Sociedad
El confinamiento municipal llena la platja Llarga de picnics y grupos
El confinamiento municipal, los bares cerrados y el buen tiempo fueron los principales factores que provocaron la gran afluencia de gente a la kilométrica costa
Miles de tarraconenses y tarraconenses optaron ayer por pasar la mañana en la platja Llarga de Tarragona, ya fuera para pasear, para hacer un picnic en la arena o simplemente para plantar la toalla y relajarse. El buen tiempo, la imposibilidad de salir del municipio y el hecho de no poder disfrutar de un vermú en una terraza de bar fueron los principales factores que provocaron que mucha gente acudiera a la kilométrica costa. Además, muchos aprovecharon también que el Iot y la Sardineta ofrecían comida para llevaro, incluso, para tomar alguna bebida y hacer el picoteo en la misma playa. No obstante, la gran mayoría eran excursionistas.
Uno de ellos era José Maria Esteban. Explicaba que «siempre venimos a pasear por la platja Llarga y casi nunca salimos del término municipal, no es una medida que nos haya afectado mucho». Sin embargo, Esteban aseguraba que «con el hecho de no poder salir de la ciudad sí que se ha notado un incremento de personas que han venido también a caminar por aquí, antes no había tanta gente. Eso es fruto del cierre de bares, básicamente». Por su parte, Andrea López y Patricia Mestres explicaban que también bajan a menudo a hacer rutas por la costa tarraconense. López decía que, como estudia en Barcelona, tampoco ha notado que la restricción del confinamiento municipal del fin de semana haya afectado en su día a día. «Como ya paso toda la semana fuera, cuando bajo el jueves para acá ya no acostumbro a salir de la ciudad», decía la joven, mientras que Mestres añadía que «al fin y al cabo, en Tarragona tenemos playa y montaña y, aunque nos hayan confinado, no es para tanto».
Inés Oyagüe y Alaitz Leatxe, por su parte, reconocieron que aprovechaban para pasear por la playa ahora que muchas cosas no las pueden hacer y creían que las últimas restricciones han influido mucho que la Llarga estuviera llena ayer. Oyagüe explicaba que los domingos por la mañana acostumbraban a quedar con amigos e ir a tomar algo al bar o a un chiringuito de la misma playa, y Leatxe añadía que «muchos domingos también dormíamos porque la noche antes habíamos salido de fiesta, cosa que ahora no podemos hacer». Lamentaron que no llevan muy bien las restricciones, sobre todo el hecho de no poder reunirse con su grupo de amigos, y se mostraron pesimistas pensando que acabarán decretando el confinamiento domiciliario.
Miquel Aivar y Estel Muñoz, que hicieron un castillo de arena con su hijo pequeño, aseguraban que, en su caso, las restricciones de movilidad no han influido en qué ayer pasaran la mañana en la playa. «Venimos a menudo y hoy lo hemos decidido para aprovechar el buen tiempo», apuntaba Muñoz. Aivar, su pareja, confirmaba que «hay más gente de lo habitual y sí que es cierto que, los días que hemos ido a una parcela que tenemos al lado de Loreto, hemos encontrado a muchos más excursionistas de lonormal».
Finalmente, Miquel Fornós e Inés Acebes, explicaban que se aficionaron a salir a andar desde que se permitió salir algunos ratos durante la desescalada de la primera oleada de la pandemia. El confinamiento municipal sí que los ha afectado, sin embargo. «Ahora estaríamos en la Mussara seguramente, acostumbramos a hacer excursiones a otros pueblos», señalaba Fornós. El matrimonio celebraba que Tarragona es lo bastante grande y variada para poder salir a pasear y disfrutar de una mañana dedomingo sin aburrirte. «El fin de semana también íbamos a comer en algún pueblecito de por aquí, pero ahora no toca. Todo sea para parar el virus», decían.
Por otra parte, y como ya es habitual en el caso de la Llarga, la lluvia y el mal tiempo del sábado hizo que el mar se volviera a comer algún trozo de la playa. Eso hizo que muchos de los excursionistas tuvieran que pasar por encima de las rocas por continuar su recorrido a lo largo de la costa tarraconense.