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Un poco más de luz a la muerte de Prim
Una nueva investigación sobre el asesinato de Joan Prim aporta nuevas revelaciones sobre los culpables
El reusense Joan Prim i Prats fue tiroteado un 27 de diciembre de 1870, en Madrid, cuando se encontraba a bordo de un carruaje a muy poca distancia del Congreso de los Diputados. Lo hirieron un grupo de hombres armados con trabucos y murió tres días después. Quién fue el primer presidente catalán de la historia de España y una de las figuras catalanas más importantes del siglo XIX tenía muchos enemigos, pero la causa instruida por el asesinato concluyó que el culpable había sido un republicano exaltado, el andaluz José Paul y Angulo.
El sumario de la causa judicial, que constaba de 18.000 folios, es la base del nuevo trabajo de Josep Maria Fontana Bertrán y Alfredo Redondo Penas. Juntos, han llevado a cabo la transcripción de los 78 tomos y 4 volúmenes (más el Apuntamiento, un resumen de toda la causa) del sumario. «Todo eso nos ha permitido transcribir, leer, ordenar y clasificar de manera cronológica todas aquellas declaraciones de los diferentes encausados y ver y desmontar muchas de las afirmaciones que, hasta el día de hoy, se habían hecho al respecto», explica el historiador, investigador y archivista reusense Alfredo Redondo.
El resultado de cinco años de trabajo se recoge en el libro El asesinato del General Prim a través del estudio del Sumario incoado (Ed. Foro para el Estudio de la Historia Militar de España). El también reusense Josep Maria Fontana Bertrán, considerado uno de los mayores especialistas del asesinato de Prim, y autor de otros libros sobre esta misma cuestión, explica que una de las principales conclusiones de la lectura esmerada del sumario es la exculpación del Duque de Montpenser de lo que se llamó el segundo intento de asesinato , y también del principal encuasado, José Paul y Angulo. Y, todavía más, Fontana señala que «quien tiene todas las características de haber sido el promotor del asesinato de Prim es José María Pastor y Pardillo, la jefe de seguridad del general Serrano. Si bien en Serrano no se lo puede acusar porque en aquel momento la Constitución estimaba que su figura era inviolable, queda claro que su jefe de seguridad estaba absolutamente implicada en el asesinato». En la investigación, los dos autores también han señalado el rol de los falsos testimonios en la investigación: «Su papel queda en evidencia en las declaraciones de los imputados o de gente en que, simplemente para complicarmás la investigación, declararon ante el juez. Por ejemplo, Juan José Rodríguez López, un estafador profesional, que aparece en el sumario con tres nombres más: José López, Jáuregui o Madame Luz. Hay otro personaje, Eustaquio Pérez Cano que nosotros hemos llamadopersonaje tóxico porque en sus declaraciones enreda a gente que, en el momento del asesinato o durante su preparación, no estaban en Madrid», explica Redondo.
El siguiente paso será la publicación del sumario ordenado, indexado y editado. «Estamos convencidos de que será una fuente de información extraordinaria paraotros investigadores», concluye a Josep Maria Fontana.