disponer de información de toda la población que se visita en los centros de atención primaria y/o a los centros hospitalarios del Tarragonès.
Se trata de un estudio de tipo ecológico, basado en la correlación, que pretende contraponer el estado de salud de la población tarraconense con la ebrense, una información también supeditada a la autorización por parte de Salut. Según el profesor de la URV, las Terres de l'Ebre son la población control ideal -son vecinos de demarcación, pero no conviven con la industria química. También se tendrán en cuenta unas 800 muestras de sangre que se conservan de un anterior estudio hecho por la Facultad de Medicina y no se descarta citar voluntarios -para muestras de orina.
El estudio epidemiológico se hace esperar
La investigación no se centrará sólo en el cáncer, posiblemente la enfermedad que a menudo se asocia más con la química, sino que abrazará todo el abanico de patologías graves que tengan mayor incidencia en la zona -enfermedades respiratorias, cardiovasculares, inflamatorias, migrañas, alergias, problemas de piel, infertilidad, abortos espontáneos, nacimiento de prematuros... «La mala calidad del semen llegó incluso a manos de Fiscalia, pero finalmente quedó aparcado», apunta el profesor.
Dividido en módulos -o fases-, el estudio también quiere abordar los efectos neuroconductuales en niños de hasta 3 o 4 años de edad, en relación a su capacidad de aprendizaje, memoria, etc. Se tratará de hacer unos sencillos tests internacionales para comprobar si vivir en esta zona afecta sobre la población infantil. La investigación tomará de referencia estudios asiáticos que tratan la incidencia de la petroquímica en la salud. «Abren un camino, si bien la población y la industria son diferentes», afirma Domingo.
Fue a raiz el atentado de ETA del año 1987 que Domingo quiso investigar los impactos adversos de la industria en la población que vive en los alrededores. Con la explosión en IQOXE, la peligrosidad de la química ha quedado otra vez al descubierto. «Ahora es el momento, no podemos esperar más», dice el profesor. Lo más ideal habría sido hacer un estudio epidemiológico, pero era largo y costoso. El catedrático confía en que la investigación acabe desencadenando este esperado estudio, por iniciativa de las propias autoridades.