Religión
El claustro de la Catedral de Tarragona vuelve a vivir el Ou como baila dos años después
La celebración del Corpus de este año todavía se ve limitada y no cuenta con la procesión
Tarragona ha vuelto a celebrar la festividad cristiana del Corpus Christi, aunque la pandemia todavía ha impedido el desarrollo completo. Si bien los elementos más antiguos del Seguici Popular –Magíde les Timbales, los Gegantons Negritos, los Gegants Moros y los Gegants Vells– no han podido desfilar por las calles de la Part Alta durante la tradicional procesión, sí que se pudo llevar a cabo uno de los actos más simbólicos. Dos años después, ya que el año pasado no se hizo, el claustro de la Catedral de Tarragona ha vuelto a vivir el Ou como baila. Centenares de tarraconenses se han acercado durante toda la mañana para ver esta curiosa tradición, en la cual un huevo vacío se aguanta sobre un chorrito de agua sin caer en ningún momento.
La ciudad se ha despertado con una lluvia insistente, pero a medida que el mediodía se aproximaba, las nubes cargadas de agua se han ido diluyendo para acabar dando paso al sol y en el calor propios de estas fechas. Así, el claustro de la Catedral ha ido registrando un goteo de personas cada vez mayor. Había gente de todas las edades. Los más abundantes eran los tarraconenses de toda la vida –por los cuales el Ou como baila es una tradición que no se podían perder, y más después de un año de ausencia–, como Fàtima Pérez, que venía con su grupo de amigos: «Venimos casi cada año. El entorno es muy bonito y es una fiesta fantástica. Cuando hemos visto que salía el sol hemos decidido venir». También han ido Núria Barreda y Alfonso Becerra: «Reanudar las tradiciones, y vacunados, es como volver a la antigua normalidad. Antes veníamos con los hijos, pero ahora ya son grandes».
Tampoco se lo perdió Teresa Bru, que se encarga de vender la tradicional coca de cereza típica de Corpus. Si bien hace dos años se repartieron 600 unidades, este año se encargó sólo 350. No sabíamos cómo respondería la gente, pero está yendo muy bien, se han agotado muy rápidamente. El claustro está lleno, todo ha quedado sencillo pero bonito». Aparte de los más veteranos, también abundaron familias con hijos e hijas. Manel Sanromà vino con sus hijos, otros familiares y amigos, que también llevaban chiquillos: «Hacía muchos años que no venía, antes no era padre, pero ahora tocaba recuperarlo, ya que yo venía mucho de pequeño». En la Catedral no sólo había tarraconenses. También había algún turista. Marina, una de las hijas de una familia de Mataró, reconocía que el Ou como baila «grita mucho la atención», ya que no lo había visto nunca.
Ya por la tarde, la Catedral también ha acogido la habitual misa de Corpus, a la cual asistieron cerca de 300 personas. La solemne pontifical, sin embargo, no estuvo seguida de la procesión.