Religión
La Iglesia de Jesucristo de Tarragona será la nueva sede de la Estaca del sur
El edificio de la confesión cristiana nacida en los Estados Unidos, inaugurado ayer, funciona desde principios de año y tiene vocación social
La capilla de la Iglesia de Jesucrist dels Sants dels Darrers Dies ha celebrado su inauguración oficial. El nuevo centro de reuniones en Tarragona de la confesión cristiana nacida en los Estados Unidos lleva en funcionamiento desde inicios de este 2021. Situada en la calle Doctor Mallafrè, cerca del hospital Juan XXIII, la nueva capilla se empezó a construir hace tres años y medio, en octubre de 2017. La sede tarraconense de la Iglesia de Jesucristo inaugurada este domingo ocupa un solar de 1.925 metros cuadrados y cuenta con un total de tres plantas, un parking subterráneo y una zona ajardinada, y nace con la voluntad de abrirse a los tarraconenses y estar al servicio de la ciudadanía.
Los cerca de 400 tarraconenses que siguen la Iglesia de Jesucrist dels Sants dels Darrers Dies ya tienen una nueva casa. Después de la llegada a los años 70 del siglo pasado de los primeros misioneros mormones a la ciudad y de una intensa lucha para tener una sede propia y fija desde el 2002, ayer llegó el día esperado, aunque desde principios de año ya se están celebrando ceremonias con regularidad. El edificio de tres plantas en la calle Doctor Mallafrè fue inaugurado con todos los honores con un acto de dedicación ante una cincuentena de personas, entre las cuales había los altos cargos de la comunidad en el territorio. De hecho, el edificio será próximamente la nueva sede de la Estaca –nombre que reciben las diferentes agrupaciones territoriales– de la mitad sur de Cataluña, donde se concentran unos 3.000 seguidores. Hasta ahora, l'Hospitalet de Llobregat ha sido la referencia de una amplia zona que comprende otros municipios catalanes como Cornellà, Martorell, Vilafranca del Penedès y Tortosa.
La ceremonia protocolaria se ha hecho en la sala sacramental ubicada a la primera planta del moderno edificio, donde también se encuentran una sala cultural para acontecimientos, convenciones y actos, una cocina y los equipamientos electrónicos. La planta baja está formada por la pila bautismal, varios despachos y un archivo histórico familiar. Por su parte, en la segunda planta se ubicarán las futuras oficinas de la Estaca tarraconense, además de diferentes aulas para llevar a cabo clases para los más pequeños. El edificio de la Iglesia de Jesucrist dels Sants dels Darrers Dies cuenta con dos plantas de parking subterráneo y una zona ajardinada con una pista de baloncesto y fútbol sala.
Abiertos a la ciudad
El nuevo centro de reuniones de la Iglesia de Jesucristo en Tarragona, autofinanciado por la comunidad, se ha abierto con vocación de servicio a la ciudadanía. Los responsables la pusieron al servicio del departamento de Salud durante la primera ola por si había que aliviar la presión de las UCI de Juan XXIII, y también ha sido ofrecido como a punto de vacunación contra la covid-19 en caso que se necesitara. Además, las instalaciones polideportivas estarán abiertas a los vecinos siempre y cuando se pida permiso.
Cuando haya que cuidar la ciudad, allí estaremos. Con nuestros principios seremos mejores personas, gustaremos a Dios y sentiremos el Espíritu Santo», explicaba Benjamín Alba, segundo consejero de la Estaca a la cual pertenece Tarragona, quién acompañaba a Ferran Silvestre, presidente de esta, que dirigió la oración dedicatoria final. Desde la organización de la Iglesia de Jesucristo también habló el director nacional de bienes inmuebles, Josué Sánchez, de que recordaba el largo y dificultoso proceso iniciado a principios del milenio para conseguir una sede definitiva en Tarragona y señalaba la importancia de la jornada de ayer: «Es un gran día para Tarragona y para Cataluña, ya que este centro de reuniones será un referente los próximos años». Rosa Cartanyà, Montse Tarragó y Carmen Pino, tres de las primeras mujeres bautizadas en Tarragona, a finales de los años 70, también tomaron protagonismo. Ante la ausencia durante muchos años de una capilla propia con pila bautismal, Cartanyà recordaba «tener que ir a bautizarnos al mar».