Tarragona, territorio estable de halcones

Hace unos seis años, el fotógrafo y consultor medioambiental Ferran Aguilar se dio cuenta de que había una hembra de halcón viviendo en el centro de Tarragona. «Todo empezó porque estábamos haciendo observaciones en el Port, donde hay muchas aves de rapiña. Hasta que un día veo esta hembra, empiezo a seguirla y observar por dónde se mueve, y me doy cuenta de que está viviendo en la ciudad», detalla Ferran. El naturalista empezó entonces un trabajo de observación y seguimiento que dio frutos ahora hace un par de años, cuando comprobó que la pareja había traído un macho: «Aunque el macho es más tímido y va haciendo incursiones, es una pareja consolidada».

A raíz de toda esta experiencia, Ferran Aguilar funda Tarragona Urban Raptors, un proyecto al que se suma Santiago Begué, consultor tecnológico formado en biología, aficionado a la naturaleza y participante en proyectos de difusión y sensibilización medioambiental. Desde la entidad, están a punto de poner en marcha una campaña de micromecenazgo para conseguir la sedentarización definitiva de halcones y cernícalos mediante la instalación de cajas nido. Además del valor que tendría para el ecosistema urbano la sedentarización de las aves, su presencia permanente, explica Aguilar, sería una herramienta de gran utilidad en el control de plagas de palomas, tórtolas, estorninos o cotorras: «Ver la hembracazando en la Rambla Vella es todo un espectáculo», asegura el fotógrafo, quien subraya que «un halcón adulto consume mil palomas al año. A eso tenemos que sumar lo que puedan comer los piojos y el estrés que provocan las aves de rapiña cuando sobrevuelan la ciudad: desde la Imperial Tarraco hasta el edificio Atlàntic, no hay una pareja de palomas que haga nido». Por todo ello, concluye Aguilar, «podríamos disponer de un método natural y muy efectivo de control de estas poblaciones».

Tarragona Urban Raptors también busca dar a su proyecto un perfil de ciencia ciudadana, de manera que los tarraconenses se lo puedan hacer suyo mediante la formación y la colaboración, recogiendo observaciones que permitan hacer un censo de aves de rapiña habituales, sus hábitos y localización. «Queremos que la gente participe y esté orgullosa de tener aves de rapiña en la ciudad», concluye Aguilar.