Llega al Port de Tarragona el primer crucero turístico después de un año y medio de inactividad

El Port de Tarragona ha recibido este lunes por la mañana el primer crucero después de un año y medio de inactividad. El Bolette, de la compañía Fred Olsen Cruise Line, ha atracado al dique de Levante con 481 pasajeros a bordo. La embarcación proviene de Cádiz y este lunes por la noche seguirá su ruta en destino a Castellón. Aunque las previsiones iniciales de este año preveían cerrar «en blanco» la operativa de cruceros, la autoridad portuaria está haciendo gestiones para acoger cinco escalas más en octubre y otra en noviembre. De cara al 2022, el presidente del puerto de Tarragona, Josep Maria Cruset, ha apuntado que la previsión es la de recibir a 40.000 pasajeros en 30 escalas, con el objetivo de impulsar la «recuperación progresiva» del sector.

Desde el 5 de marzo de 2020, ningún crucero había atracado a la infraestructura tarraconense. El Bolette, a pesar de tener una capacidad para 1.338 pasajeros, por las restricciones sanitarias solo ha podido llevar 481 a bordo, mayoritariamente ingleses. Entre las propuestas turísticas, los viajeros han podido participar en alguna de las tres excursiones dirigidas a la demarcación que se han planteado para este lunes o bien visitar la ciudad por su cuenta, utilizando la línea de autobús que conecta el puerto con el centro de la ciudad cada hora. Por la noche está previsto que la embarcación continúe su ruta hacia el sur, después de ser despedido por una comitiva de los Diables del Serrallo Voramar, que hará un encendido al dique de Levante.

Este es el punto de partida de un «arranque progresivo» en que la autoridad portuaria espera cerrar un año «complicado» y mejorar resultados de cara al 2022, cuando se prevé que la actividad turística recupere cierta normalidad. Todo y las previsiones de 40.000 pasajeros, de momento el Puerto no hace previsiones del impacto económico que pueden suponer estas visitas a la zona. Por Cruset, cada crucero que llegue en el que queda de año «es una pequeña victoria». Las negociaciones por la llegada de nuevos barcos siguen abiertas y en caso de cerrarse, podrían estrenar el Moll de Baleares a partir de finales de octubre.

Las obras de este espacio permitirán aumentar la línea de atraque, acoger cruceros más grandes y ofrecer una operativa más cómodo y ágil tanto para las compañías como para los turistas. Además, el nuevo espacio plantea un sistema para reducir se emisiones de CO₂, puesto que permitiría que las embarcaciones no quemaran combustibles fósiles durante su estancia en el Port. En total, la inversión por estos trabajos se eleva a los 30 millones de euros. Las obras, iniciadas en mayo de 2020, se han acelerado durante los últimos meses coincidiendo con la inactividad portuaria. En cuanto a la licitación de la terminal, de doce años de duración, se están acabando de ultimar los detalles del documento y entre otras cuestiones, el contrato incluye la condición que el concesionario se comprometa a la construcción de un edificio donde recibir los visitantes.

«Tarragona mantiene su interés turístico»

Según Cruset, en los últimos dieciocho meses la autoridad portuaria ha trabajado «intensamente» para evitar hacer pasos atrás en esta línea de negocio y se ha centrado en la reanudación de la actividad mediante «soluciones ingeniosas». A pesar de no poder recibir cruceros durante este tiempo, el Puerto ha seguido apostando para convertir la demarcación en una propuesta turística y se han reforzado las campañas comerciales. En este sentido, el presidente del Port ha asegurado que «el interés de los visitantes por Tarragona se mantiene» a pesar de que el mercado haya cambiado a causa de la pandemia.