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Crisis Sanitaria

El aplazamiento de bodas llena hasta el 2022 la agenda de los salones de convites

Cierran el año en blanco pero habilitan el viernes y domingos para meter fiestas pospuestas entre las reservas de los próximos años

Una imagen de archivo de la celebración de una boda, antes de la pandemia de la covid-19.

El aplazamiento de bodas llena hasta el 2022 la agenda de los salones de convitesACN

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La decisión de muchas parejas de novios de posponer sus banquetes de boda ha llenado las agendas de la mayoría de salones hasta 2022. En las reservas previamente programadas por el próximo año y el siguiente, se suman ahora las de los que tenían fecha este año pero han tenido que moverla por la persistencia de la pandemia o a raíz del reciente incremento de casos de covid-19. Las masías y restaurantes dedicados a estos tipos de acontecimientos han pasado a programar convites «también los viernes y domingos» para «absorber la demanda». Y empiezan a tener que rechazar nuevas citas para que «o lo quieren en2022 o casi no hay disponibilidad».

A punto ya de acabar la temporada, el sector no duda de que cerrará un 2020 en blanco pero lamenta que «tantas restricciones, y tan cambiantes, han acabado haciendo que la gente se echara para atrás aunque estamos 100% preparados para garantizar la seguridad» y que «somos unos de los más afectados económicamente y también los grandes olvidados, no tenemos ayudas de nadie». Mientras que algunos valoran que «aunque ahora hay pérdidas, como mínimo nos aseguramos que más adelante sí que tendremos mucho trabajo», otros mantienen que «con eso, perdemos dos años: este, porque se han pospuesto las reservas, y el próximo, porque estamos llenos y así no podemos dar cabida a los que se acaban de prometer». A todo se suma «la incertidumbre por la evolución del virus».

Salud impone la distancia

Fuentes del Departamento de Salud consultadas en relación la normativa en la cual las bodas y los banquetes están sometidos a raíz de la covid-19 explican que «sí que se pueden hacer, salvo los municipios que tengan restricciones específicas» y que «tienen que mantener la distancia de 1,5 metros y una superficie mínima de 2,5 metros cuadrados por persona con respecto al aforo». Los salones recuerdan que a eso se suma el uso de las mascarillas y el gel. Los establecimientos colocan a los invitados en mesas de 10 personas que son grupos permanentes durante la celebración y crean un registro con nombres y teléfonos para la localización de contactos si hubiera un positivo. Hacen quedarse sentados a los comensales en la parte musical y acaban pasada la medianoche. También priorizan espacios al aire libre.

El virus ha hecho estragos en «una campaña que tenía que ser especialmente buena» y «con muchas reservas». Desde Mas Folch, uno de los establecimientos donde se celebran bodas en la zona, explican que «antes de que entrara en vigor el estado de alarma teníamos una gran cantidad de bodas y ahora quizás nos hemos quedado en cinco», y dicen que «para el año que viene y el otro, estamos casi llenos». La mayoría de parejas han preferido esperarse y tratar de disfrutar, más adelante, de una fiesta sin las restricciones que se tienen que aplicar ahora pero «también ha habido que han hecho un pequeño acto y, cuando todo eso haya pasado, harán otro más grande».

«Cada vez que sale una noticia sobre la covid, hay aplazamientos», apuntan desde la masía L'Avellana, y explican que «el sábado teníamos una boda donde los pobres novios habían accedido a todas las restricciones sin embargo, con las declaraciones del presidente Torra, hemos buscado una nueva fecha». «No hay ninguna ayuda», critican. En L'Avellana detallan que «teníamos 35 bodas previstas y habremos hecho una» y dicen que «hubo una pareja de ingleses que aceptaron casarse, sabiendo que a la vuelta a su país les esperaba la cuarentena.» También ha habido cancelaciones «por agotamiento, de parejas que han intentado varias fechas y que han visto que no era posible la fiesta como antes» o «parejas que no buscan, de momento, otro día, porque querían tener hijos,» explican Igual que el resto, «el año que viene sobre todo, y casi el siguiente, los tenemos llenos». Aunque siempre se ha hablado de los divorcios, en La Avellana dicen que «con la desescalada, hubo uno boom de parejas que llamaban pidiendo ver el sitio».

A su vez, Josep Bach, director de La Orangerie, se queja de que «nos hemos tenido que ir adaptando sobre la marcha a la serie de normas que se imponen de una forma caótica». En relación a la organización, explica que «redoblamos los esfuerzos y vamos más allá de lo que se nos exige: separamos las mesas 4 metros y damos de manera gratuita las mascarillas y el gel, intentamos que los bailes sean en la mesa». Los aplazamientos, sostiene Bach, «seran un mal menor porque, al fin y al cabo, la facturación la haremos algún día». Y es que «en 2021 y en 2022 ya lo tenemos prácticamente lleno».

El negocio de los despidos de soltero es el que ha salido peor parado. Desde La Millor Farra apuntan que estos actos «se han convertido en lo menos importantede las bodas y es lo primero que la pareja elimina aunque se case igual», y dicen que «hemos hecho, quizás, un 15% de lo que teníamos».

Enlaces que se mantienen

Con respecto a las bodas como tales, el prior de Sant Pere de Reus, Joan Anton Cedó explica que «las iglesias nos adaptamos al aforohay parejas que se casan con 10 personas y harán el banquete el próximo año». Los enlaces que se habían previsto para estas fechas «diría que ya no se posponen porque la situación es la que se esperaba» y «aunque es una decisión personal, por ejemplo, el día 25 de septiembre tenemos prevista en el Santuario una boda con 33 personas».

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