Judicial
La acusada de tirar a su bebé en un contenedor de Torreforta confiesa que el padre abusaba sexualmente de ella
La madre de la criatura y la abuela niegan el homicidio y aseguran que seguía viva cuando la abandonaron poco después del parto
La joven acusada de echar al bebé a un contenedor de Tarragona ha relatado que su padre abusó de ella sexualmente, de los 14 a los 18 años, justo la edad en que quedó embarazada, cuando vivían en Marruecos. Después se instalaron en el barrio de Torreforta, donde asegura que ocultó a todo el mundo el embarazo por miedo a un padre que la maltrataba y abusaba de ella. La chica, de 20 años de edad, ha declarado, entre llantos, en el juicio con jurado popular que se ha iniciado este lunes en la Audiencia de Tarragona, en medio de una gran expectación mediática. Ambas procesadas niegan el asesinato con el argumento que la criatura, nacida la madrugada del 24 de marzo de 2020, seguía viva y sólo la madre admite haberla dejado en una caja encima -no dentro- del contenedor.
A petición de las mismas defensas, ambas procesadas han declarado en el primer día de juicio y han negado totalmente los hechos. Sara Z. ha declarado durante quince minutos y sólo respondiendo a las preguntas de los letrados de la defensa. La acusada ha asegurado que había intentado abortar sin éxito y que ocultó el embarazo -de padre desconocido- por miedo a su progenitor, que había abusado de ella de los 14 a los 18 años.
Un embarazo y un parto a escondidas
La chica, que ahora tiene 20, ha explicado que la madre no sabía nada de los abusos del padre ni tampoco de su embarazo. Ha detallado que parió la madrugada del 24 de marzo de 2020 en un dormitorio de su casa, al lado de los suyos «tetas», y que fue entonces cuando la madre, viendo toda la sangre, lo descubrió, una explicación que contradice el escrito de fiscalía, según el cual, la madre era conocedora desde el inicio.
Después de haber parido, la joven ocultó a su niña» dentro de un armario, «pero la madre vio que salía una mano», ha dicho. «Lo he parido yo y me lo llevo yo, pero mi madre me repetía tu padre, tu padre...», ha añadido Sara Z., asegurando que ella no lo habría abandonado y que lo habría llevado «a un CAP o a los Mossos», pero que fue su progenitora quien se lo quitóde la cabeza, versión que esta también ha corroborado.
La abuela admite abandonar al bebé
En su declaración, la abuela acusada ha añadido que, por su cuenta, al día siguiente a media mañana dejó la pequeña envuelta con una manta y una sábana, dentro de una caja de cartón en un contenedor de una zona concurrida. María Celeste ha corroborado el «temor» que tenía el marido y que les pasara «algo a las dos» si se enteraba del parto. «He sido maltratada durante 27 años», ha asegurado la mujer.
El perfil maltratador del padre
Numerosos testigos, entre los cuales la tía de la acusada, han corroborado el perfil de maltratador del cabeza de familia. Una trabajadora social que se hizo cargo de los hermanos pequeños de la acusada cuando ella y la madre la fueron detenidas, ha afirmado que los niños tenían miedo de su padre y que preferían quedarse en el centro de acogida antes que ir a casa con él porque este los pegaba y tenían miedo.
Según la trabajadora, los hermanos le confesaban que el ambiente en casa era muy hostil. Uno de ellos, que ahora tiene 14 años, le explicóque en diciembre del 2019, Sara Z., que ya estaba embarazada, acabó denunciando al hombre porque este pegó violentamente a su hermano y a la madre, en medio de una discusión familiar. La tía ha recordado también un episodio en que el hombre apuñaló a su compañero.
Según la fiscalía, un plan preconcebido
Por su parte, la fiscalía había un «plan preconcebido por ambas acusadas» para matar a la criatura cuando naciera. Durante el juicio la fiscal ha afirmado que, al saber del caso, «se le encendieron muchas alarmas». «Te acostumbras a todo, pero no de la muerte de una criatura en manos de la madre, las circunstancias del caso son extrañas porque en el siglo actual no existen estigmas a la hora de abortar», ha manifestado.
La fiscalía las acusa de un delito de asesinato de persona menor de 16 años, con el agravante de alevosía, además de parentesco. El cadáver de la niña todavía no fue localizado. De hecho, este ha sido uno de los principales argumentos que han aprovechado las defensas para insistir en que «no se puede demostrar que la criatura haya muerto». «La diferencia es abismal», ha remachado uno de los abogados de la defensa, Josep Singla.