Estado de Alarma
«Velamos para que los sanitarios hagan su trabajo con total tranquilidad»
Josep Lluís Rius, controlador de accesos al Hotel Núria que acoge abuelos de la Residencia Llevant, relata que «estar en primera línea me ha cambiado la vida»
«En un momento en que la sociedad te necesita, te sientes útil», explica Josep Lluís Rius, controlador de accesos del Hotel Núria donde, a finales de marzo, fueron realojados una sesentena de usuarios de la Residencia Levante, gestionada por la Xarxa Santa Tecla. Desde hace unas semanas, Rius trabaja en el turno de noche y se encarga de «velar para que los sanitarios y cuidadores hagan su trabajo con tranquilidad». Forma parte, también, del colectivo de profesionales «de primera línea» y «nuestra tarea es, precisamente, asegurarnos que todo el mundo pueda ocuparse de hacer lo que le corresponde sin problemas; tratamos de salvaguardar los espacios y también las personas».
En el hotel reconvertido en alojamiento de personas mayores, el personal «no baja nunca la guardia y la actividad no se detiene ni un minuto». El día que se le asignó la vigilancia del edificio «me di cuenta de algunas cosas que me han marcado: el personal tiene las manos secas, de los geles de desinfección, y cara de cansancio, pero nadie se queja. Emociona la profesionalidad de todos», apunta Ríos. Al llegar al trabajo, «cuando entré diciendo que era el nuevo controlador de accesos, me pidieron que esperara un momento. Me dieron rápidamente el EPI». «Yo, las mascarillas y las pantallas las había visto sólo en televisión. No pensaba que me lo fuera a poner nunca. Y me impactó», explica.
Otra cuestión sorprendente de la labor que ahora ha empezado a desarrollar es que «allí nunca se habla de tragedia, sino que cualquier conversación trata sobre que la pandemia pasará pronto, que todo irá bien y lo que haremos todos una vez que haya pasado. Prohibido hablar sobre cifras negativas. Siempre miran adelante y lo hacen siempre con optimismo», dice Rius, que expresa que «esto es algo que me ha marcado y estoy seguro de que, como mínimo en cierta manera, me ha cambiado la vida».
Trabajar en el hotel que ahora hace de residencia para personas mayores «es un sentimiento muy agradable». Los controladores «seguimos directrices de dar apoyo a las fuerzas de seguridad y al personal médico y de atención en general» y «también tenemos la misión de garantizar que nadie pueda entrar en el edificio sin ser del ámbito ni, sobre todo, llevar puesto su equipo de protección individual (EPI): al menos mascarilla, pantalla y los guantes». «Hacemos las llamadas a las ambulancias si son necesarias o a cualquier servicio que haga falta y también evitamos que nadie se acerque a menos de un metro de la planta principal», concreta. Todo, dice Rius, convierte esta en «el trabajo más emotivo y realizado que he tenido nunca».
El impacto de llevar el EPI
En la Residencia Llevanttrasladada al Núria «llevo siempre la mascarilla y los guantes, y al mismo tiempo estoy pendiente de la desinfección de manos cada 10 o 12 minutos por norma. Si circulo por los pasillos, también llevo puesta la pantalla de protección que cubre la zona de la cara. Como trabajador, todas estas medidas, que se mantienen muy estrictamente, me han venido de nuevo igual que a los compañeros que se dedican a este mismo trabajo. Pero no son ninguna molestia», detalla el controlador de accesos, que valora que el sector laboral del cual forma parte «también estamos en primera línea, a nuestra manera, echando una mano que ahora hace falta».
Rius recuerda que «vivo con los padres, que son mayores. Y, cuando me propusieron venir a ocupar en este nuevo puesto donde desarrollar mi trabajo, de inicio fui muy reticente». Sobre todo, la situación lo preocupaba «especialmente por mis padres». «Pero, al final, lo probé. Y ahora me pregunto quién soy yo por haber dicho que no. No se puede decir que no a una tarea como esta», explica.
De hecho, después del primer servicio, «llamé arrepentido de haber tenido dudas en un momento como este y diciendo que pueden contar conmigo por cualquier cosa que necesiten, en cualquier momento». Antes de pasar, a través de su empresa, a prestar servicios a la Xarxa Santa Tecla, Rius vigilaba equipamientos municipales. El reordenamiento de algunos servicios a raíz de la pandemia del coronavirus –que ha comportado el cierre de la atención física al público en determinados ámbitos– lo llevó, así, a dar el paso a Tarragona, donde trabaja ahora para Santa Tecla en torno a la plaza Verdaguer y, un turno a la semana, en el Hotel Núria. «Es muy importante que la gente sepa lo que está pasando y el sacrificio que comporta, durante el día pero igualmente a todas horas,» asegura, y explica que «cuando está en el puesto, uno se olvida del miedo y se emociona. Ahora mismo, en lo que menos pienso es en el riesgo», sostiene. Mientras la noche transcurre, «impresiona ver cómo, a fuera, todo se ha detenido, todo está quieto, no pasa ni un coche... Mientras dentro el movimiento continúa y la atención es máxima».
Otro granito de arena
De vuelta en casa, una vez acabado el turno, «vengo bastante tocado de ver cómo un hotel en toda regla ha tenido que cambiar su actividad por la situación que vivimos y ver todo el esfuerzo que están dedicando estos profesionales». «No se merecen un aplauso a las ocho de la noche sino un aplauso constante», asegura. Rius agradece que «además de la suerte de poder trabajar en este tiempo, ahora tengo también la suerte de poder poner mi granito de arena para ayudar a que eso se contenga o para que acabe desapareciendo del todo».
Como controlador de accesos, «afortunadamente y evidentemente, y aunque en la empresa estamos preparados para atender cualquier cuestión que afecte a la sociedad y por la cual se nos requiera, en mi experiencia no había vivido nunca algo similar a la que estoy viviendo». Con todo, «pronto el sentido de colaboración te impregna completamente y así pierdes el miedo, siguiendo siempre las medidas de seguridad,» concluye Rius. El traslado de residentes en el Hotel Núria lo hizo Santa Tecla con el objetivo de preservar su salud, alejándolos del CAP Llevant y, al mismo tiempo, liberando camas por si hay que usarlos por la Covid-19.