Autora de la novela 'Amor a l'art' (Ed. Columna)
«Amor a l'art» es un homenaje a las mujeres artistas invisibilizadas»
El miércoles 27 de octubre la escritora presentará su novela, ganadora del 54.º Premio Prudenci Bertrana, en la librería La Capona de Tarragona
— 'Amor a l'art' arranca con un personaje femenino, Olivia. ¿Quién es esta chica?
--Olivia vive en la Barcelona de mediados de los años setenta. Está a punto de licenciarse en Història de l'Art y sus ratos libres ayuda al abuelo, que es un anticuario de la calle de la Paja. En este momento, en qué está empapada de artistas y movimientos artísticos y ya se ha podido hacer su lista de artistas favoritos, descubre, durante el vaciado de un piso, el autorretrato de una pintora que le es desconocida y que la deja fascinada.
—En este punto entra en escena Valèria Sans, la segunda gran protagonista de la novela.
—Sí. Olivia se pregunta cómo puede ser que no conozca la autora de la pintura, a una mujer que vivía en la calle Petritxol, como ella, y que en los años 20 viajó al París de las primeras vanguardias y brilló entre los grandes artistas de la época. A partir de aquí empieza a estirar el hilo de Valèria Sans, y la descubre a ella, pero también a una serie de mujeres artistas que, como ella, vivieron en aquel París y quedaron absolutamente olvidadas por el relato de la Historia del Arte, en que mayoritariamente ha sido escrito por hombres.
—Valèria Sans, que es la pintora barcelonesa que despierta el interés de l'Olivia, es un personaje de ficción. ¿No había mujeres artistas reales?
—En esta novela, como en otros que he escrito, hago interactuar personajes de ficción con personajes reales. Pienso que los reales tienen que ser secundarios, porque de esta manera me puedo permitir las licencias creativas y determinar el hilo argumental de la historia. Así y todo, Valèria Sans lo he construido a partir de la suma de muchas biografías, anhelos y luchas de mujeres artistas de la Historia del Arte. Por lo tanto, es un personaje de ficción construido a partir de muchas realidades y la concibo como el paradigma de la mujer artista. A la vez, para hacer un homenaje más directo a las artistas invisibilizadas, lo he rodeado de personajes que sí que existieron.
—Hábleme de todas estas mujeres.
—En el París de los años 10 y 20 convivieron, junto con los grandes nombres de hombres artistas, una serie de mujeres que escogieron aquella ciudad y, más concretamente, el barrio de Montparnasse, para hacer un tipo de vida más libre y emancipada de los corsés morales de la sociedad patriarcal del momento. Como se ve en la novela, estas mujeres tocaron diferentes disciplinas artísticas: Gertrude Stein era coleccionista de arte y escritora de vanguardia; también había pintoras, como Marie Laurencin, Jeanne Hébuterne u Olga Sacharoff, o fotógrafas como Berenice Abbott.
—No obstante, no han pasado a la historia con la misma relevancia que sus coetáneos Picasso, Braque, Duchamp o Modigliani.
—Las dinámicas del mundo del arte han hecho que las mujeres hayan quedado como musas o parejas de los artistas. El lector hace el mismo proceso que hice yo, y que también hace Olivia, de ir estirando el hilo e ir rescatándolas.
-Olivia, en paralelo, también hace su propio proceso de emancipación personal en un contexto, el de finales de los años 70, en los que la mujer todavía tenía que romper muchas barreras.
—Sí, escogí esta época con toda la intención, me interesaba mucho al espíritu en que destilaba aquella generación, la sensación que estaban al final de una época y que tenían una hoja en blanco, que la democracia los llevaría hacia donde ellos quisieran. En el proceso de investigación de la pintora, Olivia vive un emmirallament, pero también hace un proceso de autoconocimiento que la puerta a decidir qué tipo de mujer quiere ser.
—En la novela intuimos también un pequeño homenaje a los anticuarios y al Barrio Gótico de Barcelona.
—Lo es. Me he tenido que documentar mucho sobre el oficio. Aparte del aspecto más mercantilista, el oficio está lleno de poesía, porque rescata un patrimonio material, pero también sentimental: detrás de cada objeto hay una historia.