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Vecinos de Francesc Bastos en Tarragona reclaman medidas para limitar el exceso de velocidad

La Asociación de Vecinos Nova Verge del Carme pide al Ayuntamiento que apueste por resaltes, cojines berlineses, una mejor señalización o un radar

La calle Francesc Bastos tiene dos carriles de circulación y aparcamientos a ambos lados.

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La Asociación de Vecinos Nova Verge del Carme reclama medidas en el Ayuntamiento de Tarragona con el fin de limitar los excesos de velocidad por parte de vehículos a lo largo de la calle Francesc Bastos, que conecta las avenidas de Ramón y Cajal y Vidal i Barraquer. La entidad vecinal lo hace después de recibir quejas de varios vecinos de la zona, que alertan de la peligrosidad de una vía que cuenta con dos carriles de subida, además de plazas de aparcamiento a ambos lados. La calle acumula varios incidentes los últimos años, por el que los vecinos de Francesc Bastos han dicho basta.

Resaltes, cojines berlineses, pasos de peatones elevados, una mejor señalización o controles más exhaustivos de la Guardia Urbana con radares móviles son algunas de las soluciones asequibles económicamente que propone la Asociación de Vecinos Nova Verge del Carme para reducir la velocidad de los vehículos y minimizar el peligro de la vía.«No puede ser. De alguna manera tiene que quedar claro que se implementaron los 30 kilómetros por hora en la ciudad», lamentaba Josep Maria Ferran. El presidente de la entidad vecinal, que precisamente tiene la sede en la calle Francesc Bastos, dejaba claro que «se tiene que hacer lo que haga falta con el fin de reducir la velocidad». Ferran recalcaba que los peatones ya vigilan, pero que por culpa de las imprudencias de los coches «un día puede haber algún problema grande».

La calle Francesc Bastos no es una vía principal, pero acaba siendo fuerza transitada porque conecta dos de las arterias principales de la ciudad: las avenidas Ramón y Cajal y Vidal i Barraquer. De esta manera, Ferran alertaba de que «los vehículos suben a toda pastilla dirección a Ramón y Cajal, y si ven que en el cruce del finalel semáforo todavía está en verde, aceleran hasta el final». El problema, según el presidente de la asociación vecinal, es que «muy a menudo se saltan el semáforo en ámbar». Ferran advertía que «si pasa a alguna persona mayor se la pueden llevar fácilmente, y la gente tiene miedo».

Un nuevo aviso

Los últimos años son diversos los incidentes que se han producido en esta vía, pero que, por suerte, no han acabado en tragedia. El último fue el pasado domingo, según Antonio Rillo, vecino de la zona: «Mi sobrino llevaba a su hija de dos años a los brazos y casi lo atropellaron. Sólo lo hicieron caer, pero el coche iba a toda prisa y el semáforo estaba en ámbar, que es cuando aceleran». «Si llega a ir dos pasos más atrás, se los llevan», recordaba Rillo. En este sentido, el vecino pedía medidas para reducir la velocidad de la calle: «Si fueran más lentos, todo eso no pasaría». Aparte del semáforo y el paso de peatones del final de la calle, el paso situado justo después de romper hacia la calle Mallorca, a mano derecha, también es problemático: «Allí atropellaron a mi hijo hace cuatro años y le rompieron el fémur. Cualquier día pasará una desgracia».

Rillo, que vive en la esquina con Ramón y Cajal, aseguraba que «de cada 20 coches, 19 pasan en rojo». Aparte, señalaba la peligrosidad de los vehículos que se detienen en doble fila, cosa que provoca «problemas de visibilidad». «Es un barrio con muchas personas mayores, que no pueden estar pendientes de todo», decía Rillo.

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