El cumplimiento del uso de mascarillas es más respetado en la calle que en el bar
La mayor parte de los clientes de los establecimientos de restauración optaron por no llevarla puestos a pesar de lo que establece la normativa
En las calles de Tarragona se vieron más mascarillas que nunca ayer jueves, coincidiendo con el primer día de obligatoriedad de llevarlas a las personas de más de 6 años tanto en espacios abiertos como lugares cerrados públicos, por decisión del Ministerio de Sanidad que dirige Salvador Illa. La nueva normativa publicada en el BOE establece que se tiene que llevar mascarilla siempre que no se puedan mantener dos metros de distancia con relación a otras personas. El uso de mascarillas fue seguido por la mayoría de los tarraconenses cuando caminaban por la calle. Esta imagen contrastaba con la que ofrecían las terrazas de los bares, donde la mayoría de los clientes no llevaban colocada en la cara la mascarilla. En estos espacios difícilmente se cumplen los dos metros de distancia de seguridad y en muchos, con mesas con capacidad para dos o cuatro personas, había personas que estaban separadas poco más de un metro. Otros, sin embargo, sí que las llevaban a pesar de encontrarse a una distancia muy corta.
La normativa del Ministerio de Sanidad determina que sí que se puede prescindir de la mascarilla en la terraza de un bar, pero sólo cuando el cliente proceda al acto de ingerir alimentos o bebidas. El incumplimiento puede suponer la imposición de multas desde 100 a 30.000 euros, aunque en los primeros días de aplicación los cuerpos de seguridad llamarán la atención al infractor, siempre que la actitud no sea grave o reincidente.
Aunque los menores de seis años no están obligados a llevar la mascarilla puesta, hay padres que han optado por ponerlas a los niños. Lo más complicado es que no se las saquen. Este no es el caso de una niña de tres años que ayer, a la hora del paseo, se encuentro en la Rambla PresidentCompanys con Miriam Oña. La mujer dijo que «la niña se ha acostumbrado y prefiero que la lleve por más seguridad y por el hecho que proteges a los demás y a ti». Oña comentó que la hija no tiene ningún inconveniente en llevar puesta la mascarilla. «Le hemos explicado los motivos, pero también le hemos dicho que es como un juguete de médicos». Oña añadió que considera una buena decisión que el gobierno del Estado «haya decidido el uso obligatorio de máscaras».
El matrimonio formado por Albert Samper y Anna Parra paseaban con sus hijos, de 4 años y de once meses, a pesar del fuerte calor que hacía a primera hora de la tarde. «No es el mejor momento del día para que los niños salgan a la calle y se tendría que cambiar la franja horaria», dijo la madre que, además, es médico. Parra también considera necesario que la gente que practica deporte lleve puesta la mascarilla, ya que «pueden contagiar» de coronavirus a las personas que pasen cerca y «lo importante es protegernos».
Aunque el hijo mayor no supera los seis años, el padre llevaba en el bolsillo una mascarilla infantil, aunque «la llevamos por si acaso, pero es un niño muy movido y con la niña, que es muy pequeña, ni lo intentamos,» Samper apuntó que defiende la medida de llevar mascarilla si no se cumple la distancia de dos metros.
En los bares, a cara descubierta
En las terrazas de los bares de Tarragona se veía más gente sin la mascarilla puesta que esta cubriendo la cara. Isabel Seró y su madre, Florentina Pagan, ocupaban una pequeña mesa con capacidad para dos personas. Aunque habían acabado las consumiciones, llevaban la mascarilla cubriéndose la cara. «Es incómoda, pero también es una protección y las llevamos desde el primer día sin que nadie nos lo dijera». La hija apuntó que «la medida llega tarde, porque en la calle es difícil mantener la distancia de seguridad». Seró añadió que «tendría que cambiar el horario de salida de las personas mayores porque a las 7 de la tarde mi madre ya está cansada».
Por su parte, Albert Garcia y Jordi Roca optaron por no ponerse la mascarilla, sentado en la mesa de un bar donde podían mantener la distancia de dos metros de seguridad, aunque porpoco. «Si hay mucha gente, la pongo, como cuándo voy a comprar, ya que molesta, pero no en un bar». Garcia afirmó que «en el trabajo sí que la llevo puesta». El mismo comentario hizo a la persona que lo acompañaba. Roca añadió que «hace años que nos conocemos, prácticamente cada día estamos juntos y por este motivo no llevamos la mascarilla». «Además, en la terraza de un bar es difícil mantener la distancia de seguridad», remarcó. En este punto, Garcia apuntó que «hay mesas donde no se puede guardar dos metros de distancia, pero en la que nosotros estamos sí que se puede hacer».