Tarragona vive un momento histórico con el baile del àliga y el lleó en la catedral
La ciudad celebra una fiesta mayor atípica sin aglomeraciones
Momento histórico este miércoles en Tarragona con el baile del àliga y el lleó de la ciudad a los pies del altar de la catedral, una escena que no se veía desde hacía siglos. Las dos bestias han irrumpido por sorpresa al final del oficio en honor de la patrona y han bailado delante de la reliquia del brazo, emocionando a los 300 fieles que han llenado por completo el templo. Este era el aforo máximo. A fuera, incluso se ha formado cola. Los tarraconenses se han volcado en este acto religioso, uno de los pocos que se han mantenido del programa de la fiesta mayor y que se ha querido hacer memorable en una edición atípica por la covid-19. La ciudad ofrece una imagen inusual, sin aglomeraciones por las calles de la Part Alta, blindada para evitar fiestas alternativas.
El alcalde de Tarragona, Pau Ricomà, advirtió que no era año de hacer fiesta por la calle y por eso se ha restringido el acceso a la Part Alta. Bares y restaurantes de la zona no harán la caja de años anteriores. A pesar de todo, pandillas y grupos de amigos animados se hacían sentir en algunas terrazas en una fiesta atípica, sin castells ni procesión, dos de los momentos más tradicionales del programa. Uno de los pocos actos religiosos que se ha mantenido ha sido el oficio de Santa Tecla, y con restricciones -uso de mascarilla, gel desinfectante y distancia de seguridad de 1,5 metros.
Tampoco se ha podido hacer el séquito, ni tampoco la entrada del brazo de Santa Tecla. Como novedad, este año pero, la reliquia del brazo queda expuesta durante todo el día en la capilla de Santa Tecla para ser venerada. Cuando menos, el momento más silenciado y a la vez esperado ha sido el baile del àliga y el lleó dentro de la catedral, que no se producía desde la edad mediana. Emociones a flor de piel entre los tarraconenses al ver pasar los dos elementos festivos que representan a la ciudad -con corona- y hacer su baile solemne a los pies del altar, ante la reliquia del brazo de Santa Tecla.
«Es una Santa Tecla muy diferente, lo vivimos con tristeza; pero el baile del àliga y el lleó me ha parecido precioso, toda una sorpresa, estoy emocionada», afirmaba una tarraconense, Dolors Iglesias, acompañada de su marido. El aforo limitado a la catedral -a un máximo de 300 personas-, llena desde el inicio del oficio, ha generado una cola de decenas de personas en el exterior, algunas de las cuales indignadas por tener que esperar afuera.
«Venía al oficio y no me pensaba que me encontraría con esta situación, yo soy muy mayor, me casé en la catedral, y ahora ya no puedo entrar», decía otra tarraconense, Rosa Anguera. Otros se toman con resignación esta edición atípica. «Este año es una fiesta fea, pero el covid es el covid, y lo tenemos que respetar», añadía Elvira Cases. «Sabe mal, siento tristeza y lástima porque esta plaza, delante la catedral, siempre estaba muy llena de gente», apuntaba Anna Moreno. El correfoc, también suspendido, quedará sustituido por el lanzamiento simultáneo de 1.200 cohetes.
Homilía
En la homilía de la Solemnidad de Santa Tecla, el Arzobispo Joan Planellas ha hecho multitud de referencias al coronavirus, el cual ha obligado a replantear los actos de celebración de las Fiestas de Santa Tecla y de la vida cotidiana en general. Con el virus «hemos descubierto limitaciones, sacrificios a hacer, miedos y dudas..., sobre todo muchas dudas porque las consecuencias de esta situación, a estas alturas, todavía resultan imprevisibles», decía. A la crisis sanitaria, se ha añadido una crisis social y laboral sin precedentes, a más de «una abrumadora crisis económica de largo recorrido y de difícil solución», ha proclamado Planellas.
«Pero quizás nos tendremos que preguntar si la consecución de la tan esperada vacuna y la posterior inmunidad de la sociedad en este virus, servirá para darnos la tranquilidad y la prudencia necesarias para plantearnos seriamente el futuro o, al contrario, la victoria sobre el virus nos obsesionará a recuperar, sí o sí, el estado de las cosas y las condiciones de vida que había antes de la llegada de la pandemia», añadía.
El Arzobispo de Tarragona apuesta por «reconstruir, y recrear las cosas de nuevo poniendo en el centro de nuestros objetivos la persona y el medio en el que vivimos» y que este se convierta en un «mundo mejor».
Planellas ha lamentado la cifra de personas que se han ido a causa del coronavirus y ha utilizado las palabras del Papa Francisco para decir que «hoy la Creación nos envía una señal de alarma por volver al orden natural, que no es otra que recordar que no somos amos de nada, sino que somos parte de una inmensa red interconectada de Vida Dios».
Finalmente, ha recordado que en enero se celebrará el vigésimoquinto aniversario del Concilio Provincial Tarraconense con toda la Iglesia y con todos los obispos de Cataluña, que se tenía que celebrar el pasado 30 de mayo y que virus obligó a posponer.